Es verdad, también, que en los sectores más postergados se dieron experiencias novedosas como en El Gráfico, donde la UTPBA, sin la existencia de Comisión Gremial Interna, en articulación con un grupo importante de jóvenes compañeros, obligó a la editorial a incrementar los salarios en un porcentaje por encima del 30%.

Y es notorio que respecto del salario, el escenario general -en el país- dista de ser mínimamente satisfactorio. Ante una realidad que dejaba postergados a cientos de miles de trabajadores no organizados, el Gobierno nacional acordó una suba del salario vital y móvil a 800 pesos, de aquí a octubre.

Tal medida de emergencia no resuelve en favor de los trabajadores lo que todavía nos impone el contexto inflacionario de estos dos últimos años. Dado que otra cosa cierta es que el poder adquisitivo se deterioró en relación a los precios.

Esto no hace más que profundizar la precarización de millones de trabajadores, tanto en blanco como en negro.

Una realidad que sólo podrá ir modificándose, cuando en la agenda social y política quede claro que, más allá de la desocupación y sus consecuencias destructivas, la instalación y naturalización de la mala vida laboral es otra asignatura pendiente de la democracia formal.

# Revista “La Utpba” de agosto de 2006