En Perú parece no asombrar que un ministro de Defensa, se compre una casa que en ningún caso cuesta menos de US$ 650 mil, la declare por casi la mitad, como parecieran decir los papeles de la transacción y toda la prensa enmudezca, no cuestione, trate con cordialidad y sepulte bajo toneladas de concreto mediático el asunto. La autocensura, cobardía por donde se la mire, es uno de los cánceres más inmorales y sucios que pueda padecer cualquier prensa, la de Cochinchina y, en especial, la peruana tan proclive a entrar en estos tenebrosos y auto-medicados túneles oscurantistas.

No hay duda, los funcionarios de la Comunidad Andina de Naciones, CAN, engendro burocrático, igual de ineficiente que otras oficinas, es una de las instituciones más caras del mundo. Y la sostienen los países andinos. Porque el señor Allan Wagner ha sostenido que con su indemnización (¿no fue que había renunciado?) y la venta de un departamento, invirtió en la compra polémica hecha pública por La Razón la semana pasada.

No sólo eso. Los embajadores peruanos o los diplomáticos deben estar entre los funcionarios públicos más millonarios de todo el mundo. No sólo de Latinoamérica. El señor Wagner tiene más de dos o tres propiedades y la última compra no fue una bicoca. ¿Ha mostrado las declaraciones juradas en que consta el detalle de la percepción de tan abundantes y copiosos dólares? ¿Acaso no se sabe que una criollísima como pícara costumbre radica en declarar por menos para evitar los tributos y su porcentaje, en buena cuenta, una desvergonzada manera de robarle al Estado? ¿O, alguien va a decirnos que aquí todo es muy transparente?

Una simple observación da resultados asombrosos: nadie reclama al señor Wagner Tizón lo que sí estaría obligado a declarar, cantar o expresar, cualquier otro con menos complicidad en los medios de comunicación cuyo inocultable guante de seda con esta persona es evidente. ¿Por causa de qué? ¿Porque ha sido ministro de Relaciones Exteriores, uno de los más mediocres, por cierto? ¿O porque así es el diseño corrupto que invariablemente consagra como pro-hombres a las figuras y figurones de que abominaba Manuel González Prada? ¿O porque fue, en el primer gobierno de Alan García Pérez, el encargado del tema de los aviones Mirage? ¿Justicia poética que hoy le hayan encargado la cartera de Defensa?

Tal parece que la observación que escuché hace pocos días en Arequipa, justo cuando se publicaba este asunto de la casa de Wagner en Lima, y referida al inexistente Congreso que da las muestras más patentes de no estar en el ajo de ¡absolutamente nada! tiene savia y contenido. ¿Porqué nuestros hombres en el Establo no salen de esa perplejidad permanente y atolondramiento que los divorcia del pueblo de un modo terminal? ¿No hay quién les diga que así se van todos a se acabar y consumir? ¿República? ¡No, mojiganga!

Mientras que el común de los peruanos vive con el equivalente de menos de US$ 1 (S/. 3.30) al día, aquí tenemos funcionarios que pueden acomodar sus cifras en transacciones no muy claras y sobre las que hay sospecha de inexactitudes para escamotear fondos al Fisco. Por lo menos, hay que conocer más los detalles del intríngulis. Y es la propia salud pública de los funcionarios la que está en juego. Recordaba Ricardo Palma que cura que no tiene cerería, de dónde pecata mía, si no es de la sacristía. ¿Estamos frente a un caso de esa naturaleza?

Cuanto avanzó el diario La Razón es básicamente cierto y el propio Wagner ha precisado una que otra cosa. Sin embargo, quedan flotando dudas sobre los montos y lo correcto que hubiera sido tributar lo debido. Mientras no se demuestre lo contrario, sombras cubrirán este capítulo ignominioso para una prensa cómplice y amigota. ¡Y no hay excusa posible para no sujetarse a la ley! ¡Así de simple! ¡Y nadie podrá decir que no vengo solicitando, desde hace años, un homenaje público para el señor Allan Wagner Tizón por ser uno de los embajadores que sobrepasó los dos metros de altura! ¡Y todo está en blanco y negro!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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