Silencio. Esa es la nota que caracteriza al PDA, Polo Democrático Alternativo una vez concluyó la desventurada operación oligárquica -con patrocinio de la Casa Blanca- de reelección presidencial. Silencio. Sin una iniciativa masiva ni un pronunciamiento público que concite al país. Sólo silencio… desde mayo 29 hasta julio 15.

Sin duda el país, ése que votó por el cambio, el de la alegría aplazada, espera más. Anhela, bajo un liderazgo en ciernes que en realidad se muestre nacional y se proponga la «unidad necesaria», romper la contemplación y la tradicional agenda institucional. Es urgente dar confianza a todo aquel habitante de la grande, mediana y pequeña población que se arriesgó por el cambio. Que echando mano de la dignidad y del valor civil birló controles legales o de la calavera y dijo haber votado por Uribe cuando en realidad lo hizo fue por Gaviria. Entonces, hacen falta unas voces…

De la aritmética electoral al álgebra de la unidad

La primera voz de confianza es el llamado postergado a una Gran Unidad Nacional y Patriótica en contra de la concentración económica, la injusticia, la violencia y la intervención extranjera en todos sus órdenes y en todas sus órdenes. Una voz que indique a los millones de colombianos negados, perseguidos y amenazados, que el renovado PDA -como eje y motor- propone y lucha por un país de verdad plural, diverso, democrático, soberano y sin hambre ni desempleo.

Para un amén o así sea, requerimos avanzar hacia la unidad social y políticas necesarias, donde liberales y conservadores de sentido latinoamericano, militares demócratas, religiosos luchadores por la justicia, indígenas que sin descanso se baten por sus derechos, intelectuales no cooptados y hasta los despreocupados y ‘no alineados’, etcétera, participen y promocionen el llamado del PDA y los adherentes y aliados necesarios para conformar una Gran coalición de vida y resurrección de la Colombia que soñaron Sucre, Melo de los artesanos, el verdadero general Rafael Uribe Uribe, Gaitán de las multitudes liberal conservadoras y los caídos de la generación libertaria de los años sesenta -que todavía caen-; y que con su ideario emprendamos la acción mancomunada para construir la imagen nacional autóctona y los componentes reivindicativos de la nueva Colombia para una Nueva República.

Para esa alborada es fundamental que un proceso nacional público inmediato, el doctor Carlos Gaviria por encima del amarre de cada grupo con calendario sumiso y electoral, se proponga el álgebra y el cálculo de la unidad y la victoria. Las ecuaciones que con la autoridad de la razón y de un programa de lucha, en solo un año puedan desencadenar la paz junto a la irrealidad y pena de una buena parte de los siete millones de colombianos que votaron por la guerra. Que ante el grito y las calles llenas, en un solo año, o a partir de un año, Uribe comience a sentir el sol a sus espaldas. Una temporalidad no a cuatro años y que si no a un año puede reducirse a dos, para su logro, toda vez que exista el propósito de confrontar en todo momento y espacio la continuidad, y toda vez que se estimule la participación constante y masiva de los inconformes y descontentos, claro está, bajo la iniciativa común y unitaria de los cuerpos organizados.

Identificar los puntos básicos de una agenda con un acumulado de años de nacimientos, de lucha y resistencia para impulsar una acción paralela a la institucional del reacomodo bipartidista-uribista, permitirá romper el coyunturalismo electoral. Reconstruir, tejidos territoriales y superar los miedos e imaginarnos, entre todos, la República que fundaremos.

En una Colombia en la cual la riqueza está concentrada en un 3 por ciento de sus miembros, donde la banca en un solo año ganó 5.5. billones de pesos, y 44 millones de hectáreas están en manos de un poco más de dos mil personas, hace falta una segunda voz de confianza.

Todos los derechos para todos

Es la voz en busca del acuerdo de agendas entre el conjunto de campañas, pro derechos que marchan en el país. Es decir, un acuerdo desde abajo, desde el movimiento social, con las expresiones políticas, para buscar que la democracia de papel que hoy reina en Colombia se transforme, por acción de un nuevo Gobierno, en derechos de verdad que nadie tenga que suplicar o buscar intermediarios de corrupción y aceptación del orden económico antihumano e internacional.

Un motivar y propiciar que la lucha por la vida, la paz, la tierra, la salud, la vivienda, el agua, el techo, el trabajo, por seguridad social, etcétera, se reúnan en una sola plataforma de acción y movilización, precisando consignas, responsabilidades, dinámicas, a través de las cuales se emplace a cumplir al actual Gobierno.

Derechos y democratización del poder que para hacerse realidad sin distinciones ni mezquindad, en una Colombia profundamente dividida entre ciudad y campo, demandan un acuerdo de paz con base en la inclusión y el reconocimiento de los territorios inconformes o insurgentes en las ciudades, municipios y campos.

Consulta sobre el TLC

Y la tercera voz de confianza estriba en el impulso del consenso y el hermanamiento con el Sur para luchar contra el TLC y sus consecuencias sobre nuestra soberanía y la posibilidad cercana y futura de contar con una economía propia y la proyección industrial y científica estratégicas. Como lo demuestra la experiencia mundial, no es posible ganar un lugar digno en el escenario internacional y superar la miseria y la pobreza interna, superar el desempleo, si se asume un puesto dependiente en el contexto económico global. Y esa es la mayor consecuencia de la firma de un TLC con los EE.UU. como pretende Uribe.

Permitir que la estrategia gubernamental se ejecute sin resistencia –como sucede con las últimas etapas de ese proceso bilateral– es un error que no admite explicación.

La agenda para enfrentar este exabrupto no admite silencio ni dilación. Ya mismo, de manera inmediata, con una acción escalonada debe advertirse a todo el país, concitando a los sectores económicos, políticos y sociales de todo tipo que se sientan lesionados por este proceso, o que comprendan sus consecuencias futuras, a construir una alianza política que lo derrote en una consulta nacional que obligue a la mayoría del Congreso a desistir de su aprobación cómplice, remunerada y clientelista.

Que se escuchen las voces. Y se haga trizas al silencio...