El Parlamento, en actitud positiva, ha deplorado, condenado y puesto a disposición de los fueros pertinentes, al magistrado Eduardo Palacios a quien se le vio recibiendo una coima. ¿Actuará con igual energía, hasta hoy no vista, con respecto al viceministro de Defensa, Fabián Novak Talavera, individuo que se huelga de poseer la distinción de Chile por su intervención por Perú en las “negociaciones” con Chile en 1999? ¿En qué país, salvo en aquél, en que no hay casta, dignidad o amor propio, se distingue a un elemento apátrida que reniega de su nación para lucir una presea otorgada por la otra parte?

El señor de marras, dice así en su propio libro, Las conversaciones entre Perú y Chile para la ejecución del Tratado de 1929: “Condecorado por el Gobierno chileno con la “Orden Bernardino O’Higgins” en el Grado de Gran Cruz, como reconocimiento a su participación como Negociador Peruano en el proceso de conversaciones entre el Perú y Chile, que concluyó con la suscripción del Acta de Ejecución del 13 de noviembre de 1999”. En efecto, la traición de Arica de aquel año.

¿Podemos presumir que el Congreso exigirá, por elemental sentido del decoro y la decencia, la expulsión inmediata de ese tipo del viceministerio de Defensa? ¿Cómo es que el ministro Wagner, el de las gringuísima “seguridad cooperativa”, colocó al acreditado y conocido portapliegos de Francisco Tudela, en un puesto tan delicado?

Dijo en días pasados el congresista Luis Gonzales Posada, que cada ministro escoge al personal que cree conveniente. Entonces ¿hay que tragarse el sapo que un diletante de ONG, conocido por su desamor al Perú, como Fabián Novak Talavera, tenga acceso a documentos que comprometen la seguridad e integridad de la nación y haga cuanto se le venga en gana por irresponsabilidad criminal? ¿Con qué derecho se juega a tanta indefensión abominable, como denunció desde su impecable tribuna de patriota y ex parlamentario, el maestro Alfonso Benavides Correa?

Perú es un país literalmenta ocupado; pues los dueños de estas tierras viven como inquilinos y los descendientes de los usurpadores han consolidado un apartheid cultural que hace que el chiste vulgar (blanco en prostíbulo, busca placer; mientras que cholo en el mismo sitio, indaga por su hermana) solo contribuya, entre otros elementos subliminales, al aplastamiento o exclusión cultural de la mayoría de peruanos que comparten la misma sangre cobriza.

La noción del misti prevalece en el inconciente mestizo, como también está en el inconciente de los blancos la convicción de que les está permitido hacer lo que quieran en Perú. Muchos de ellos tienen enorme dificultad de mostrar sus raíces peruanas, porque con frecuencia se trata de descendientes de aventureros pobres diablos que llegaron al Perú en busca de fortuna. Pero allí están figurando y dando “opinión”, convencidos en su paupérrimo intelecto de que son los “mejores”. ¿Pueden los Wagner o los Novak, acreditar su peruanidad por más de 140 años? ¿Tienen alguna idea, siquiera por casualidad, del Perú milenario, estos señores?

Hay diferentes clases de miedos, pero el terror de los de abajo tiene que ver más con la castración secular que ha practicado en el peruano la Iglesia Católica que no paga impuestos, coludida con los mistis.

¿Es el pueblo peruano, una multitud de 26 millones de integrantes, castrados en su capacidad de sentir asco, de escupir valetudinariamente sobre la efigie de figuras y figurones fabricados por medios de comunicación cómplices y muy bien pagados? ¿Son los parlamentarios, que pertenecen a ese mismo grupo crítico, capaces de emular su indignación ante el magistrado coimero y botar a un viceministro que confiesa por escrito ser acreedor de un premio por “negociar” contra su país?

¿Es pura coincidencia que la Universidad Católica lleve a cabo un simposio de historiadores que pretenden escribir una historia “común” entre Perú y Chile? ¿Y que ahora ignorantes en el gabinete pontifiquen sobre el olvido del pasado, promoviendo una abyecta burla a los mártires que murieron por la patria?

¿Es posible que traidores como Fabián Novak Talavera, de quien comentan muchos uniformados, habría sido un asiduo visitante de una casa en Miraflores, para dar cuenta de sus indagaciones al departamento de Inteligencia de un instituto armado (¿peruano?), ocupen un viceministerio tan delicado, ante el silencio tremebundo de intelectuales, parlamentarios, autoridades, sociedades y partidos políticos? ¿Y con la anuencia de complicidades vendepatria y sin solera peruana ni respeto alguno por la historia?

Veamos qué ocurre mañana miércoles en el Congreso.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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