Hay datos que llaman la atención en los resultados arrojados por la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Ende), que realiza Profamilia. Entre éstos quisiera destacar dos en particular, con el fin de contribuir en el afinamiento y precisión de futuros proyectos de intervención en el área.

1. "De acuerdo con los resultados obtenidos en este estudio, al igual que los de las encuestas de 1995 y 2000, se puede deducir que en Colombia el conocimiento de métodos de planificación familiar es universal entre las mujeres entrevistadas, independiente de su estado de exposición."

2. "Se puede apreciar que el 81 por ciento de todas las mujeres encuestadas, alguna vez en su vida ha usado un método anticonceptivo, lo cual representa un incremento de cinco puntos porcentuales con relación a los resultados obtenidos en la encuesta del año 2000. Los métodos más utilizados por todas las mujeres han sido la píldora, el condón, el retiro y la inyección."

¿Qué nos dice esto? Efectivamente hay, producto de las campañas que se han realizado y de los programas de educación en diferentes contextos, un efecto positivo de propagación y transmisión de información, que podemos pensar se ha llevado desde diversos ámbitos (familia, colegio, universidad, comunidad, medios de comunicación, etc.). Lo anterior se hace evidente cuando tenemos contacto con jóvenes que pueden relatar con facilidad, y en uso de su buena memoria, qué es el condón, cómo se usa, etc.

Ahora, ¿qué hacer entonces? ¿Cómo enfrentar el problema? La cuestión muestra, con claridad descarnada, que en el problema de la planificación consciente de los actos humanos habita una dimensión que se sale por completo de la consciencia. Recuerdo en este instante la voz de algunos jóvenes en el contexto de un trabajo grupal sobre el tema del uso de drogas. Sabían por ejemplo sobre pros y contras del consumo, los riesgos para su vida, y ante la pregunta "¿por qué usarlas entonces?", la respuesta fue clara: en medio del júbilo, del goce extasiado, del frenesí del momento.

"Eso se olvida", "Eso se va"

¿Qué es eso? Frente a la evidencia, el intento de aquellos sujetos por explicar lo dicho parecía siempre escaso, las palabras no alcanzaban a simbolizar lo que "se les había salido" a algunos de ellos. Había risas, algunas caras de confusión, otras mostraban actitud reflexiva. En todo caso, se hizo patente que, no obstante la tarea bien aprendida sobre métodos y técnicas, de pronto, ¡todo se olvidó!

El ejemplo nos sirve para establecer que dentro de los programas de promoción y prevención del embarazo y la maternidad no deseados se deben incluir categorías que den cuenta de aquello no-consciente que se mueve en la mente de las personas, es decir, el inconsciente del ser humano. Se trata de algo inaplazable, porque como lo sabemos, y lo respaldan ahora nuevas cifras, a mayor esfuerzo por eludir aquello que no funciona bien, más fuerte y negativo su retorno e insistencia. Justamente, es el efecto que los analistas conocemos como el retorno de reprimido, que cobra dimensiones funestas cuando la represión pretende imponerse. Sin embargo, cabe anotar que la salida dista diametralmente de aquella que aclama por la anulación ciega de la represión, no se trata de esto, la sugerencia va en otra vía.

En cuanto a las propuestas, convienen los siguientes interrogantes: ¿Por qué, por ejemplo, no se incluye a los padres adolescentes dentro de los programas en cuestión? ¿Son acaso las jóvenes madres las únicas que merecen intervención y planes? Sin duda cada una de estas mujeres, para quedar en embarazo, no han estado solas. Por esto, la paradoja es más grande, cuando constatamos que los estudios y proyectos se centran en las mujeres y sus hijos. ¿y ellos? ¿Acaso no se angustian? ¿Acaso la paternidad (efectiva o posible) no constituye una experiencia nueva y extraña para algunos, frente a la cual no todos parecerían dotados con las herramientas simbólicas para responder de manera conveniente? De allí justamente algunos abandonos de niños, el aborto irresponsable, las crisis de parejas, la madre soltería, entre otras dificultades, que hacen crisis en lo social.

Oímos que éstos y otros problemas de la humanidad contemporánea pueden ser explicados por lo que algunos profesionales denominamos "decaimiento de la imagen paterna"; una falla en la efectividad que esta figura implicaba en cuanto a la transmisión de límites, valores, y algo fundamental, a Ley simbólica. Lo anterior, su inscripción mental, da justamente la posibilidad a cada sujeto, para contener actos que le permiten construirse un lugar en la sociedad. Así, se crea desde el interior de los individuos, barreras a horrores expresados bajo formas diversas de violencia, maltrato, abuso y agresión, entre otros. Si esto es así, ¿cómo es que el joven -el hombre- no está allí nombrado y tenido, literalmente, en cuenta?

Los analistas damos un valor a ciertos olvidos: lapsus. No cualquier falla en la memoria es un lapsus, es decir, algo que merezca ser interpretado como expresión del inconsciente, individual o social. Al parecer, el olvido de ciertas categorías en el abordaje de éstos y otros problemas de salud pública y conflictos sociales debe considerarse así, un lapsus que ha de ser leído con lupa.

Ahora, para que cada sujeto pueda hacerse responsable sobre eso que falla y que causa sufrimiento y malestar (por ejemplo un "exceso" que termine en embarazo no deseado), es necesario que los proyectos de investigación, promoción y prevención (dentro de lo que es posible prever en lo humano) cobijen -al lado de otras variables- la dimensión ética atada al inconsciente. Lo anterior puede ser trabajado en contextos individuales y en pequeños grupos, por personal especializado y entrenado, listo a escuchar y trabajar desde esta vertiente.