Bajo el epígrafe Mentirosillos en la sección Ofidios, La República en su edición de hoy sábado 7, me llama inefable. Según el diccionario Larousse esto significa: Que no se puede expresar con palabras: alegría inefable. Ignoraba esta sensación que en dicho diario sienten por mí, modesto periodista. Agradezco el término. Pero debo rechazar tajantemente que me incluyan entre Mentirosillos. Veamos.

Revisé, porque la memoria es muy infiel y a algunos les pasa que escriben hoy todo lo contrario que escribieron antes y otros suelen ir al compás del viento o las mareas políticas para emitir sus opiniones, los títulos de trabajos muy humildes hechos en los últimos siete días: Arequipa: ¡apoteósico encuentro gráfico!; Prensa: ¿autocensura en caso Wagner?; Neocolonización chilena; ¡El aprismo es aprismo, no alanismo!; Perú: ¡la Edad de los ministros pordioseros!; y en ninguno de ellos escribo sobre una denominada Jusper, proyecto referido a algún plan de reforma judicial o algo por el estilo. Es decir, no puedo estar preocupado o inquieto o mentir, para usar el infamante término que bobamente utiliza La República, de ¡algo que no conozco y sobre lo que nunca he escrito!

Cuando alguien afirma o atribuye, sibilina o expresamente, en este caso la imprecisión aviesa discurre por ambas vías, algo a alguien, hay que citar la mención o las frases, la fecha, el lugar de aparición. Mis trabajos sólo aparecen en la red mundial Internet. Tengo la buena noticia, de cuando en vez, que algún diario local o nacional, emisora radial o televisiva habla sobre ellos o los enuncia para refutarlos o dar su asentimiento en torno a opiniones libremente emitidas. Por tanto, La República, tiene el deber ineludible y ético de transcribir lo que avala su epígrafe “Mentirosillos” en Ofidios de hoy y por el cual me meten a mí en un saco con un señor Dellepiani, objeto de no pocas menciones mías –y todas muy críticas- en los últimos años. Y si no las tiene o carece de ellas o leyeron mal (impensable en la gente seria), la urgente rectificación y disculpas del caso.

He escrito sobre APCI, Agencia Peruana de Cooperación Internacional, en dos o tres oportunidades: APCI: ¿Gestapo de ONGs? el 25-4-2006; y APCI: ¿qué sabe el burro(a) de alfajores? el 11-9-2006, y en ambos me he referido a temas sustentados en información pública, jamás refutada por los aludidos y en ninguno toco el tema de Jusper que aparentemente motivaría mis “inquietudes” según La República.

Me temo que La República patinó y sólo le queda la disculpa. Si no lo hacen, incurren en contradicción enorme con su propio término inefable que me dedican. Debo suponer que ellos sí valoran cuanto escribo y de cientos de artículos se fijan en algunos como que he recibido recensiones de importantes personajes de este mismo diario nacional en algunas oportunidades.

Cada quien en su puesto. Yo estoy en el mío, al margen de lo que haga cada quien. Tengo por cierto que de no ocurrir lo indispensable en términos éticos, no voy a ser yo quien pase por “mentirosillo” por la simple razón que no lo soy.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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