El Perú tiene a frente a si ahora una oportunidad única de tomar el tren de la historia. El próximo 18 de setiembre arriba a Lima una delegación político-económica-comercial de china. Vienen dispuestos a iniciar conversaciones serias para que ambos países podamos establecer un Tratado de libre Comercio. Como se conoce en esta columna hemos venido insistiendo permanentemente en la necesidad de negociar con la China un tratado de esa naturaleza lo más pronto posible. Ya nos encontramos en un real y serio retrazo, pero ello no impide que podamos todavía estar a tiempo e iniciar estas negociaciones cuanto antes. Nuestro vecino del sur ya tiene suscrito un tratado de esta naturaleza y como siempre nos llevan por lo pronto una seria ventaja. A favor nuestro esta el hecho de la diversidad de productos que nosotros sí podemos ofrecerle a dicho mercado asiático y lo que podemos, a su vez, adquirir de ellos, que no es tampoco mucho que digamos por las limitaciones propias de nuestro mercado, pero si tenemos algo que podemos ofertar que nuestros vecinos no lo pueden hacer y es que somos el acceso natural al mercado Brasilero y en fin al MERCOSUR y Comunidad Andina.

Indudablemente que los retractores a esta posibilidad argumentarán de inmediato que seremos invadidos por las confecciones y textiles chinos. Eso sería cierto si no existieran los mecanismos apropiados dentro de un tratado de esta naturaleza que por el contrario establecen las cuotas o restricciones del caso. Todo está en como se negocia este tratado. Suscribiéndolo tenemos más posibilidades de ejercer un control estricto como lo es en otros países y así evitaremos las posibilidades del dumping que podrían realizar los exportadores chinos. Es decir que estos argumentos en contra no son válidos.

Por el contrario la Cancillería peruana y el Ministerio de Comercio Exterior deberían tener previsto una carpeta de ofertas que no sólo abarquen los temas comerciales propiamente dicho sino que también se consideren las diversas potencialidades para inversiones chinas en el Perú, ya sean estas directas o en joint ventures con los capitales nacionales. Además, estamos en la posibilidad de ofertar directamente algo diferente a lo que es el mercado comercial en si. Nos referimos a las vías de interconexión transcontinentales que estamos realizando con el Brasil. Esto supone un universo amplísimo y totalmente diferente al que otras naciones de la costa pacífica del Sur América pueden ofrecer. Debemos adelantarnos a los chinos afirmando un mercado regional. Si ello no es así, entonces ¿porque Chile nos pide que unamos esfuerzos para ir en conjunto al mercado asiático?