Satanizar procesos políticos y sus principales dirigentes es el método utilizado históricamente mediante campañas internacionales orientadas a impedir o reducir el apoyo de los pueblos a los seleccionados, así como también generarles climas adversos en las relaciones con otros Estados e instituciones. Es decir, tratar de prejuiciar las opiniones y lograr formas de aislamiento que faciliten otras agresiones, incluidas las militares. En la lista de los “agentes del mal”, ninguno ha tratado de ser satanizado como Fidel Castro. Durante casi medio siglo, junto a las más de seiscientas conspiraciones para asesinarlo, se han realizado innumerables campañas difamatorias contra nuestro Comandante en Jefe, sin otro resultado que la elevación de su prestigio internacional, especialmente en los países de la región latinoamericana. ¿Cómo es posible que todo el aparato propagandístico del imperialismo haya fracasado en ese intento perverso? ¿Qué factores han influido? Por supuesto, el principal reside en la firmeza invariable y digna, los principios éticos que acompañan siempre el pensamiento y la acción, la conducta de un jefe político revolucionario con la historia más intachable conocida. Ante una vida así solo cabe la mentira. No obstante, no basta con ello para impedir que muchas personas sean engañadas, mediante la técnica de la reiterarla hasta convertirla en algo cierto. El otro factor ha sido la capacidad defensiva demostrada por el Jefe de la Revolución cubana en la esfera de la información periodística y en estar siempre alerta sobre el funcionamiento de los medios de difusión masiva del adversario y también en cuanto a la forma de enfrentar esas campañas hasta derrotarlas.

La prensa clandestina y algunos órganos de la prensa comercial, tanto escrita como radial, conocen de los reportajes, comentarios y artículos de Fidel en la etapa prerrevolucionaria. Después del desembarco del Granma, cuando una agencia informativa norteamericana dio la falsa noticia de su muerte, desde la Sierra Maestra ideó la forma de desmentirla nada menos que en el New York Times mediante la entrevista que le concedió a Herbert Matthews.

Después del triunfo revolucionario, a los pocos días de llegar a La Habana en la Caravana de la Libertad tuvo que organizar la Operación Verdad con un acto de masas de un millón de habaneros y una conferencia de prensa donde había cerca de cuatrocientos periodistas de otros países.

Este hecho, de combinar las declaraciones a los periodistas extranjeros con la concentración masiva, iniciaba un camino desarrollado durante casi medio siglo de Revolución y es uno de los aportes principales cubanos al tema de la comunicación: cuando salen a las calles, en marcha o concentración, un millón de personas, no hay censura capaz de impedir la difusión de esa noticia. Se trata entonces de que la Revolución no cuenta con medios de alcance universal –aunque ha avanzado en esa dirección– pero sí tiene la capacidad de darle al pueblo carácter de información periodística, de convertir a cada marchista en un periodista, en noticia que confirma la decisión popular de expresar su apoyo al proceso revolucionario y a su máximo líder.

La batalla de la prensa, Girón, la crisis de los misiles, la partida de Che Guevara, los balseros, Angola, la deuda externa, el período especial, el rescate del niño Elián, el secuestro de nuestros cinco héroes, la revista Forbes, la batalla de las ideas, representan momentos trascendentes de cómo el compañero Fidel ha sido capaz de enfrentar y derrotar las más diversas campañas de difamación de los medios al servicio del imperialismo. Se trata de las palabras mayores del enfrentamiento exitoso al terror mediático, de no subestimar una guerra, que no es otra que la tercera de carácter mundial orientada a matar conciencias, a arrancar las almas defensoras de las causas mejores en todas partes.

Combatiente exitoso en el campo de las ideas y de la información periodística, Fidel ha demostrado que en la defensa de la Revolución y el prestigio de sus dirigentes, además de conductores transparentes es necesario enfrentar y vencer la canallada de las maniobras desinformativas de los medios imperiales y de sus lacayos.

Hace 26 años, en medio de una feroz campaña con motivo de los sucesos de la Embajada de Perú y la estampida de los marielitos, el Comandante en Jefe expresó: “Pero esta batalla se gana, se está ganando y se va a ganar completa, porque desafiamos no sólo las amenazas militares yankis; desafiamos los monopolios de la información imperialista; desafiamos el barrage, desafiamos la campaña, con absoluta sangre fría. Si no se está dispuesto a desafiar los riesgos de cualquier tipo, los riesgos de agresión militar como los riesgos de su propaganda, no se puede dar respuesta adecuada al enemigo; intimidarse frente a la propaganda es como intimidarse frente a los fusiles del enemigo. No hay que tener miedo a nada”. En aquella ocasión los más de 6 millones de cubanos que marcharon en todo el país, convocados por Fidel, dieron respuesta contundente sobre donde estaba la representación del pueblo, dejando sin argumentos a todas las agencias que, al unísono, decían lo contrario. De nuevo una Operación Verdad multiplicada ganaba uno de los combates principales de la guerra mediática. Es más, si la actitud decidida en defensa de la causa revolucionaria permite medir su autenticidad, también ese principio es válido para sus dirigentes, quienes al irradiar dignidad, honradez, capacidad, contribuyen a elevar más el respeto, reconocimiento y apoyo a las acciones de transformación social de esos procesos. Y Fidel es el más consciente y ejemplar líder en esa dirección. Porque se trata de que el poder de los grandes medios transnacionales deben enfrentar con sus mensajes desinformativos a la capacidad inteligente del ser humano y la realidad social de la inmensa mayoría de sus destinatarios. Al carecer de mensajes convincentes que permitan profundizar en las conciencias, el proceso de comunicación no se logra, carece de identificación y genera el desgaste de las campañas difamatorias, las que se vuelven contra sus impulsores. Por ello el Jefe de la Revolución cubana tiene tanta confianza en la resistencia activa, sin temor, al combate cotidiano contra las armas de destrucción masiva de los que pretenden, con los intentos de depredación de las mentes, cambiar los valores esenciales de la especie humana.

Fidel, en el congreso de la FELAP en 1999, se refirió al daño causado a los países socialistas y a la URSS debido a la incapacidad que mostraron sus dirigentes en la respuesta a la “infernal maquinaria de la mentira, del engaño y de la desinformación” que los destruyó. En esa ocasión también expresó el deseo de que nuestros periodistas sean los que cuenten con la “mayor preparación del mundo para trabajar por el mundo y para el mundo, para librar la batalla universal”. Los dos pensamientos sintetizan el deber de los verdaderos dirigentes revolucionarios y de nuestros periodistas. En las dos dimensiones, la manifestación mayor tiene por nombre Fidel Castro.

# Portal de la Upec (Cuba)