Los presidentes Hugo Chávez y Ricardo Lagos en el palacio de Miraflores. Al centro, el vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel.

Los vínculos bilaterales viven su mejor momento desde que Hugo Chávez proclamó -en noviembre- su apoyo incondicional a la candidatura de José Miguel Insulza a la Secretaría General de la OEA. En contraste, las relaciones de Venezuela con Estados Unidos empeoran cada día más. El actual embajador estadounidense, William Brownfield, notoriamente menos agresivo que su antecesor, presionó igualmente a la embajada chilena en un esfuerzo inútil por influir la agenda de Lagos en Caracas.

La reunión Lagos-Chávez marcó el clímax de una relación que pasó por su peor momento hace tres años, por el apoyo equívoco de la Cancillería chilena al efímero gobierno golpista del empresario Pedro Carmona. Pero hoy se vive otra situación, a pesar de las diferencias notables entre el “capitalismo salvaje” que promueve Santiago y el “socialismo del siglo 21” que promueve Chávez.

La prensa extrajera acreditada en Caracas atribuye al vicepresidente José Vicente Rangel la autoría intelectual de la “movida diplomática” que acercó a ambos países a partir de la candidatura de Insulza. Rangel recibió a Lagos en el aeropuerto y lo acompañó en dos actividades simbólicas antes de su reunión con Chávez: la clásica ofrenda floral al Libertador Simón Bolívar en el Panteón Nacional y la inauguración de un busto de Pablo Neruda en la plaza de la Biblioteca Nacional, donde hay otro en memoria de Gabriela Mistral.

En la inauguración del busto de Pablo Neruda: el presidente Lagos, el vicepresidente Rangel y la esposa chilena de éste, Anita Avalos. Ella es escultora y entre sus obras figura la estatua de Salvador Allende a la entrada de la Universidad Central de Venezuela.

El gobierno chileno desea que su par venezolano baje el perfil en su polémica constante con Estados Unidos. Pero el gobierno de Caracas tampoco puede dejar de responder a los ataques que brotan a diario desde Washington. Por ejemplo, la embajada de Estados Unidos difundió una trasnochada protesta por la decisión venezolana de cancelar una asesoría militar de vieja data, comunicada oficialmente hace varios meses, tras la desfachatada participación de los agregados militares estadounidenses en el fallido golpe del 12 de abril de 2002.

Todavía quedan cuatro asesores militares estadounidenses que deben abandonar sus cátedras en los institutos castrenses donde “enseñan”. Por otra parte, los agregados militares de Venezuela en Estados Unidos no reciben visa para trasladarse a ese país a relevar a sus colegas. Estados Unidos quiere tener todos los días a Venezuela en la agenda de las “noticias internacionales”, por lo menos hasta la nueva votación en la OEA, el 2 de mayo.

Acuerdos bilaterales

La visita de Ricardo Lagos a Venezuela estaba programada desde hace varios meses, antes que surgiera la candidatura de Insulza. Debía realzar una rueda de negocios que congregó en Caracas a empresarios de ambos países, decididos a elevar el intercambio comercial por lo menos a 500 millones de dólares en el plazo de un año. Chile vende dos tercios del volumen global de intercambio actual que alcanza a 290 millones de dólares, principalmente en frutas, vinos y otros alimentos como porotos negros.

Lagos y Chávez celebraron dos encuentros. Primero, el jefe de Estado venezolano recibió a su colega chileno en el palacio de Miraflores para rubricar un Acuerdo Amplio de Servicios Aéreos, proyectos relacionados con PetroAmérica y PetroSur, un memorándum de entendimiento sobre áreas energéticas y otro de cooperación científica y tecnológica. También este mes entró en vigencia un convenio de seguridad social, que permite trasladar los fondos previsionales de los trabajadores chilenos que se desempeñaron en Venezuela y, a la inversa, de los venezolanos que acumulan prestaciones sociales en Chile.

Tras su reunión, ambos jefes de Estado inauguraron la Macro Rueda de Negocios en el hotel Caracas Hilton, a la que asistieron unos doscientos empresarios chilenos y venezolanos. En ambos actos hablaron los dos mandatarios, cuyos discursos fueron transmitidos en cadena por radio y televisión. La visita de Lagos tuvo una gran repercusión mediática.

Canciller venezolano viene a Chile

La presencia de Lagos en Caracas despertó también los apetitos mediáticos de la oposición venezolana, cuyos partidos están reducidos a una mínima expresión. El partido “hermano” del PS chileno, Acción Democrática, afiliado a la Internacional Social Demócrata, rehusó participar en la recepción a Lagos, tal como lo hizo durante la visita del presidente español José Luis Rodríguez Zapatero.

Lagos se reunió con una delegación de personalidades de la oposición liderada por Hiriam Gaviria, que actúa como vocero de los grupos de derecha. El presidente chileno explicó paternalmente que en el caso de Chile, los opositores a la dictadura de Augusto Pinochet elaboraron un “proyecto de sociedad” que sometieron a la voluntad popular. Estas palabras cayeron como un balde de agua fría en los sectores venezolanos que denuncian la “dictadura” de Chávez, pero que carecen de discurso y programa político. Tampoco consiguieron embarcar al presidente de Chile en su cruzada contra el “socialismo del siglo 21”, que plantea el mandatario venezolano.

Los analistas de derecha, tal como hacen en Chile El Mercurio y La Tercera, criticaron con énfasis la postura revolucionaria de Chávez y su discurso antiestadounidense, afirmando que el líder venezolano estaría utilizando a Chile en una confrontación con Estados Unidos que el país del sur no se ha planteado. Más allá de las intrigas, la visita fortaleció las coincidencias en política internacional de ambos países, a la vez que puso en marcha nuevos intercambios comerciales.

La mayor preocupación de algunos sectores de la delegación chilena apuntó a convencer a los venezolanos para bajar el perfil de su discurso respecto a Estados Unidos, de cara a la III Conferencia Ministerial de la Comunidad de las Democracias en que participará la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice. Esta reunión -que convocará a unas cien delegaciones- se efectuará en Santiago entre el 28 y 30 de abril.

Venezuela estará representada por su canciller, Alí Rodríguez Araque, un experimentado político a cuya conducción se atribuye en buena medida el éxito que está alcanzando Venezuela para evitar el aislamiento a que pretende condenarla Washington. Aunque la reunión en Santiago no reviste la importancia institucional de escenarios como la ONU o en alguna medida la propia OEA, esta conferencia de la Comunidad de las Democracias servirá para un “gallito” entre la agresiva y beligerante política exterior de Washington y la política pacifista y defensora de la independencia nacional que sustentan la mayoría de los gobiernos que estarán representados en ella.

El gobierno de Caracas tiene plena confianza en la experiencia política del canciller Alí Rodríguez, que hasta hace unos meses se desempeñó como presidente de Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa). Allí le correspondió hacer frente -con éxito- al sabotaje petrolero que intentó sumir a Venezuela en el caos. Rodríguez, un abogado y ex parlamentario, fue guerrillero en los 70, cuando importantes sectores de la juventud venezolana se incorporaron a la lucha armada para producir un cambio social que, finalmente, se ha comenzado a realizar por la vía democrática bajo la conducción del presidente Chávez. El canciller Alí Rodríguez es conocido como un excelente expositor y polemista, sereno pero firme y claro en sus intervensiones (ver PF 586).

Socialismo del siglo XXI

Así como en mayo de 2004 Chávez proclamó abiertamente el carácter antiimperialista del proceso que lidera en Venezuela, en este mes de abril de 2005 definió como “socialismo del siglo 21” el modelo de sociedad que postula para su país. Las ideas del mandatario venezolano esbozan una antítesis del modelo neoliberal, con un capitalismo regulado por el Estado en la perspectiva del crecimiento económico con equidad real.

El mayor énfasis del modelo venezolano está puesto en el “desarrollo endógeno”, que propone una economía donde coexistan las empresas más poderosas del Estado y corporaciones transnacionales que tienen una producción de 600 mil barriles diarios de petróleo, más o menos la quinta parte de la producción venezolana, reacias a pagar regalías e impuestos sobre la renta. La piedra angular del “socialismo del siglo 21” apunta a tonificar la mediana y pequeña empresa mediante un sector de cooperativas -que promueve y financia el Estado- para desarrollar líneas de producción orientadas a sustituir importaciones y reducir la tasa de desempleo.

Los progresos del modelo de Chávez son evidentes en varios aspectos, entre otros salud pública, que está ingresando a una segunda etapa con la construcción de centenares de “centros de diagnóstico” para profundizar la salud primaria.

La misión Robinson prácticamente erradicó el analfabetismo enseñando a leer y escribir a un millón y medio de personas. Próximamente, la Unesco declarará a Venezuela “territorio libre de analfabetismo”. Hace unos días se distribuyó en el país un millón de ejemplares de la edición de El Quijote de la editorial Alfaguara con prólogo del Premio Nobel José Saramago.

Mientras en Venezuela se pone la educación al alcance de todos y se lanza un ambicioso programa de viviendas, la formación de miles de cooperativas incorpora a la economía a centenares de miles de excluidos, cuya única esperanza de trabajo era hasta hoy el comercio informal en las calles de las ciudades.

La revolución bolivariana de Chávez avanza a paso seguro, aunque siempre con la hostilidad de la prensa local e internacional. La Cepal, entretanto, pronosticó para este año un crecimiento de la economía de 5 a 6,5 por ciento