Ha dicho el parlamentario aprista Luis Gonzáles Posada que su gobierno considera aún pendiente el tema de la delimitación marítima con Chile. ¡Muy bien! Eso significa, además, que teniendo en cuenta las líneas de base, Perú tiene que defender su proyección sobre las 200 millas del Mar de Grau para lo que no se necesita, en modo alguno, la Convención del Mar, como traidores y oportunistas pretendieron hacer creer durante largos años en el régimen pasado.

Pero es pertinente como riguroso recordar una denuncia que hiciera el entonces candidato Alan García Pérez quien señaló, refiriéndose a Javier Pérez de Cuéllar, como firmante en 1969, cuando se desempeñaba como Secretario General de la Cancillería, de documentos que habrían convenido con nuestro vecino del sur, una delimitación marítima que la política oficial del Perú no reconoce. Dijo, García, además, que era urgente determinar las responsabilidades de cada quien en un asunto ultra-delicado.

Si como postulante Alan García habló al país sobre este acápite, y ahora el presidente de la Comisión de Defensa, Luis Gonzáles Posada, discurre por la pendiente delimitación marítima con Chile, ¿no es hora que el mandatario García ordene a su canciller José Antonio García Belaunde, la publicación, ipso facto de aquellas notas reversales que contienen semejante esperpento contra la heredad territorial del Perú? Las vacas sagradas, merced a ficticios y fabricados méritos, viven seguros que nadie va a tocarlos porque el mito rebasa la miseria de una realidad proditora. ¿No necesita cualquier país, conocer la verdad de sus tragedias y fraudes, para evitar sus reiteraciones anti-históricas y frustrantes? ¿Qué espera Alan García para disponer esta medida en Torre Tagle?

Para muchos deviene inextricable o abstrusa la composición del gabinete de García Pérez. No sólo agrupa a conocidos regaladores del Mar de Grau como Allan Wagner y José Antonio García Belaunde, sino también rescata del repudio popular al que fueron relegados elementos representantes de lo más reaccionario y vendepatria de los sectores económicos como Mercedes Aráoz, Pilar Mazzetti y Verónica Zavala. A los gabinetes de “todas las sangres” del toledato, sucedió una chanfaina de muy discutible gusto o sazón cuanto que desorientación a granel.

Muchas veces en círculos íntimos, Javier Pérez de Cuéllar, ha admitido que se equivocó en aquello, aunque en público, para la conservación de su imagen, ha dicho por toda respuesta que “no se acuerda” del asunto. Como si firmar textos contra la política oficial del Perú, fuera un ejercicio frívolo e impune. Con los años, las pandillas inventaron el pretexto que la Convención del Mar era imprescindible para el arreglo de nuestra delimitación marítima con Chile. Como la mentira tenía patas cortas, el esperpento quedó desacreditado totalmente, y con él, todos sus gonfaloneros. Entonces, no dudaron en empujar el gasto de cientos de miles de dólares en propaganda por la Convemar. Pero, el tiro salió por la culata porque resultó electo un firme opositor, enérgico defensor del Mar de Grau como Alan García Pérez. ¿No es lógico que ahora, desde la primera magistratura, se ordene la exhumación de esas notas reversales de tan explosivo como traidor contenido? La catarsis nacional tiene que incurrir en gestos públicos y francos, por dolorosos que sean los resultados. Y también los castigos a los felones.

Sólo la ignorancia o la premeditación de grupos interesados puede sugerir el olvido testimonial de la historia. Los que propagan la amnesia sospechosa, de sus lecciones, son traidores en potencia o actúan al servicio de los mismos intereses que hicieron de este país una presa apetecible para otros con clara orientación de su política externa válida para ellos, pero en detrimento del Perú. No hay excusa para tamizar ni disimular la defensa de la patria y esto incluye, terminantemente, el combate a todos los quintacolumnas infiltrados en el cuerpo nacional, estén donde estén, en la intelectualidad de ONG, en la diplomacia, en los institutos armados, en las universidades, en cualquier parte.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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