El país escuchó con sorpresa el discurso de la embajadora de los Estados Unidos, Linda Jewell, el cuatro de julio pasado, pues comprometía el respaldo de su país al Ecuador en temas como el combate al narcotráfico y el fortalecimiento de la democracia, en una especie de declaratoria de perdón a un país que tantas señales antimperialistas y antiestadounidenses ha dado en los últimos tiempos.

Y ahora, con la enésima crisis de gabinete ocasionada por el régimen, se comprende por qué existe ese nuevo espíritu colaborador en la embajada: el Gobierno parece querer volver a los cauces de vasallo del coloso del Norte. Tiene un gabinete que es la copia de uno de los gobiernos más incondicionales que ha tenido EEUU en el Ecuador, el de Sixto Durán Ballén. Antonio Andretta, el nuevo ministro de Gobierno (el sexto que ha tenido el régimen en un poco más de un año), fue Secretario de Desarrrollo Administrativo en el gobierno de Durán Ballén, y luego su gobernador en la provincia del Guayas. Igual cosa sucede con Pedro López, nuevo ministro de Obras Públicas, quien también fue ministro durante ese gobierno caracterizado por ser profundamente neoliberal y sometido a los intereses yanquis.

Hay que recordar que con el anterior gabinete presidencial, el Gobierno tomó decisiones trascendentes, opuestas a los intereses norteamericanos en el país: primero se presentaron y aprobaron en el Congreso las reformas a la Ley de Hidrocarburos, que obligan a las transnacionales petroleras a entregar el 50% de los excedentes producidos por los altos precios de venta del crudo. Aunque se dijo que este proyecto surgió como un mecanismo de forcejeo para las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, una vez que las posturas norteamericanas se tornaron duras en temas sensibles como el agrícola, el gobierno decidió ejecutar las reformas y presionar a las transnacionales para una renegociación de los contratos.

Luego, en medio de una gran presión de los sectores populares en protesta, el Gobierno no tuvo más que declarar la caducidad del contrato con la OXY, lo cual devino en la suspensión indefinida de las negociaciones del TLC. El gobierno de Palacio se vio abocado a darle un giro a su política entreguista hacia posiciones más bien nacionalistas, y buscó apoyarse en los países que mantienen esta corriente en América Latina, especialmente Venezuela, cuyo presidente, Hugo Chávez, visitó el país para impulsar la firma de un convenio de refinación de nuestro crudo para obtener en condiciones más bentajosas para Ecuador la producción de combustibles. Este fue un ingrediente más que ubicaba a la política ecuatoriana como hostil a los intereses de Estados Unidos.

Pero hoy, a pocos meses de dejar el Gobierno, Alfredo Palacio parece querer borrar con el codo lo que hizo con la mano. En el tema de la Ley de Hidrocarburos trató, con trampas que fueron descubiertas en el camino, de cambiar la Ley a través de un Reglamento para beneficiar a las transnacionales petroleras. Como eso falló y quedaron en evidencia las reales intenciones, el primero en ser botado del gobierno fue el ex ministro de Economía Diego Borja, autor de las reformas a la Ley de Hidrocarburos.

Pero para poder rectificar el error frente a los Estados Unidos, al Gobierno le queda una carta: la demanda de inconstitucionalidad que la Cámara de Comercio de Quito presentó ante el Tribunal Constitucional, organismo con mayoría derechista; tan conservadora que prohibió, por motivos religiosos, la venta de la píldora de anticoncepción de emergencia.

En el tema de las relaciones con Venezuela, todo parece indicar que el convenio de refinación de combustibles no se dará, pues las autoridades nacionales han puesto trabas al proceso.

En el tema de la declaratoria de caducidad del contrato con la OXY, la salida parece ser la de acelerar la entrega del bloque 15 a otra transnacional, bajo el argumento de que existe incapacidad técnica en Petroecuador para seguir produciendo los campos.

Finalmente, las negociaciones para un TLC con los Estados Unidos podrían revivir con el nombramiento de un nuevo equipo negociador que, aunque habla de abrir negociaciones con la Unión Europea y con China, ha dicho que su prioridad, por estar más adelantado, será el TLC con Estados Unidos.

Todo lo que se hace con la mano se puede borrar con el codo, parece ser la política de Palacio en estos pocos meses que le quedan. Un presidente que ha demostrado absoluta incapacidad y falta de personalidad para enfrentar responsabilidades tan complejas como las que implican conducir un Estado.