La amargura es aún más fuerte por cuanto la siderurgia rusa ocupa una buena posición en el mundo con un volumen de exportaciones en constante avance. Además, este fracaso no es sólo una derrota para Alexei Mordachov, sino que lo es también para el conjunto de las empresas rusas, según piensan algunos. Yuli Kvitsinski, vicepresidente del comité de Relaciones Exteriores de la Duma y quien fuera en el pasado un diplomático de alto rango, ve en ello una manifestación de la actitud antirrusa de los occidentales. El presidente del comité de la Duma a cargo de las cuestiones de propiedad, Viktor Pleskatchevski, calificó el acuerdo entre Arcelor y la india Mittal Steel como «decisión puramente política» y un ejemplo de «competencia desleal».

Otros dirán que no tiene importancia, que las leyes de la competencia son duras, pero justas. El director de Severstal no tenía suficiente dinero para vencer a Lakshmi Mittal, es todo. En realidad no es tan simple. Incluso en la jungla de las grandes empresas, donde el interés de la ganancia justifica los medios, existe una ética y reglas de conducta.

Si la fusión con Severstal sólo fue un medio para hacer aumentar el precio de Arcelor, entonces puede decirse que el golpe fue efectivo. En cinco meses habrá aumentado 12 mil millones de euros, mientras que el grupo luxemburgués sólo gastó 370 millones de euros «para defenderse» de Mittal y luego «para confraternizar» con este (contando los honorarios de los abogados, de los asesores financieros, los gastos en comunicación, la indemnización a Mordachov, etc.).

En un primer momento, los dirigentes de Arcelor formularon críticas acerbas contra el grupo indio, críticas ampliamente difundidas por la prensa y por el sitio Internet del grupo. Se hablaba de «OPA inamistosa» y el dinero de Mittal se calificaba como dinero sin respaldo. Los medios reprodujeron ampliamente la fórmula de la administración luxemburguesa para la cual la diferencia entre los productos de Arcelor y los de Mittal era comparable a la existente entre un perfume de lujo y un agua de colonia barata respectivamente. En cuanto al director ejecutivo de Arcelor, Guy Dollé, comparaba el dinero del magnate indio a billetes del juego de Monopolio».
¿Cómo no creer en esta retórica guerrera? ¿Cómo no creer en la sinceridad del Sr. Kinch, director del consejo de Arcelor cuando apretaba la mano del empresario ruso tras la firma, en mayo último, del acuerdo referente a la fusión de ambos grupos? Es cierto que inmediatamente después de la segunda oferta de Mittal todas las frases poco amables con respecto al grupo indio fueron suprimidas del sitio y se pidió a los accionistas que no las tuvieran en cuenta. Por el contrario, me parece, ninguna excusa, ni siquiera formal, ha sido presentada a Alexei Mordachov que sirvió sin embargo de catalizador según las palabras de Kinch.

Podemos hacernos otra pregunta: ¿Hasta qué punto pesó la rusofobia en la decisión final?, pues es difícil de creer que no haya desempeñadlo ningún papel. Mientras que Rusia se levanta, los medios occidentales continúan presentando una imagen negativa. Las declaraciones sobre la «asociación y la cooperación» se limitan en realidad a la posibilidad para los rusos de comprar clubes de fútbol y bienes inmobiliarios en Occidente. En cuanto a la entrada de las empresas rusas en los mercados norteamericanos y europeos, continúa frenada por todos los medios.

Los pretextos, con frecuencia inventados, son variados. Por ejemplo, los norteamericanos hablan de riesgos elevados en las transacciones con los oligarcas rusos que se han enriquecido en el marco de operaciones dudosas. El banco norteamericano Goldman Sachs, consultor de Lakshmi Mittal y con reputación de ser cercano a la administración de los Estados Unidos, estimuló a los accionistas de Arcelor a oponerse a la fusión con Severstal.

Cada cual ve las cosas desde su punto de vista. Así, en el marco de la transacción con Lakshmi Mittal, los medios franceses apenas prestaron atención a la posición de los empleados de Arcelor, que se pronunciaban a favor de Serverstal. Los obreros e ingenieros del grupo luxemburgués sabían que después de haber comprado el grupo norteamericano ISG, el magnate indio despidió a 45 000 empleados (la tercera parte del personal de ISG). Algunos han calculado ya que la transacción con Mittal Steel provocará la eliminación de 30 000 puestos de trabajo en Arcelor. Por su parte, los cuadros de dirección del gigante del acero han pedido garantías sobre su permanencia.

En fin, en vísperas de la Cumbre del G8 en San Petersburgo, de lo que se trata en gran medida es del formato de las relaciones con Rusia. Algunos proponen recurrir al ultimátum y ejercer una fuerte presión, mientras otros estudian métodos más flexibles. Estos últimos proponen desarrollar las relaciones entre empresarios, la cooperación científica y cultural. Les satisface la aparición de IPO de grupos rusos en los mercados extranjeros y desean estimular su participación en el capital de empresas occidentales, entre otras cosas. La tentativa de Severstal, si se hubiera logrado, hubiera sido un buen ejemplo de concreción de sus ideas, pero lamentablemente sirve más bien de contraejemplo.

Es posible que a corto plazo Arcelor salga ganando en la alianza con el magnate indio, pero, en el plano estratégico, su actitud puede transformar en espejismos los proyectos con Severstal en lo referente a la coproducción de tuberías para ductos o en la construcción de automóviles, con un fuerte desarrollo actualmente en Rusia.

El presidente Vladimir Putin ha declarado recientemente que Rusia defendería sus intereses contra toda manifestación de competencia desleal. El país está dispuesto a entrar en la competencia internacional, pero a condición de que las reglas del juego sean honestas e idénticas para todos. Rusia no puede aceptar el principio de que lo que es válido para unos no lo sea para otros, señalara el jefe de Estado ruso durante su encuentro con los embajadores acreditados en Moscú. Puede deducirse que los dirigentes de Rusia continuarán brindando toda su ayuda y apoyo a las empresas nacionales.

Escribí al principio que se había acabado Severstal, pero dada la cantidad de empresarios que han manifestado su apoyo a Mordachov, dado que hay suficiente dinero en Rusia y que el apoyo de las autoridades está garantizado, ¿tal vez sea prematuro poner un punto final?

Versión en español: Red Voltaire a partir de la versión francesa de Ria Novosti