El viernes 30 de junio se habrán agotado las reservas financieras de la ONU. De no intervenir una acuerdo de ultima hora con los Estados Unidos, el principal recaudador de fondos, la maquinaria del sistema interestatal que maneja el planeta quedará paralizada. La crisis estalla cuando dentro de dos semanas los Estados Unidos deben presentarse en Ginebra para rendir cuentas por la lucha antiterrorista ante los 18 expertos del Comité de Derechos Humanos, quienes vigilan el cumplimiento del Pacto de Derechos Civiles y Políticos.

Es costumbre en Naciones Unidas que los Estados aprueben su presupuesto bianual en la Asamblea General, pero en diciembre pasado las desavenencias fueron tales que solo se definió un presupuesto provisorio por 6 meses, periodo en el que se debía negociar el año y medio restante. Los Estados Unidos manifestaron entonces que si la ONU no avanzaba en sus reformas recortarían los aportes. Pero detrás del debate que suscitan las mismas, tanto en el Consejo de Seguridad, como en la puesta en marcha del Consejo de Derechos Humanos, parece subsistir el rencor del gobierno norteamericano por no haber tenido el respaldo de Naciones Unidas para desencadenar la guerra en Irak. Para peor, el Comité contra la Tortura de la ONU los condenó firmemente en mayo pasado, exigiendo el cierre de la prisión de Guantánamo.

El 3à de junio, cuando se acabe el dinero en la ONU, y de no lograrse un mágico consenso para el presupuesto hasta fines del 2007, la Asamblea General podría anunciar soluciones periódicas de tres o seis meses. En cualquier caso los 18 expertos que deben examinar a la política de derechos humanos de la administración Bush el mes entrante en Ginebra, han debido congelar sus viajes desde sus lugares de origen, previstos a partir de este jueves. De arrastrarse esta situación, podría incluso anularse la comparecencia de los Estados Unidos ante el Comité de la ONU que controla el respeto de libertades publicas y derechos individuales, prevista para el 17 y 18 de julio venideros.