Mientras el Reino Unido recuerda con dolor el primer aniversario de los atentados que enlutaron a Londres el 7 y el 22 de julio de 2006, el primer ministro Tony Blair reafirmó su oposición a la apertura de una investigación judicial sobre estos hechos.

Blair y su ministro del Interior ya se habían pronunciado en ese sentido en diciembre pasado pero tuvieron que enfrentar la creciente presión de los familiares de las víctimas y las asociaciones musulmanas. Según Tony Blair, una investigación sería costosa e inútil ya que «nos dirá lo que ya sabemos: cuatro individuos vinieron y cometieron ese crimen».

«No había vigilancia de la CIA sobre Mohammed Sidique Khan [uno de los presuntos kamikazes] que le impidiera ir a Estados Unidos; no había ningún dispositivo de vigilancia escondido en su auto antes de los atentados; no hubo información facilitada a la policía antes del 7 de julio diciéndoles lo que podía suceder. Todos esos argumentos son simplemente falsos», dijo para justificar su posición.

Pero, esos no son los elementos que los investigadores ponen en tela de juicio según señala Nafeez Mosaddecq Ahmed en The London Bombings: An Independent Inquiry.

La única investigación policíaca sobre esos hechos mostró que las personas señalas como presuntos terroristas no tenían nada que ver con ninguna red internacional, lo cual hecha por tierra la retórica del gobierno de Blair.

Además, las investigaciones del Consejo de Europa sobre «los vuelos secretos de la CIA» demostraron que el MI6 británico secuestró en Grecia e hizo desaparecer a medio centenar de inmigrantes pakistaníes considerados sospechosos de tener información sobre los atentados de Londres.

Por consiguiente, no habrá y ya no hay testigos.