El pleno del Congreso, en decisión política digna y en consonancia absoluta con lo que todos sienten como un robo descarado y aberrante, aprobó la eliminación de la renta básica que hace Telefónica “del Perú”, empresa hispana que se dedicó a saquear desde que se instaló aquí, los bolsillos populares. ¿Será verdad tanta belleza? El primer ministro, Jorge del Castillo, que más parece embajador de las transnacionales mineras y de Telefónica, expresó sus dudas sobre lo que acordó por amplia mayoría un poder del Estado al que también pertenece.

El legiferante Yonhy Lescano Ancieta desestimó que la medida adoptada ahuyente las inversiones. Dijo “No, no se ha intervenido en el contrato que se está manteniendo tal como está…..Son simplemente declaraciones de los operadores que obviamente tienen que defender sus intereses”. Claro, cuando las transnacionales saquean porque las leyes fueron hechas así para este efecto expoliador, hay peligro si un país, vía su Congreso, se pone los pantalones y reclama fuerte. Sí se respeta la democracia, dicen ellos, cuando todo se mantiene y nada cambia para que los fenicios sigan ganando dinero a carretadas.

¿Se viene el apocalipsis y se derrumban las inversiones en Perú? ¿No es el mismo cuento que venimos escuchando desde hace largos años? ¿Por causa de qué hay que desconfiar de quienes, cambiando de bandos y camisetas según los gobiernos de turno, siempre dicen lo mismo para mantener sus rentas obesas e ingresos intocables mientras que los más pobres siguen míseros y sin esperanzas? ¡Este es un tema político que se quiere, como de costumbre, envolver en cháchara pseudo-técnica y discurso en estúpido! ¡Así de simple!

Es muy interesante consignar algo sobre la virginal y muy virtuosa estabilidad jurídica vía los convenios de estabilidad tributaria. Afirmó en Expreso el 4-1-2002, Carlos Boloña Behr, insospechable de cualquier simpatía popular o llegada a los sectores mayoritarios: “Los convenios, son contratos mediante los cuales el Estado se compromete a no cambiar las normas tributarias (todas o algunas de ellas) para un contribuyente en particular. Estos se iniciaron a partir de 1991 cuando era ministro de Economía, para atraer inversiones al Perú ya que habíamos perdido credibilidad a raíz de las políticas aplicadas por el gobierno de García”.

En su parte final, Boloña llega a la siguiente conclusión: “Los convenios de estabilidad tributaria que al inicio fueron buenos para atraer inversiones hoy día deben dejarse de suscribir ya sea porque se abusó de ellos, por las “rentas” que generaron y por la imposibilidad de fiscalizarlos. La mejor garantía de estabilidad tributaria es una política tributaria estable.” En buena cuenta, aquella necesidad premiosa de capitales y su estímulo cariñoso, eran entonces, una necesidad obligatoria casi ineludible. ¿Por causa de qué hoy siguen con la misma cantaleta todas estas empresas, muchas de las cuales, no han pagado al Perú lo que debían haber hecho desde hace tiempo?

¡Interesa un bledo lo que diga el señor José Morales Dasso presidente de la Confiep, organización que ayer nomás rendía loas y zalemas asquerosas al nipón Kenya Fujimori, para arrodillarse, como de costumbre, con Toledo y que casi ha colocado un alfil –o varios- en el gabinete de ministros actual! Verbi gracia: Pilar Mazzetti, virtual relacionista pública de San Dionisio Romero Seminario; el mismísimo Jorge del Castillo, defensor acérrimo de las transnacionales mineras, entre los más señalados.

¿Qué podría decir la Adesep, Asociación de Empresas Privadas de Servicios Públicos, diferente de lo que pagan los patrones por defender en público? Jamás cuestionarán los abusos y sobreganancias, nunca observarán los tratos discriminatorios y abusivos. Son los que adoptan actitudes políticamente correctas. Todo depende de quién o quiénes avituallen los bolsillos. ¡Y con dólares contantes y sonantes!

El Congreso empieza el largo camino de reencuentro con su espíritu popular, largo proceso que deberá consolidar o morir sin pena ni gloria. Lo de ayer ha sido un hecho célebre y democrático.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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