Muy diversos pueden ser los aspectos a destacar desde que, muy joven, cual Quijote moderno, encabezó la lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista y condujo a sus compatriotas a la victoria de enero de 1959 y hasta nuestros días. Mucho puede escribirse de su proverbial dedicación a la causa de los humildes; de su honradez; lealtad y el apego a los principios y la transparencia como gobernante, en una época en que la corrupción está de moda.

Bien se puede tratar también sobre la claridad, rigor y alcance de sus ideas en un momento de grandes confusiones ideológicas.

Y con el riesgo de importantes omisiones vale resumir los más descollantes momentos que lo han tenido como protagonista.

El ataque a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes el 26 de julio de 1953, con los cuales inicio la lucha armada contra la tiranía proimperialista de Fulgencio Batista, acción que por su audacia ha sido considerada como heroico intento de tomar el cielo por sorpresa.

A ello seguirá, su alegato de autodefensa durante el juicio por los sucesos del 26 de julio, conocido como La Historia me Absolverá, convertida en concepción programática de la lucha de liberación nacional.

Después vendría el período de la cárcel y la intensa labor organizativa del movimiento revolucionario, a la que se sumará, sin tregua, el exilio y la preparación de los futuros guerrilleros en México para dar seguimiento a la obra.

La expedición en el Granma, la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, de riesgos, privaciones y sueños, desbordada y extendida más allá del negativismo de muchos, vencedora de mitos y prejuicios y portadora de la llama de la libertad.

Y llegó el primero de enero victorioso, preñado de esperanzas y peligros incontables y anunciador de un largo camino, emprendido sin vacilaciones a pesar de estar persuadido de que en lo adelante, como vaticinó al entrar en La Habana el ocho de enero de 1959, todo sería más difícil.

Sin pedir ni dar tregua, y sin medir el poderío del enemigo, como solo hacen quienes están ganados por la fe y confianza en el pueblo y su futuro, promovió alfabetización, reforma agraria, recuperación de recursos nacionales ¡y socialismo! construido en las mismas narices del imperio.

Uno tras otro, enfrentó los impresionantes molinos de viento imperiales con sus amenazantes aspas: Lucha contra bandidos, Girón (Bahía de Cochinos), Crisis de Octubre, guerra económica y cientos de planes de atentados, provocaciones, calumnias, amenazas y agresiones, y todo eso sin dejar de brindar generosa solidaridad internacionalista a los pueblos de Africa, Asia y América Latina.

Mención aparte merece la firme e inteligente conducción del país durante el llamado período especial, aguda crisis económica provocada por el derrumbe de la comunidad socialista, cuando para muchos, amigos y enemigos, parecía llegado el fin de la historia y hacían oídos al canto proclamado desde Washington.

Sin desmayo y sin ceder jamás a uno solo de los principios, mantiene la batalla simultánea en escenarios diversos contra el bloqueo norteamericano reforzado, la Ley asesina de Ajuste Cubano; los publicitados planes injerencistas y anexionistas de una administración trasnochada y fascista en EE.UU., y por el regreso de los Cinco compatriotas injustamente encarcelados en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo contra Cuba.

En tales circunstancias la respuesta fue, una vez más, la de los grandes: la estratégica Batalla de Ideas, como el camino claro y recto para alcanzar la cultura general integral y el desarrollo socio-cultural indispensable para lograr la sociedad de justicia y equidad.

Faltan en esta apretada síntesis otros muchos triunfos e incluso reveses convertidos en victorias, pues resulta imposible abarcarlo todo, principalmente cuando se pretende esbozar la vida de quien ha sostenido el principio martiano de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.

Imposible resulta escribir sobre Fidel tomando distancia del sujeto, como habitualmente se hace con otras figuras públicas, con el fin de no mezclar la evaluación de su conducta con sentimientos personales.

Pero es inevitable y la pluma del profesional cede ante el reclamo del corazón para desearle, como parte de un coro de millones de cubanos y humildes de este mundo, ¡Larga vida, inmenso Caguairán!

(*) Árbol de madera dura, valiosa y resistente, conocido también como Quiebra Hacha. Es incorruptible, compacto de una dureza extraordinaria. El color es rojo púrpura. Oriundo del oriente cubano.

Agencia Cubana de Noticias