A lo largo de pocos meses, la investigación que lleva el ministro Sergio Muñoz ha configurado un cuadro hasta ahora poco imaginable. Tal como ocurrió con la detención de Pinochet en Londres, que gatilló un proceso político que terminó con su calidad de senador vitalicio y llevó a la Corte Suprema a asegurar la impunidad vía supuesta incapacidad mental y grave deterioro físico, fue una investigación foránea -del Senado norteamericano- sobre lavado de dinero y corrupción extranjera a propósito del funcionamiento de la legislación antiterrorista, la que abrió una caja de Pandora relacionada con las cuentas secretas de Pinochet en el extranjero y una compleja red de transferencias de dinero. A ello se suma una inmensa fortuna en Chile y el involucramiento en oscuras operaciones de su esposa, Lucía Hiriart, y de su extensa familia. Incluso oficiales en retiro del ejército, y algunos en servicio activo, como el ex vicecomandante en jefe, Guillermo Garín, y el general (r) Jorge Ballerino, aparecen comprometidos.

Hasta el momento, porque aún faltan investigaciones en diversas partes del mundo y también en Chile, se ha determinado por el Senado norteamericano que existen 128 cuentas y certificados de depósitos en Estados Unidos, Suiza, Argentina, Gran Bretaña y Chile en bancos como el Riggs, Citigroup, BankBoston, Bank of America y el Banco de Chile. Entretanto, a Pinochet se le han embargado bienes por 2 mil 500 millones de pesos y congelado 7 millones de dólares, vale decir alrededor de 4 mil millones de pesos. El verdadero monto de su fortuna sigue siendo un misterio, del que da una idea el fraude tributario que se persigue, ascendente a más de 10 mil millones de pesos.

Las “chapas” del geenral

Para asombro general, muchas de las cuentas y depósitos de Pinochet figuraban con “chapas” u otros nombres, para encubrir su verdadera identidad. Circunstancia inexplicable si se tratara de dineros limpios. Se fortalecen las sospechas de que la fortuna del ex dictador tiene origen en la utilización indebida y dolosa de dineros fiscales, coimas por venta o compra de armamentos, dinero del narcotráfico y otros delitos semejantes.

Una investigación realizado por el diario británico The Guardian señala la coincidencia entre las visitas de Pinochet a Gran Bretaña -invitado por la Royal Ordnance, principal consorcio de armamentos del Reino Unido- a Malasia, China, Brasil y otros países, y depósitos de 3 y 2,5 millones de dólares en las cuentas secretas. La magnitud de esas operaciones indica que Pinochet no pudo haber actuado solo. En el caso de las operaciones de compra y venta de armas debió, necesariamente, contar con apoyo de altos oficiales de las FF.AA.

Ahora resulta, según informa el Consejo de Defensa del Estado, que hasta hace unos días Pinochet seguía manejando personalmente cuentas bancarias y hacía movimientos de dinero. El 23 de noviembre, hace sólo cuatro meses, el supuestamente inválido Pinochet intentó cobrar cheques nominativos por 138 millones de pesos en el BankBoston, lo que fue reconocido por sus guardaespaldas y por su chofer, interrogados como testigos. Todo lo cual descarta la fábula de la supuesta incapacidad mental del ex dictador que sigue sosteniendo la Corte Suprema.

¿“Benemérito” o “gato de campo”?

El caso adquiere características increíbles. Mientras el abogado de Pinochet, Pablo Rodríguez Grez, niega toda irregularidad, la derecha separa aguas y se hace la desentendida. El ejército, a través de su comandante en jefe, general Juan Emilio Cheyre, declara que espera la decisión de la justicia, pero, al mismo tiempo, protege a Pinochet y defiende su obra. Pinochet sigue siendo “Benemérito” del ejército y el comandante en jefe lo pone a la misma altura de generales como Ramón Cañas Montalva, Bernardino Parada, René Schneider y Carlos Prats González, éste último asesinado en una operación a la que no pudo ser ajeno Pinochet. La institución y la oficialidad no parecen alterarse por el hecho de que su ex comandante en jefe durante más de veinticinco años, aparezca ante el país como responsable de delitos contra la humanidad y, al mismo tiempo, como un corrupto enriquecido en el ejercicio del poder.

A lo largo de muchos años, Pinochet y las FF.AA. hicieron gala de austeridad y honradez. Pinochet se declaraba “portaliano”, decía que no se había aprovechado del cargo y que abandonaría el mando más pobre que cuando inició su dictadura. Es claro que todo fue una farsa vergonzosa.

Ya existe consenso generalizado de que Pinochet ordenó, refrendó y autorizó crímenes como la Caravana de la Muerte, el asesinato de Prats, el atentado contra Bernardo Leighton, el asesinato de Tucapel Jiménez y el crimen de Orlando Letelier y que dirigió indirectamente, a través de Manuel Contreras y otros criminales, la represión sangrienta y sistemática contra sus opositores, y son actualmente muy pocos los que dudan de que también se aprovechó de su condición de comandante en jefe del ejército y autodenominado “presidente de la República” para amasar una fortuna inmensa con dineros sucios.

Aparentemente resulta insólito que hayan sido las cuentas brujas y los latrocinios los que terminaron por liquidar la imagen del ex dictador. Fueron los robos más que los asesinatos, las torturas y las masacres. Tal vez porque los latrocinios y sinvergüenzuras fueron cometidas directamente por él, ya sea como Augusto Pinochet, José R. Ugarte, Daniel López o hasta John Long.

Pero también es posible que esto haya ocurrido porque la derecha abomina de los rateros y ladronzuelos, mientras protege a los hombres de dinero que cometen fraudes en los negocios o que se enriquecen vertiginosamente sin escrúpulos. Como dijo una historiadora: “Ha sido una cosa vergonzosa. El alias ‘Daniel López’ convirtió a Pinochet en un punga”.

La historia dr Chile no conoce caso igual

Nunca en la historia de Chile -que no se ha caracterizado siempre por la limpieza de métodos de sus prohombres- un jefe de Estado ni un ex comandante en jefe del ejército había aparecido mezclado en situaciones tan turbias como las de Pinochet. Nunca se había operado internacionalmente con una red a escala global para ocultar y transferir dineros mal habidos.

A su lado, resultan patéticas figuras como la del presidente Aníbal Pinto, famoso por su honradez, que al dejar el cargo tuvo que hacer traducciones y clases particulares para poder subsistir; o el caso del almirante Jorge Montt, a quien sus amigos debieron comprarle una casa para que pudiera vivir con tranquilidad. Sin duda, sus ejemplos provocan hoy risa a Pinochet y sus incondicionales.

El ejército calla. Sus más altos jefes repiten como letanía los elogios al honor militar y la honradez de los soldados de Chile y no asumen el hecho de que esas virtudes fueron pisoteadas por Pinochet. Entretanto, prosigue derrumbándose el mito del “salvador de la Patria” a medida que se pone al descubierto su verdadera catadura. Aparece el Pinochet que efectivamente fue y es: un instrumento al servicio de grupos e intereses reaccionarios, que recibió un pago más que generoso por sus servicios, y que una vez prestados, no le son reconocidos por quienes lo contrataron como asesino a sueldo