Admiten fracaso de la propaganda estadounidense en el mundo árabe, por Cyril Capdevielle

**Karen Hughes, sous-secrétaire d’État à la diplomatie publique**

Los Estados Unidos cuentan con un “ministro de propaganda”, el Under Secretary for Public Diplomacy and Public Affairs (subsecretario de diplomacia pública y relaciones públicas) que bajo la supervisión del departamento de Estado pone en marcha las acciones destinadas a modelar las opiniones públicas del mundo en función de los intereses estadounidenses. La “diplomacia pública” ha redoblado en los últimos años sus esfuerzos tendientes a influir sobre los pueblos musulmanes, buscando así mejorar la detestable imagen que ante ellos tienen los Estados unidos.

Un informe de la Government Accountability Office, publicado en mayo de 2006, subraya el fracaso persistente de la propaganda destinada a los musulmanes. Desde el año 2002, el departamento de Estado ha trabajado en diferentes frentes:

– una campaña mediática apoyada en la cadena de televisión Al Hurra y en la estación Radio Sawa;

– una revista dirigida al público juvenil, Hi Magazine, editada en árabe y cuyo objetivo era el de difundir la subcultura y el estilo de vida estadounidenses. Financiada totalmente por el departamento de Estado, esta publicación resultó ser un fiasco;

– Por último, un programa de intercambios internacionales destinado a los jóvenes de los países árabes.

Estos diferentes programas llegaron a su fin o fueron suspendidos, lo que permite suponer, como lo destaca el informe, que la “diplomacia pública” carece de una estrategia de comunicación adaptada y afronta varios problemas: ausencia de mensajes claves, de segmentación de la audiencia y de herramientas de investigación y de análisis que permitan hacer un seguimiento y una evaluación de los resultados. Se trata de elementos y técnicas ampliamente utilizados en el sector privado (las llamadas “relaciones públicas”), lo que conlleva a la GAO a recomendar la adopción de estos métodos. De hecho, el sector privado ejerce este tipo de acciones bajo contrato con el Pentágono aunque con resultados mediocres, como lo demuestra el escándalo en que se vio envuelto el Lyncoln Group(sociedad estadounidense de relaciones públicas)en 2005, tras haber corrompido a diarios y a imanes iraquíes para que presentaran al ocupante de una manera más favorable. Además, el informe señala que el 30 por ciento de los agentes encargados de la diplomacia pública en los países musulmanes no dominan la lengua del país, lo cual no deja de traer problemas.

Más recientemente, el departamento de Estado lanzó el
Edward R. Murrow Journalism Program, programa realizado en colaboración con el Aspen Institute y escuelas de periodismo estadounidenses. El propósito consiste en “formar” periodistas extranjeros en las “buenas prácticas” y en tratar de garantizar un cubrimiento más positivo por parte de los medios de otros países.

Los objetivos de la “diplomacia pública”, tal y como fueron definidos por Karen Hughes ((a cargo de dicha cartera)), van desde la creación de una comunidad de valores e intereses a través del mundo, así como el aislamiento y la marginalización de los extremismos, hasta la contribución al reestablecimiento de la imagen positiva de los Estados Unidos a escala mundial. Estas metas distan de ser alcanzadas, como lo demuestra un reciente estudio del Pew Research Center, que pone de presente una decadencia acelerada de la imagen de los Estados Unidos a nivel internacional y más precisamente en el mundo musulmán.

Sobra decir que pese a la sofisticación y a los colosales medios desplegados por la propaganda estadounidense para conquistar “los corazones y las mentes”, dicha propaganda resulta ser inoperante en el marco de la actual política exterior del país. Una retórica de democratización que en realidad no es más que el resurgir del neocolonialismo como lo ilustra la ocupación de Irak, un apoyo incondicional a Israel en detrimento de los derechos internacionalmente reconocidos de los palestinos y la engañosa prioridad que dicen darle a los derechos humanos, que pisotean a diario en Abu Graib, Guantánamo, Bagram… son todos ellos elementos que alimentan el rechazo de que es objeto el país de George Bush. Por muy eficaz que sea, la diplomacia pública no puede ocultar estas realidades.

Si desea leer el informe (en inglés), haga clic en el siguiente hipervínculo:
– U.S. Public Diplomacy
United-States, Governenment Accountability Office (PDF