Es necesario promover y divulgar las acciones locales y ampliar las alianzas entre las pequeñas organizaciones y aquellos actores que han cumplido un papel estratégico dentro del movimiento social por la paz.

La sociedad civil es entendida como el conjunto de asociaciones voluntarias que no son parte del Estado y sin embargo ejercen alguna forma de poder social: los partidos políticos, los movimientos ciudadanos, los medios de comunicación, la empresa privada, los gremios, los sindicatos, las iglesias y las ONG, en general, se consideran parte de dicha sociedad.

En Colombia, “su mayor grado de cobertura (de la sociedad civil), de unidad y de visibilidad se ha producido en torno a la condena de la guerra y el clamor por la paz”, aunque no ha sido ese el único tema de su acción.Aun cuando la población civil ha sido forzada al desplazamiento, víctima de minas antipersona, de secuestros, de homicidios y de masacres, continúa organizándose y creando acciones que la blinden frente a los actores armados ilegales buscando recuperar la dignidad que la violencia les arrebata.

Pues mientras el conflicto intenta erosionar, fragmentar y debilitar la sociedad civil afectando su capacidad de acción colectiva y la efectividad y fuerza que ella incuba, hay sectores y organizaciones que buscan fortalecer sus acciones desde una lógica civilista y no violenta.Pero, ¿cuál ha sido el papel de las organizaciones de la sociedad civil en el proceso de construcción de paz en Colombia? ¿Cuáles han sido las estrategias de acción más efectivas para acercar esa meta?

En realidad, los impactos que pueden identificarse como de alcance nacional han sido diferentes a los de alcance local. Aún se recuerdan en el país lo que significó en los ochenta y noventa, por nombrar algunos casos, el Movimiento por la Vida, que luego conformaría la Red Nacional de Iniciativas contra la Guerra y por la Paz (Redepaz); la creación de la Comisión de Conciliación Nacional, la Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz y más recientemente el movimiento de las Mujeres por la Paz. “El momento culminante del movimiento de la sociedad civil por la paz”, como lo recuerda el Informe Nacional de Desarrollo Humano para Colombia El conflicto, callejón con salida, fue el Mandato por la paz, la vida y la libertad, por el que cerca de 10 millones colombianos votaron de manera afirmativa.

La iglesia católica, las ONG de paz y derechos humanos, el sector privado, gremios y la intelectualidad han tenido papeles estratégicos. Un rasgo sin duda significativo que comparten todos estos actores es su esfuerzo dirigido a la búsqueda de la paz por la vía de la negociación, del diálogo o de acuerdos con los grupos armados ilegales.

Paralelamente con estos movimientos e iniciativas, que quizá han contado con mayor visibilidad dada la relevancia y el impacto del conflicto armado en la vida nacional y los vaivenes de la política nacional que sitúan este tema, también se identifica un sinnúmero de iniciativas ciudadanas puntuales. Se trata de proyectos, programas, procesos y experiencias desarrolladas por organizaciones civiles que actúan frente a las acciones generadas por los grupos armados ilegales para protegerse de su impacto, reparar el daño o para evitar que se extienda.

Desde el punto de vista local, existen numerosas experiencias que sin mucho ruido y quizá con la premura de resolver pacíficamente los conflictos que los afectan día a día generan mecanismos y acciones concretas que responden con efectividad a las dificultades que las comunidades enfrentan. Se trata de iniciativas locales que también cumplen un rol central en la construcción de paz pues, como se resalta en el INDH de 2003, una clave fundamental para superar el conflicto está en entender las raíces locales que lo animan, las racionalidades específicas que le dan cuerpo y las dinámicas que lo reproducen en lo local.

No significa que las iniciativas locales tengan mayor importancia para la construcción de la paz que aquellas que se debaten en el terreno de las decisiones más generales y que se desarrollan en la arena de la opinión pública y los sectores de poder. El alcance del significado de los esfuerzos locales está aún por verse. Lo que sí se puede adelantar por la naturaleza y capacidad que ellas despliegan es que son un bastión enorme para explorar nuevas salidas y alternativas a los intentos hasta ahora buscados.La comunidad internacional y el Sistema de las Naciones Unidas también se han comprometido con estas iniciativas que buscan la reconciliación. Así, por ejemplo, lo ha hecho el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo a través del Banco de Buenas Prácticas para superar el conflicto y el Programa de Reconciliación y Desarrollo-Redes.

Dinámicas locales y regionales

Las iniciativas locales están encaminadas a solucionar contextos complejos, problemas puntuales y propios de una determinada comunidad. Así su cobertura sea reducida porque se limita a lo local, ha sido valioso su impacto en términos de bienestar.

Pequeñas organizaciones locales han creado sus propios espacios para poder actuar, a veces, en concordancia con las políticas públicas establecidas y otras de manera absolutamente creativa y autónoma. Así, la población se ha organizado para defender los derechos humanos, prevenir el reclutamiento o para buscar la resolución pacífica de conflictos. Exploran los alcances de la educación y la cultura para la paz y la manera de proteger a la infancia de un destino que no ofrezca opciones a la vida. Reconstruyen familias y comunidades enteras para que las víctimas retomen una vida independiente y económicamente viable, para que desvinculados de los grupos armados ilegales se reintegren a la legalidad...en fin, realizan acciones concretas que, en pequeña escala, son esfuerzos tangibles de construcción de paz.

Es inmenso el universo de acciones especificas que salvan vidas, reparan daños, frenan las acciones violentas o fortalecen las acciones colectivas y el valor civil para sobreponerse a ellas (ver recuadro). Todas son expresión del esfuerzo local para resolver una situación concreta pero, al mismo tiempo, tienen la capacidad de incidir en las políticas públicas locales, como ya lo han demostrado las constituyentes municipales de Mogotes, Tarso o Micoahumado.

Estas y muchas iniciativas más, que están aún en mora de ser rescatadas del anonimato y merecen tener la oportunidad de ofrecer su ejemplo a otros, dan muestra de las posibilidades de acción de la sociedad civil para actuar por sí misma frente a situaciones que atenten contra sus derechos. Así, hacerle el frente a la violencia de diferentes formas y trabajar por la paz han sido opciones que hasta la más pequeña comunidad ha tenido que afrontar.

Estas iniciativas han evidenciado que el cambio y la reconstrucción social pueden generarse desde iniciativas localizadas en comunidades específicas, es decir, desde lo micro. Por ello, puede ser de vital importancia para identificar rutas más seguras en la construcción de la paz que se garantice su sostenibilidad en el tiempo y se incremente el respaldo de la sociedad a estas acciones que, en el ámbito de lo microsocial, pueden develar las claves centrales para la resolución de esta violencia de tan larga duración.

Si bien se reconoce el papel desde lo micro, ello no significa que se deba reducir su acción a este ámbito. Al contrario, se trataría más bien de darle continuidad a sus acciones y lograr una mayor cobertura de las mismas para llegar a las transformaciones estructurales que establezcan barreras civilistas al conflicto.

En este sentido, si las estrategias implantadas son una enseñanza en la construcción de la paz y generan un impacto en términos de bienestar, es clave trabajar para ampliar su incidencia tanto a través del territorio nacional como en el tiempo.

Algunas recomendaciones

Dada la relevancia de las iniciativas locales en la reconstrucción social es oportuno destacar su papel y establecer la necesidad de consolidar ese esfuerzo local y configurar redes solidarias que puedan constituirse en sociedad civil activa. Para esto es clave establecer alianzas entre los distintos actores sociales con la perspectiva de fortalecer las salidas civilistas a la violencia y el tejido organizativo social que las impulsa.

Ampliar el acceso a la información y al conocimiento sobre las diferentes experiencias que incrementan la efectividad de las organizaciones de la sociedad civil es una de las maneras de generar procesos mucho más incluyentes que se reflejen en una mayor cobertura e impacto social. De esta forma, las comunidades locales deben ser tomadas en cuenta tanto en la divulgación de sus acciones contra el conflicto como en las oportunidades de entrenamiento y capacitación para el fortalecimiento de la sociedad civil.

Además, para llevar las prácticas locales y regionales un paso más allá y hacerlas sostenibles es importante fortalecer el tejido organizativo social de modo que, de acuerdo con las múltiples opciones que ofrece la ya de por sí amplia y compleja variedad de acciones, se exploren nuevas vías y se amplíen los resultados de sus acciones.

La divulgación de acciones constructoras de paz, de reconciliación y desarrollo estimula a las comunidades a desarrollar sus propias iniciativas y es un motor para comunidades con características similares que aún no han encontrando la manera de enfrentar su realidad o que no están concientes de su poder.

Es clave encaminar los esfuerzos para incrementar la capacidad de sectores concretos de la sociedad civil y transformar constructivamente los conflictos locales, desplegar acciones solidarias con los sectores afectados y allanar el camino de la reconciliación.

Un mayor conocimiento sobre las posibilidades de acción sirve para aumentar los lazos entre las redes locales, regionales y nacionales y, a su vez, genera una mayor interacción, clave para el fortalecimiento de la sociedad civil como poder nacional.

La consolidación de una interlocución directa entre estas iniciativas y el Estado ayudaría, también, a la sostenibilidad de estas acciones locales.

Para que un movimiento social por la paz aumente su efectividad probablemente necesita desarrollar alianzas y acciones coordinadas para potencializar aquellas áreas en donde los diferentes actores se complementan. Eso permitiría, además de evitar duplicidades que no contribuyen efectivamente a sumar esfuerzos, a superar desconfianzas que pueden surgir cuando se confrontan puntos de vistas y estrategias diferentes aún cuando éstas apunten a la construcción consensuada de la paz.

“El desconocimiento o, incluso, el recelo abierto entre sectores muy diferentes como lo son las organizaciones de la sociedad civil (OSC), los medios de comunicación, la academia, etc. constituyen una barrera que dificulta identificar ventanas de oportunidad en las múltiples alianzas posibles”.

Para quienes buscan soluciones efectivas a los conflictos colombianos es claro que hay que actuar por encima de las diferencias y lejos de personalismos. El objetivo debe ser fortalecerse y organizase eficientemente.

Para ampliar cada vez más la cobertura y el impacto de las acciones colectivas por la paz, la sociedad civil deberá enfocarse en reducir la fragmentación y actuar más fortalecida en la búsqueda de un objetivo común que, a estas alturas, es un anhelo nacional.

Acciones para construir paz

Estos son sólo algunos ejemplos de acciones e iniciativas de la sociedad civil en la construcción de la paz:

• Por sus esfuerzos en defensa de los derechos humanos, la Diócesis de Quibdó ganó el Premio Nacional de Paz 2005.

• El Cine Club La Rosa Púrpura del Cairo, iniciativa de comunicación para la paz y la convivencia a través de la recuperación del espacio público en Montes de María.

• La Ciudad Interactiva de los Derechos y Deberes de la Niñez, proyecto de educación para la paz y la convivencia que con el respaldo de UNICEF, el Gobierno Municipal y Diakonia para la PAZ forma a los pobladores de Montes de María en derechos y deberes de la niñez.

• Objeción de Conciencia, iniciativa de la Iglesia Cristiana Menonita de apoyo psicosocial para la prevención del reclutamiento en Toluviejo, Zambrano y San Ofre (Sucre).

• Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz, asamblea constituida por varias organizaciones sociales y ciudadanas que gestiona pactos de no agresión y acuerdos humanitarios.

• El Centro de atención especializada para jóvenes desvinculados, proyecto de la Fundación Hogares Claret en Santander para atender a niñas, niños y jóvenes excombatientes;

• Acompañamiento a indígenas reclusos, proyecto creado por la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca para trabajar por la seguridad ciudadana y la justicia.

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