La pesquería industrial peruana, data de los años 50 del siglo pasado, su carácter monoespecífica desde su origen se ha basado en la anchoveta (engraulis ringens) y en tanto se le ha permitido, el bonito, la cojinova, el jurel, la caballa y la sardina, han sido convertidos en harina de pescado, como alimento de bestias y animales, en vez de alimentar a seres humanos.

Para esta “floreciente industria”, de “huaqueros de mar”, no hay lugar, ni especie que no se pesque, se pesca dentro de las 5 millas, se embolsa en sus enormes redes, más de lo que se necesita para llenar una bolichera y si sobra, la pesca muerta, se arroja al mar, se emplea todavía la dinamita. Lo que importa, es pescar rápido y primero y lo más que se pueda.

En la década del 60-70, la Costa peruana fue asaltada por la codicia, como en los tiempos del oro, grandes astilleros como PICSA, Fabrimet, Sima, competían día y noche para construir cientos de embarcaciones, se construyeron mas de 1800 embarcaciones, con una capacidad de 280 mil toneladas de capacidad de bodega, suficientes para vaciar el mar en 50 días.

En los años 70 y 71, tal fue la carrera loca y desbocada, que se extrajeron 12 y 10 millones de toneladas respectivamente, nada importaba como ahora, solo pescar; “El Niño” de los años 72,73 pondría fin a esta irracionalidad, desapareció la anchoveta y la miseria se apoderó por casi 20 años de los puertos y caletas de todo el litoral, la naturaleza cobraba su precio a la irresponsabilidad, un nuevo “Niño” intenso durante los años 82-83 alargarían el desempleo de miles de pescadores, se vendieron las mejores embarcaciones y fábricas a Chile, Ecuador, Panamá, Sudáfrica, pues la intemperie marina las acababa.

Durante la primera gestión de Alan García, se inicia un eficaz ordenamiento pesquero, apenas se contaba 22 fábricas y no más de 400 embarcaciones, con una capacidad de 40 mil toneladas de bodega, los pescadores y los armadores trabajaban 300 días al año y las anchovetas y el mar peruano se recuperaron prodigiosamente, no obstante algunas secuelas de este irracionalismo salvaje aún son observables hoy (2006), desapareció la sardina, la merluza aún no se recupera de su colapso, de las casi 30 millones de aves marinas, solo quedan, si apenas un ridículo 5 % (1 millón 600 mil), de lo que había hace 50 años.

A partir de los 90, de nuevo la codicia se apoderó de nuestra Costa y mar, otra vez el estado vergonzante y corrupto, el nefasto ex ministro fujimorista Jaime Sobero Taira, concedió licencias y permisos, para más de 1000 embarcaciones y la capacidad de flota alcanzó límites insostenibles de 170 mil toneladas métricas y, como si no fuera suficiente, en el régimen del señor Toledo, otro nefasto e influyente personaje, el ex ministro Javier Reátegui, incrementó la flota en más de 600 embarcaciones y 80 mil TM, la capacidad de bodega. De nuevo estamos ante una crisis de incalculables consecuencias, no sólo por irresponsabilidad del Estado, sino por la corrupción, no hay puerto en donde no se diga, que por cada tonelada métrica de permiso, existiría una comisión o coima de 3 a 5 mil dólares y esto se debe investigarse, por el bien y la salud del actual gobierno y de la pesquería nacional.

¿Qué hacer para salvar a la pesca de una nueva quiebra o colapso?

Las medidas son sencillas y requieren de voluntad política, los buenos y honestos empresarios, armadores y hasta la SNP, lo exigen, veamos algunas medidas puntuales:

Restituir el Ministerio de Pesquería.

Disponer la dacion de una nueva ley de pesca y acuicultura.

Privilegiar la investigación científica, biotecnológica y ecosistémica, que permita una radiografía del ecosistema de Humboldt.

Modernizar empresarialmente la pesca artesanal, cambiando radicalmente su administración, dotándosele de frío a bordo y conservación en tierra a través de cadenas productivas.

Impulsar alianzas estratégicas, entre el sector privado, gobiernos regionales y locales, para la dotación de una red nacional de frío y conservación, para vencer el hambre, la desnutrición y malnutrición, de 13.5 millones de peruanos.

Reducir la presión de pesca de anchoveta en un 50% y reducir las embarcaciones y su capacidad de bodega, en no más de 100 mil toneladas métricas.

Disponer incentivos económicos y tributarios para la pesca de especies recurrentes sub explotadas (vinciguerria, falso volador, anchoveta blanca y otros).

Disponer una auditoría técnica de los permisos y licencias de pesca otorgados en el período 1990-2006, así como un inventario físico, bajo el precepto de declaración jurada.

¿Qué ganaría el Perú de aplicarse estas medidas?

El ordenamiento de sus pesquería, la pesca responsable y su sostenibildad.

El impulso de la acuicultura marítima y continental, inclusive a mar abierto.

Mejorar la ingesta proteica de 13.5 millones de peruanos que sufren hambre y desnutrición crónicas.

Alcanzar niveles de exportación a partir del mediano plazo de 3 a 5 mil millones de dólares, a diferencia de los mil millones que se obtienen en la actualidad.

La sostenibilidad de la industria en el mediano y largo plazo, el empleo y la sustentabilidad de la biodiversidad acuática.