Explica que aún a estas fechas, a cinco años del trágico suceso, por razones de responsabilidades no aclaradas y por juicios pendientes, restan por saldar aproximadamente 25 por ciento de los pagos por indemnización. Sin embargo, dada las características de algunos ramos (como por ejemplo responsabilidad civil), finiquitar los pagos podría extenderse hasta unos 20 años.

Los pagos realizados por la industria aseguradora abarcan más de 22 líneas de cobertura, entre las que destacan el seguro de vida y de accidentes personales, interrupción de negocios, responsabilidad civil (RC), daños a la propiedad, incluyendo los daños causados a las Torres I y II, RC aviación, compensación a trabajadores, cobertura por cancelación de eventos, pérdidas de los cascos de los cuatro aviones comerciales, etcétera. Un total de 119 aseguradoras y reaseguradoras resultaron afectadas en la cobertura de este evento catastrófico.

El hecho de que hayan sido destruidas las dos torres de N.Y. ha dejado una experiencia dolorosa a los aseguradores, dado que se había calculado un siniestro equivalente a “seis pisos totalmente destruidos por fuego, más cuatro pisos dañados por humo y fuego”, y que la pérdida máxima probable no sobrepasaría de 200 millones de dólares, explica Agata.

La suma asegurada que contrató Larry Silverstein, propietario de las Torres Gemelas, ascendía a alrededor 3 mil millones de dólares. Indudablemente, la pérdida causada a los edificios ha rebasado por mucho esta cantidad.

En opinión de Horst Agata, la respuesta a la pregunta de que si los daños por terrorismo pueden ser asegurables resulta muy compleja por varios factores. Por un lado tenemos que considerar una enorme heterogeneidad entre los posibles arquetipos de actos terroristas.

Además, agregó, depende del lugar y hora del suceso, porque el volumen de daño será completamente distinto. Y por último, tenemos que ligar todo acontecimiento siniestral a una probabilidad de ocurrencia para que los actuarios de la industria aseguradora puedan calcular el potencial de daños que estamos asumiendo.

Hasta antes de ocurrida la tragedia del 11/S, las aseguradoras ingenuamente brindaban la cobertura de daños por terrorismo dentro de los seguros de riesgos patrimoniales, frecuentemente sin cobrar la prima correspondiente, señala.

Por lo tanto, expone Agata, hoy más que nunca, los aseguradores hacen detallados análisis sobre las enormes concentraciones de valores que encuentran en las distintas metrópolis tales como: Chicago, Los Angeles y San Francisco, así como Berlín y otras ciudades de Alemania.

Aunque México no es un país que a simple vista esté expuesto a un ataque terrorista, puede surgir la demanda de una cobertura contra daños por terrorismo. Por ejemplo, es posible que empresas trasnacionales soliciten esta cobertura para cada una de sus representaciones en todo el mundo, incluyendo las de nuestra región.

En países como Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, España y Australia, para satisfacer la demanda de una protección de seguro para sus clientes, la industria aseguradora ha creado los medios correspondientes. En su mayoría se trata de pooles, es decir, entidades en la que un gran grupo de aseguradoras, reaseguradoras y en muchos casos también el Estado, participan con cierta cuota en el riesgo asumido cobrando una prima correspondiente.

En estos casos, generalmente el Estado asume el papel del “asegurador de último recurso”, es decir el riesgo residual después de haberse agotado la capacidad de los aseguradores particulares.

Año IV No. 44 Septiembre 2006