La expresión del legiferante que preside la Comisión de Defensa del Congreso, Luis Gonzales Posada, sobre que el Ejecutivo tiene disposición para firmar la adhesión del Perú a la Convención del Mar, no ha sido desmentida y comporta un serio mentís a la posición oficial del jefe de Estado Alan García Pérez, sostenido durante su campaña electoral y luego que fuera investido el pasado 28 de julio cuando afirmó ante el país que defendería las 200 millas del Mar de Grau. ¿Quién miente o se equivoca, a la postre es lo mismo, con toda la gravedad del caso, Gonzales Posada o García Pérez?

Hoy aparece en los diarios la noticia sobre las nuevas compras de armamento que ha realizado Chile. ¿Para qué se arma un país en los volúmenes de miles de millones como lo está haciendo el vecino austral con la pingüe ganancia de los traficantes de dineros y recursos de nuestros respectivos pueblos? El maestro Alfonso Benavides Correa advierte desde su ilustre tribuna de patricio patriota: “Un país desarmado no es garantía de paz, un país desarmado es una presa apetecible”. Es obvio que si el designio geopolítico de los de sur, es el norte, pruebas inequívocas hay en los últimos 180 años, aquellos pertrechos sólo servirán en casus belli o para proteger 5 mil millones de dólares en inversiones de toda clase en una tierra que no es la suya sino la nuestra. Aunque malos peruanos, traidores sempiternos, pretendan disimularlo.

El sábado pasado el embajador chileno Barros anunció el tema de la homologación y la “desmitifación” de la carrera armamentista emprendida por su país. Los datos e informaciones no le acompañan porque todo lo que se conoce es que la logística de ese jaez engrosa su margesí todos los días. El domingo ¡noten ustedes la agilidad del personaje! el ministro de Defensa, Allan Wagner Tizón, anunció que el 25 de octubre en la cita 2 + 2 con la contribución de la Cepal y NNUU se iba a llevar a cabo aquella homologación. El servilismo pro domo sua, sin dignidad ni autonomía, es patético y vituperable. Preguntamos otra vez: ¿para quién trabaja el ministro Wagner?

¿Qué homologación de gastos militares puede haber con un país que ya invirtió miles de millones de dólares, tiene los tanques, el satélite, los todocamino, las naves, el parque de munición más sofisticado, sus largos 7 mil kilómetros, armados hasta los dientes y el Perú que no podría ¡jamás! alcanzar ese nivel de aprovisionamiento? ¡Ninguno! Por tanto, la idea originalmente peruana no tiene futuro ni justificación posible. La paridad es una quimera. O ¡simplemente otra venta más del patrimonio nacional a enfeudarse a organismos internacionales sobre los que Perú carece de cualquier influencia!

¿Qué quiso decir Gonzales Posada? ¿Le está enmendando la plana al presidente García Pérez? Recordemos que cuando candidato Alan García denunció que el funcionario de la Cancillería Javier Pérez de Cuéllar había firmado documentos en que reconocía límites marítimos con Chile. Después olvidó el tema, sin embargo, los diarios de la época dieron cuenta profusa del hecho y de las insuficientes como básicamente estúpidas respuestas del diplomático quien dijo, por toda excusa, que “no se acordaba”. ¡Ah qué interesante! ¡Se dispara, apuñala, desvencija y trafica con la idoneidad nacional y después no hay memoria! ¡Qué descaro y qué cobardía! Después se promovió intensamente la firma de la Convención del Mar como tapadera ad hoc para el olvido consuetudinario y cómplice de deslices aberrantes como el denunciado.

¿Eso explica que gonfaloneros atrabiliarios y públicos de la Convención del Mar, como Allan Wagner Tizón, el traidorzuelo abominable Fabián Novak Talavera, Niño Diego García Sayán (que tiene embajadores infiltrados en múltiples ministerios), estén tan entusiasmados con sus homologaciones, 2 + 2 y otros adefesios y la promuevan so pretexto de una inexistente conveniencia para el Perú?

No olvidemos ciertas características felonas. En el 2002 cuando se pulverizaba en Chile a Aerocontinente, en Lima, el canciller de entonces, Niño Diego García Sayán, condecoraba a su par de Chile, Soledad Alvear. El alma de súbdito y la vocación de mamón del Estado de este individuo es inocultable. Y ahora dice que no hizo negocios con la dictadura delincuencial del nipón Fujimori. ¡A otro perro con ese hueso!

Por tanto, la homologación y su escenario del 2 + 2, con el contrabando de la Convemar y demás adefesios, son simplemente un disparate mayúsculo en que Perú no puede incurrir. Si el Congreso calla en todos los idiomas, los partidos no expresan su parecer porque ni en eso pueden buscar integridad de comunicación, los colegios profesionales parecen no existir, las universidades están en el limbo, es un tema oprobioso que será imputable a ellos. Como el legislador digno del siglo antepasado, Francisco de Paula Gonzales Vigil: “yo tengo que acusar, yo acuso”.

En el prólogo al atrevido como brillante libro Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar, obra del embajador e historiador Félix C. Calderón, el maestro Alfonso Benavides Correa anota: “¿Será una trágica constante, al cabo de años de apostolado, de no evadir los temas esenciales del drama, luciendo el coraje moral de estar contra los mandarines, tener, sin prensa adicta, un atardecer escéptico por el silenciamiento?”.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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