Para la mayoría de los jóvenes que murieron no existía la posibilidad de oponerse a medidas arbitrarias y sin sentido. Los oficiales son verdaderos dioses y pueden dar las órdenes más estápidas y absurdas y los conscriptos tienen que obedecerlas, aunque los conduzcan a la muerte.

Lo central de la instrucción militar consiste precisamente en aplastar la voluntad de los jóvenes reclutas, que no pueden tener opinión propia y menos pensar. Normalmente son tratados como estropajos por los oficiales y suboficiales a cargo.
El que mueran jóvenes haciendo el servicio militar es ya una constante. La diferencia con lo que ocurrió en Antuco es simplemente que esto traspasó todos los límites de lo que cualquiera puede aceptar.

Está claro que los oficiales que están detrás de esto tienen mentes desquiciadas, fuera de toda lógica. Estos tipos simplemente son criminales y como tales deben ir a la cárcel. Cualquier otra medida es ocultar los hechos.

¿Quiénes hacen el servicio militar obligatorio?

Todos los jóvenes que murieron pertenecían a las familias más humildes de nuestro país. En su mayoría familias campesinas, los más pobres entre los pobres. Algunos personeros páblicos se atreven a decir que muchos de los jóvenes estaban haciendo voluntariamente el servicio militar. Es esto verdad? En los hechos no lo es, porque la mayoría no pueden estudiar porque no tienen recursos para hacerlo y porque en muchos casos están desempleados. El ejército les ofrece -para que se conviertan en “voluntarios”- la posibilidad de terminar sus estudios, de aprender algán oficio e incluso acceder a un subsidio para comprar una casa. Esta es la forma como consiguen los “voluntarios” para el servicio militar y a pesar de todas estas “bondades”, muchos tienen que ser reclutados obligatoriamente.

Ninguno de los hijos de los analistas de defensa, de los diputados, de los senadores, de los ministros o de los empresarios hacen el servicio militar. Pero son ellos los que hoy opinan en la TV, diarios y demás medios de comunicación que no se puede hacer leña del árbol caído (en este caso del ejército), por este “error”. Todo esto me recuerda un documental de Michael Moore: cuando tratan de enrolar a los hijos de los diputados y senadores de Estados Unidos, ninguno está dispuesto a mandar a sus hijos a Afganistán o Iraq para luchar por la “democracia”, pero sí están mandando a los negros, los latinos y los blancos pobres de su país, que normalmente están desempleados y tienen que enrolarse “voluntariamente” para invadir esos países.

Las élites dominantes de Chile dicen que no se debe hacer uso político de esta tragedia que ha enlutado a nuestro país. Cabría preguntarse, por qué el jefe de Estado dispuso que un avión de la Fuerza Aérea de Chile trasladara hasta Los Angeles a los cuatro candidatos “oficiales” a la Presidencia de la Repáblica? Esto no es hacer un uso político de la situación? O será porque ellos no iban a ser críticos frente a los hechos criminales sufridos por esos jóvenes humildes y sus familias?
Para tratar de encubrir estos crímenes, se les está dando funerales de héroes a estos jóvenes. Se los ha denominado “héroes de la paz”. En el fondo es una forma de burlarse de sus familias y sus derechos y de la necesidad de que se haga justicia.

¿Cuál ha sido la respuesta del movimiento social y de la Izquierda?

Una amiga alemana -que leyó la noticia en su país- me mandó un correo y me preguntó, ¿cuán masivas han sido las protestas por la muerte de estos jóvenes? La verdad es que sentí mucha verg¸enza con la respuesta que tuve que darle: no se han organizado movilizaciones de protesta “todavía”. Qué mierda nos pasó a los chilenos y los mapuche de este país? La dictadura nos castró? O es que todavía el miedo no nos deja reaccionar o tenemos temor de que se nos acuse de querer hacer un uso político de estos acontecimientos?

Este es un hecho político y merece una respuesta política, no sólo teórica, en las calles, exigiendo la cárcel para los culpables y sus encubridores, partiendo por el comandante en jefe del ejército, que como mínimo debe renunciar a su cargo.
Debemos exigir que las Fuerzas Armadas sean democratizadas para no tener que lamentar nuevamente una masacre como la que acaba de ocurrir. Debemos exigir que se respeten los derechos democráticos de los jóvenes soldados. Ellos deben tener derecho a organizarse libremente en sindicatos que defiendan sus derechos. O los conscriptos y soldados no tienen derechos? Debemos exigir libertad de asamblea y expresión para los conscriptos y soldados, para que no sean obligados a aceptar órdenes absurdas que los conduzcan incluso a la muerte, como ahora.

El que todavía no tengamos una respuesta organizada y masiva, se debe básicamente a que hoy el movimiento social carece de una conducción política clara, que esté preocupada de los problemas reales de los trabajadores y no sólo de las futuras elecciones de diputados y presidenciales. Los trabajadores y los jóvenes debemos trabajar urgentemente para construir un nuevo partido de los trabajadores, que asuma la defensa de nuestros derechos y el de nuestras familias.
Pero la real democratización de la sociedad, incluyendo las FF.AA., pasa por la construcción de una nueva sociedad, que ponga fin al capitalismo que es la raíz de todas estas injusticias