Como mencionamos anteriormente el Presidente Electo, Dr. Alan García ha expresado su voluntad de desarrollar una política dinámica y agresiva para recolocar al Perú como un país “puerto” que facilite la interconexión e intercambio económico entre diversas regiones mundiales y la nuestra. Esta nueva política obligará a que se replanteen las metas y objetivos que se tenían trazados con relación a los términos de nuestro intercambio económico comercial y abrirá nuevas perspectivas en el mismo. ¿Qué quiere decir esta nueva política? Quiere decir que tendremos que desarrollar, en primer lugar, nuestras capacidades de infraestructura, tanto para el ingreso de productos y mercancías como la de comunicaciones que faciliten el traslado de los mismos. Para ello gozamos de una ubicación geográfica y geopolítica excelente pues somos el país puente en la región de la Costa Sur del Pacífico. Ahora nos queda darle el mayor impulso a la construcción de las carreteras interoceánicas; al puerto del Callao, en un concepto de Mega puerto, y los otros puertos vitales en nuestro litoral para que puedan cumplir cabalmente con la demanda que se generará. Lo mismo que con los aeropuertos y en general con todas las facilidades que este esfuerzo demandará.

En segundo lugar, esta nueva política va a demandar una proyección, por parte del Perú, en el campo internacional, totalmente diferente. Se tendrá que dar prioridad al accionar en el campo económico, no sólo para la colocación de la producción peruana en nuevos mercados sino también a la captación de inversiones, financiamiento y de socios que nos acompañarán en esta nueva frontera, pues este esfuerzo no lo podremos afrontar solos sino que debemos aunar fuerzas con otros interesados en participar. Todo ello implicará que tengamos que desplegar una actividad muy eficiente en el campo externo valiéndonos de todos los recursos que tengamos disponibles y por supuesto, en ello, le cabrá al Ministerio de Relaciones Exteriores y a sus agencias en el exterior una participación primordial y activamente comprometida.

El Estado peruano deberá congregar todas sus herramientas para la mejor eficacia en sus objetivos y, en lo que al campo externo se refiere, disponer estas responsabilidades en manos de la Cancillería para que en conjunto con sus agencias externas logren estos cometidos, por supuesto sin descuidar sus otras funciones. Debemos considerar el peso que cada Misión peruana tiene en el exterior, en particular en los países donde se encuentran acreditadas y más aún teniendo en consideración que dichas Misiones están perfectamente vinculadas, no solamente al sector estatal sino con las entidades privadas de la actividad económica, los resultados de su gestión tienen más probabilidades de lograr el éxito esperado. Por ello, sería conveniente otorgarle mayores responsabilidades a nuestro Servicio Exterior así como los elementos necesarios para cumplir con esas funciones y no duplicar o triplicar esfuerzos.
¡Utilicemos nuestra capacidad instalada!