Rafael Correa llega al gobierno con una de las más altas votaciones alcanzadas en los últimos procesos. Por segunda ocasión consecutiva triunfa la tendencia progresista, democrática, antioligarquica y de izquierda. Es un triunfo de todas aquellas fuerzas que buscan cambios, democracia, que luchan por un Ecuador soberano y más justo.

En este proceso fue rechazada la grotesca e inmoral compra de votos realizada por el magnate Álvaro Noboa, una buena parte de la población no confío en el baratillo de ofertas demagógicas. Un hecho relevante de este proceso es que el pueblo no se comió el discurso anticomunista con el que la derecha pretendió crear temor y rechazo. No le sirvieron las alusiones perversas contra Cuba y Venezuela, contra Castro y Chávez, contra el MPD y las FARC. El discurso empresarial que ponía como paradigma del desarrollo capitalista a EE UU o España fue rechazado

Los resultados electorales confirman la tendencia que viven los pueblos latinoamericanos, que rechazan al neoliberalismo y cuyas opciones marchan en contracorriente con los designios norteamericanos, que han sido los causantes de la más aguda crisis, el descalabro económico, la mayor pobreza y exclusión, de los mayores niveles de corrupción que corroen a todos los estamentos de la institucionalidad burguesa.

Rafael Correa pudo aglutinar a su alrededor a una serie de fuerzas sociales y políticas del centro y de la izquierda. Contó con el apoyo de la Izquierda Democrática, Pachakutik, el MPD, y de una basta franja de sectores sociales que volcaron su apoyo a una propuesta progresista, patriótica, nacionalista, que reivindica la necesidad de tener un país soberano, que rompa el tutelaje y la dependencia de los EEUU. Estos planeamientos fueron reafirmados por Rafael Correa la misma noche en que se confirmó su triunfo: no firmar el TLC con EEUU, no involucrar al país en el plan Colombia, y avanzó incluso a plantear la eventualialidad de una moratoria de la deuda externa, la posibilidad de reinsertar al país en la OPEP, y ha sostenido que su segundo decreto presidencial será para convocar a la consulta popular que apruebe la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Estos planteamientos efectivamente se contraponen con intereses imperialistas, afectan la tradicional forma de sometimiento de la que ha sido objeto nuestro país.

Junto a estos elementos, la propuesta de Correa apuntó a captar y representar a un electorado que buscaba cambios en la estructuración política del país, que demanda una participación más democrática en los asuntos del Estado y, por otro lado, apuntó sobre todo en la segunda vuelta, a dar respuesta y hacer planteamientos con los elementos más sentidos por el pueblo, como vivienda, educación, trabajo, salarios y derechos laborales.

Confirmando el golpe recibido en la primera vuelta electoral fueron derrotados nuevamente el Partido Social Cristiano, el Partido Roldosista Ecuatoriano, que cerraron filas alrededor del oligarca Álvaro Noboa. Es una derrota a uno de los grupos más poderosos y recalcitrantes del Ecuador, que promulga y defiende el neoliberalismo y el sometimiento abierto a las transnacionales norteamericanas, que ha promovido las políticas de ajuste y de privatización.

Se abre un nuevo proceso político en Ecuador, donde las expectativas de los pueblos por el cambio son muy altas, se abre una oportunidad para ellos de un mayor protagonismo en la vida política del país.

El nuevo gobierno tiene grandes retos que pueden ser alcanzados si se tiene al pueblo como centro de la acción gubernamental y protagonista principal para el empuje de los aspectos más democráticos y progresistas, pues no tiene todo el camino allanado y tendrá que enfrentarse a poderosos intereses, a una derecha derrotada pero no aniquilada, que pretenderá mantener el statu quo, obstaculizar las propuestas que afectan sus intereses.