La primera vuelta de la elección presidencial francesa no tendrá lugar hasta el 22 de abril de 2007, pero la precampaña ya está en marcha. Este comienzo precoz se debe probablemente a la elección primaria interna prevista en el seno del Partido Socialista y a las discusiones sobre el procedimiento a seguir para la investidura del candidato del partido en el poder, la UMP. Si los candidatos potenciales tratan de seducir a los electores, lo contrario también está sucediendo. Los grupos de interés o corrientes de pensamiento de los diferentes sectores electorales ya solicitan a los candidatos potenciales.
En este contexto, los contactos se mueven entre los representantes franceses del neoconservadurismo estadounidense y los candidatos a la candidatura. A la derecha, siguen apostando por Nicolas Sarkozy. Por el lado de la izquierda, sin embargo, parecen separarse de Segolene Royal y preferir a Dominique Strauss-Kahn. Este cambio se expresa a través del repentino interés de la prensa atlantista por el ex ministro de Finanzas.

«Le Meilleur des mondes»
«Le Meilleur des mondes»
La revista de los neoconservadores en Francia.

Una importante señal proviene de la edición de otoño de la revista trimestral Le Meilleur des mondes [1], fundada en coordinación con la Foundation for the Defense of Democracies [2] para servir a los intereses de los voceros de los neoconservadores en Francia.
La revista afirma en su editorial que desea orientar el debate sobre la próxima elección presidencial ya que: «Nos encontramos de lleno en el siglo 21, y los años del 2007 al 2012 se anuncian como años sombríos, años de tempestades, años de desgracia, años de coraje (…) Queremos que esta campaña presidencial haga posible por fin el debate que tanta falta hizo durante el año 2002 y que tan caro le costó al país en cuanto a las consecuencias.». La revista toma nota del hecho que son Nicolas Sarkozy y Segolene Royal, no Dominique Strauss-Kahn, quienes marchan a la cabeza de los sondeos pero, en lo tocante al duelo que se anuncia, Le Meilleur des mondes recuerda que «la experiencia sobre las carreras presidenciales anteriores nos enseña a todos que debemos mantener la mayor prudencia» y, acto seguido, le dedica no menos de 12 páginas de entrevista a N. Sarkozy y la misma cantidad a D. Strauss-Kahn. En total, 24 páginas de entrevistas complacientes en las que ambos candidatos tienen la oportunidad de demostrar hasta qué punto comparten los análisis y la forma de ver el mundo de los neoconservadores.

Resulta difícil comparar punto por punto las entrevistas de ambos personajes ya que Sarkozy y Strauss-Kahn no respondieron a las mismas preguntas ni se enfrentaron a los mismos entrevistadores.

Nicolas Sarkozy respondió a las preguntas de Pascal Bruckner, André Glucksman, Michael Prazan y Yasmina Reza y su entrevista aborda sobre todo su visión sobre el lugar de Francia en el mundo, sobre las alianzas que se deben establecer y el porvenir de la Unión Europea. Además (la presencia de André Glucksman convierte lo siguiente en un trámite obligatorio), se le pidió que condenara enérgicamente la política rusa. Dominique Strauss-Kahn es entrevistado por Elié Cohen, Myriam Encaoua, Gerard Grunberg, Michel Laval y Michel Taubman. Se expresa ampliamente sobre el Líbano e Irán (ligando ambos asuntos), la Unión Europea, su visión de la economía francesa y del programa socialista en ese sector.

Por otra parte, hay que señalar que estos personajes no tienen hoy el mismo tipo de responsabilidades ni disponen, por tanto, del mismo margen de maniobra. Sarkozy es ministro en funciones y, aunque a menudo se toma libertades con la disciplina gubernamental, no puede ir demasiado lejos. También es, por otro lado, presidente de la UMP, partido cuyo sector gaullista no comparte el atlantismo de Sarkozy. Este último no puede, por consiguiente, ir tan lejos como Strauss-Kahn en sus declaraciones por lo que evita ciertas preguntas o las responde sólo brevemente limitándose a referirse a sus lazos personales con Estados Unidos e Israel para dar una idea más precisa de sus posiciones. Por momentos, el ministro del Interior glorifica la relación francoestadounidense retomando los argumentos más frecuentes del principio supremo del atlantismo: «soy partidario de una Francia amiga de Estados Unidos y explicaré este punto: Estados Unidos es uno de los pocos países en el mundo con el que nunca hemos estado en guerra. Está Polonia pero no debe haber muchos más. Los americanos vinieron a ayudarnos en dos ocasiones, y nosotros también los habíamos ayudado a ellos, hace más tiempo. Compartimos los mismos valores, tenemos costas con el mismo océano, ellos son la primera potencia económica, militar y monetaria. Nuestros hijos sueñan con la música americana y con las películas americanas. Y cuando les hablamos de hacer un viaje para que aprendan idiomas, prefieren ir a New York y no a Sheffield. ¿Eso quiere decir que tengamos que alinear nuestras posiciones con las de los americanos? No. Podemos perfectamente tener desacuerdos, pero tenemos que recordar, al expresar esos desacuerdos, que somos amigos desde hace tiempo y por mucho tiempo. ¡A menudo hace falta que Francia tenga una posición autónoma ante Estados Unidos! Pero no hay futuro en la oposición entre ellos y nosotros. Agrego, para ser muy claro, que puede ser que el gobierno americano no nos guste, pero yo pido hacia ese gobierno la misma indulgencia que profesamos hacia cierto número de gobiernos de otros países. Pienso específicamente en China y Rusia, con quienes tenemos desacuerdos más importantes». Esta conclusión de Sarkozy entraña una crítica implícita a las decisiones estratégicas del presidente Chirac. Para Sarkozy, Francia debería concentrarse en su asociación con Alemania y acercarse al Reino Unido así como renunciar al espejismo del eje París-Berlín-Moscú-Pekín.

Conforme a lo estipulado, Sarkozy elogia los «valores comunes» francoestadounidenses. Sin embargo, como este slogan es lo suficientemente elocuente, él no explica en qué consisten esos valores: ¿Se refiere acaso a la violación del derecho internacional representada por la invasión de Irak y el reconocimiento de las anexiones israelíes? ¿O a la violación de la libertad individual mediante el secuestro de sospechosos en Europa y la creación de cárceles secretas? ¿O al maltrato a las minorías demostrado en la negación de socorro a los negros de Nueva Orleáns y cuando se recibe a tiros a los inmigrantes clandestinos de origen hispano? ¿O al desprecio de la dignidad humana que denotan las torturas en Guantánamo y el frecuente uso de la pena de muerte?, por mencionar sólo algunos ejemplos…


Visita de Nicolas Sarkozy al presidente estadounidense, el 13 septiembre de 2006.
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Por otro lado, Sarkozy prefiere creer que los actuales dirigentes de Francia son el único obstáculo que bloquea la alianza con Estados Unidos y que tal alianza cuenta con una verdadera simpatía popular: «Existe a veces una diferencia entre lo que piensa una parte de nuestras elites y lo que siente el pueblo francés. Esto se vio claramente durante los aniversarios conmemorativos del desembarco, que tuvieron un éxito popular considerable. También se ve día a día en el gusto de los franceses por un determinado estilo de vida americano, por las películas americanas, por la literatura americana, por la música americana ». Sarkozy recuerda también sus lazos con Israel: «Mi primer viaje a Israel como presidente de la UMP fue para reunirme con Sharon», pero no va más allá. En cuanto a las cuestiones que tienen que ver con el Medio Oriente, se limita a retomar las cantinelas sobre el desarme «necesario» de Hezbollah, movimiento que presenta como un juguete de «potencias externas». También reclama un «apoyo» de Francia para Estados Unidos en la cuestión iraní, pero no desarrolla el asunto y habla de una indispensable lucha contra «los regímenes despóticos» que apoyan el terrorismo, sin especificar cuáles.

En resumen, Sarkozy alude constantemente a sus vínculos personales con los dirigentes estadounidenses y sus representantes como forma de garantizar su propia fidelidad.

Comparado con él, Dominique Strauss-Kahn parece abrazar los análisis y los intereses estadounidenses e israelíes más claramente que su competidor. El ex ministro de Finanzas emprende así un ataque en toda la línea contra Irán basándose en la retórica «antitotalitaria» de moda en los medios estadounidenses y proestadounidenses [3]: «La política que hoy se aplica en Irán bajo la égida de Ahmadinejad incluye numerosas expresiones del totalitarismo que, como tal, es necesario combatir; sobre este punto, es a mi entender un grave error el haber pretendido, como hicieron Jacques Chirac y su ministro de Relaciones Exteriores, Philippe Douste-Blazy, que Irán desempeñaba «un papel estabilizador» en la región. Eso da lugar a una confusión sobre la verdadera naturaleza del actual régimen iraní. Eso equivale a enviar un mensaje erróneo a un país que recurre ampliamente a su capacidad de hacer daño –se ve en el Líbano mediante el Hezbollah, en Irak o con el chantaje nuclear que está tratando de ejercer.». Y agrega que «No me incomoda el considerar al régimen iraní, o a otros regímenes políticos del Medio Oriente, como totalitarismos», sin precisar cuáles son los demás «regímenes totalitarios» que existen en el Medio Oriente. Luego afirma fríamente: «Uno se da cuenta de que los americanos se equivocaron de blanco. La amenaza no era Irak sino su vecino persa». Strauss-Kahn aprobaría entonces una acción militar contra Irán, pero no indica si desearía o no que Francia participara en ella.

El candidato a la investidura socialista hace también una lectura tan nebulosa como tergiversada de la situación del Medio Oriente y la agresión de Israel contra el Líbano que tuvo lugar durante el pasado verano «El Hezbollah no sólo es una organización terrorista (…) sino que es también una organización terrorista cuyo desarme se espera por parte del Líbano (…) Si el Hezbollah es un componente del gobierno libanés, el conflicto que acabamos de ver, y que de nuevo podríamos ver mañana, se convierte entonces en un conflicto tradicional entre dos Estados. En ese caso, ya no tienen fundamento las reticencias que pudieron existir en cuanto a las reacciones israelíes. Teníamos un agresor que venía del norte (el Líbano), y que ilegalmente agredió un país (Israel) que se encuentra al sur de su frontera. Si ese agresor forma parte del Estado libanés, entonces es el Líbano quien ataca a Israel. No creo evidentemente que nos podamos quedar con esa interpretación. Se trata entonces efectivamente de una organización terrorista y los libaneses tienen que desarmar al Hezbollah». Lo que queda claro es que si Strauss-Kahn afirma que los libaneses atacaron ilegalmente a Israel es porque él considera que el Estado judío está en paz con el Líbano. Lo cual implica que, al igual que Bush, Strauss-Kahn admite la anexión de los territorios de Chebaa por Israel así como la detención de miles de prisioneros de guerra libaneses.

Strauss-Kahn expresa también su deseo de acercarse a Estados Unidos y de abandonar viejos principios de la diplomacia francesa, como la política de Francia hacia los países árabes: «¡La famosa política árabe de Francia es una superchería que el Quai d’Orsay [El ministerio francés de Relaciones Exteriores. Nota del Traductor.] ha logrado venderle durante décadas al conjunto de la clase política! Eso nos permite crear que estamos al abrigo de toda amenaza terrorista (…) lo cual me parece completamente absurdo». Strauss-Kahn retoma por tanto las palabras de F. Hollande que el Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia (CRIF) citaba en noviembre de 2005 [4]. Además, finge creer que el objetivo de la política francesa en el Medio Oriente, concebida por el presidente De Gaulle después de la guerra israelo-árabe de 1967, era proteger al país de la amenaza terrorista. De paso, da a entender que existe una relación entre los Estados árabes y el terrorismo internacional.

Finalmente, Strauss-Kahn la emprende con el proyecto económico del Partido Socialista. Ante la inquietud del economista neoliberal Elie Cohen, se compromete de forma tácita a no respetar los compromisos de su partido: «Yo no asumo [los errores de diagnósticos económicos del proyecto socialista] que yo [les] denuncio y que me he pasado el tiempo [les] denunciando públicamente! (…) Pero, si poner todas [las proposiciones económicases] una detrás de otra constituye un recurso útil, esa «biblioteca» no constituye por sí sola una política. Determinar esas prioridades será entonces asunto del presidente de la República. Será él quien tendrá que agregar o posponer tal o más cuál medida según su apreciación de la situación económica francesa ».

Al leer y comparar ambas entrevistas, uno tiene finalmente la impresión que Dominique Strauss-Kahn, aún estando ideológicamente menos cerca, responde mejor a las expectativas de la revista que su competidor de derecha. En efecto, en su editorial, Le Meilleur des mondes plantea los dos puntos importantes para los neoconservadores: la aceleración de la armonización de la economía francesa con el modelo anglosajón (que se presenta mediante la retórica de la necesaria «reforma» que exige la globalización) y el desarrollo del belicismo contra Irán, país presentado como la peor amenaza para «Occidente». El editorial indica: «Ben Laden (…) ese cabecilla, capaz de ataques sanguinarios, perdió con la caída de los talibanes la apariencia de Estado que podía servir de retaguardia a su yihad. Es en Teherán, su punto de partida en 1979, que la revolución islámica parece tomar hoy un impulso nuevo y aterrador. Dispone ahora de un líder: el presidente Ahmadinejad, que recuerda, por su arrogancia y su desprecio por las reglas internacionales, a los peores dictadores del siglo 20. Tiene su héroe: Hasan Nasrallah. Su pasión: el odio hacia Occidente. Su objetivo simbólico: la destrucción del Estado de Israel. Su arma inédita: los miles de mártires en potencia que, desde Marruecos hasta Indonesia, son conducidos al sacrificio por el odio que los ciega. Todavía le falta la bomba atómica. ¿Por cuánto tiempo?». Resulta evidente que, para la revista, Irán es el substituto perfecto de Al-Qaeda en el papel de adversario, al extremo que Le Meilleur des mondes afirma ahora que los fundamentalistas sunnitas están dispuestos a obedecer a su enemigo milenario, el Irán chiíta.

Hay señalar que Dominique Strauss-Kahn preside el Comité científico de la Fundación Jean Jaures, asociación que goza del apoyo directo de la NED [5] y que es miembro del Club de Bilderberg, un grupo de cooptación de los círculos de la OTAN. Por su lado, Nicolas Sarkozy goza de mucho menos entradas en los medios proestadounidenses. En cambio, ha privilegiado el desarrollo de relaciones personales únicamente con los líderes de la corriente neoconservadora estadounidense y con los de la derecha israelí.

[1Le Meilleur des mondes, Éditions Denoël, Otoño de 2006.

[2«Les trucages de la Foundation for the Defense of Democracies», Voltairenet, 2 de febrero de 2005.

[3«Choc des civilisations: la vieille histoire du « nouveau totalitarisme»», por Cédric Housez, Réseau Voltaire, 19 de septiembre de 2006.

[4« Francia: el Partido Socialista se compromete a eliminar los diplomáticos proárabes», por Ossama Lotfy, Réseau Voltaire, 30 de noviembre de 2005.

[5« La NED, nébuleuse de l’ingérence démocratique», Voltairenet, 24 de enero de 2004.