El “luchador democrático” que es José Antonio García Belaunde, el próximo canciller, según el presidente electo, Alan García Pérez, no ha sido avisado que en Líbano hay un bombardeo genocida e inmisericorde por parte del Estado israelí. Por tanto, no se pronuncia en ningún idioma. Si no lo hace ahora cuando la gente muere abaleada y pulverizada por toneladas de explosivos, no hay ninguna razón para suponer que lo hará cuando asuma el titularato en Torre Tagle. La mudez, asimismo, del mandatario García Pérez, podría explicarla alguien, debido a las múltiples tareas que le embargan. La pregunta es: ¿para qué está entonces el doctísimo diplomático aludido? Parece que no para mucho.

En cambio, nos hemos enterado por el mismísimo García Belaunde que por Chile buscaremos abrir una puerta hacia Asia. Entonces es legítimo preguntarse: ¿para qué García Pérez anunció en el mismo país del sur que iba a “ganarles” con la puesta en marcha de megapuertos, no en territorio austral, sino en el Perú? Si necesitamos de Chile para incursionar agresivamente en Asia, entonces ¿qué hacemos a orillas del Rímac y qué esperamos para instalarnos cerca al Mapocho?

Más aún. Ha dicho el casi titular de Torre Tagle que se está procurando el retorno de Chile a la moribunda Comunidad Andina de Naciones, CAN, donde está el ilustre, por pasar los dos metros de estatura, ex canciller Allan Wagner Tizón, y ¡él mismo García Belaunde! Nótese que en lugar del establecimiento de coordenadas muy claras respecto de un tema pendiente de delimitación marítima como nuestras fronteras marítimas al sur, se comunica a la opinión pública un marcado sesgo pro-sureño y con un país que es ¡ni más ni menos! el alfil más destacado de la política de Estados Unidos en Latinoamérica.

El quinto punto del Programa Máximo del Apra, enunciado en 1924, reza: Solidaridad con todas las clases y pueblos oprimidos del mundo. Ni el partido político al que pertenece Alan García, ni su despacho o su próximo canciller han expresado pública y tajantemente su solidaridad con el pueblo libanés que hoy es brutalmente bombardeado por el Estado israelí. Que el señor García Belaunde no adhiera o sea militante aprista, no le inhibe –y más bien le obliga- a pronunciarse en torno a una matanza ¡a todas luces! inaceptable contra una población civil e inerme. ¿Qué flancos está guardando García Pérez? ¿O no se da cuenta que está coincidiendo con el veto que puso Estados Unidos a la resolución del Consejo de Seguridad que condenaba la genocida actitud israelí?

Pregunto en voz alta: ¿qué pasará cuando ya no sea canciller José Antonio García Belaunde? ¿Volverá de su licencia a la CAN, con su sueldo y ventajas múltiples y por eso se preocupa muy mucho de buscar los pretextos suficientes para tener temática y ocupaciones? ¿Dónde está la inteligencia supuesta y tan cacareada de este grisáceo diplomático profesional que no puede ¡siquiera! aconsejar al presidente García para pronunciarse en torno a la masacre actual en Líbano?

Chile con los socialistas en el gobierno, persiste en una tributarísima y condescendiente política pro-norteamericana. Siempre votará con ellos y eso fleta permisos para la compra de armas, investigaciones múltiples metiendo las narices en países fronterizos y deja sin mayor resolución lo referido a la frontera marítima con Perú, tema muy mal tratado por el régimen que se va, más por negligencia de sus responsables que por ausencia de razón a nuestras reclamaciones internacionales. No deja de ser un genuino contrasentido que el señor José Antonio García Belaunde sea uno de los más notables gonfaloneros de la adhesión peruana a la Convención del Mar, tema que García Pérez anunció, múltiples veces, que ¡de ninguna manera! iba a ser parte o agenda del designio geopolítico de su gobierno. ¿Qué hace allí el demócrata García Belaunde?

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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