El relevo presidencial del año 2000 tuvo un contexto internacional favorable: las naciones balcánicas se levantaban de sus cenizas, las dictaduras latinoamericanas se extinguían y asumían como el bono democrático que le dio la sociedad mexicana a Vicente Fox.

Seis años después, el legado de Fox Quesada a Felipe Calderón es un país con 4 millones de mexicanos fugados a Estados Unidos, la degradación de su diplomacia y la incertidumbre política para millones.

En el contexto internacional, Fox deja una herencia amarga. “Hace apenas seis años, cuando inauguramos la democracia, tuvimos la primera alternancia que fue muy bien recibida a nivel internacional, y al poco tiempo se ve que no podemos con la democracia”, asegura José Antonio Crespo, politólogo y director del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).

Al grave conflicto postelectoral, difícil de resolver y tan prolongado, se suma el de Oaxaca. “Sí creo que esté provocando inquietudes y una mala percepción en el marco internacional, incluso cautela en lo que se refiere a futuras inversiones, además de los señalamientos de muchos países de que sus turistas no vayan a Oaxaca. Esta mala imagen puede repercutir negativamente tanto en nuestras relaciones diplomáticas como en las inversiones”, agrega el analista político.

En este contexto, “Calderón hereda un país muy dividido, muy enconado y llega políticamente débil, por la percepción sobre su legitimidad, es un problema ríspido con grupos de la izquierda -radicalizados en buena parte por el resultado electoral y la forma en que se dio la elección- que estimula a los movimientos radicales, como en Oaxaca, como la explosión de los petardos (presuntamente provenientes de grupos guerrilleros)”.

Para el investigador la actual crisis postelectoral y la adhesión de varios sectores sociales, obedece a que a la izquierda se le cerraron las puertas en varias ocasiones, en el 88 y ahora; por lo tanto, quienes están en el poder no permitirán que la izquierda llegue al poder mediante la democracia.

El futuro mandatario, por tanto, hereda un país exactamente contrario al que Fox recibió. Además, Calderón entra a la Presidencia muy cercado, tanto por propios como por extraños. Por un lado está apretando un radicalizado Partido de la Revolución Democrática (PRD), que no lo reconoce y detrás hay un movimiento popular encabezado por Andrés Manuel López Obrador, con la consigna no sólo de no reconocerlo, sino de impedir que llegue a la Presidencia o eventualmente quitarlo del poder porque no reconoce su legitimidad.

Al mismo tiempo, Calderón enfrenta internamente divisiones con el dirigente de su partido, Manuel Espino, quien le complicó las cosas desde la campaña electoral. Además un nuevo frente se abre en la retaguardia: la posible ruptura con su aliada fundamental, Elba Esther Gordillo, sin la que difícilmente Felipe Calderón habría podido ganar. Por ello, explica Crespo, podría abrirse un frente muy peligroso en la retaguardia “porque sabemos que la maestra tiene mucho poder de movilización, mucho oficio político y no le gusta que no le cumplan”, observa Crespo Mendoza.

Legado de regresión

 Del entusiasmo por un gobierno de la alternancia, en el 2000, ¿ahora se nos vería como a una república bananera?

 Sí, totalmente. Esa fue una gran oportunidad de modernización política que se abrió, era señal de que entrábamos a la modernidad política y esa oportunidad la despilfarró el presidente Fox de manera totalmente dramática.

Ese capital político de Fox y del propio país se despilfarró y nos puso en una situación de regresión de varios años, de pérdida en la credibilidad electoral que veníamos acumulando y de mayor escepticismo sobre la viabilidad democrática del país. Fue una gran oportunidad perdida, principalmente por el presidente Foax, quien inició todo esto, desde luego hay corresponsales, otros actores políticos, pero quien tenía la batuta, las riendas del país, y quien inició el proceso de descomposición de esta elección, quien la descuidó de manera brutal fue el presidente Fox”.

Miguel Pickard, investigador del Centro de Investigaciones Económicas Políticas de Acción Comunitaria (Ciepac), responde también a esa pregunta: “no diría que Calderón recibe una república bananera, pero sí un país que se desindustrializa a pasos agigantados. Lo que muchas veces hemos designado como república bananera es que carece de sector industrial, y México sí está perdiendo fábricas, su planta industrial se está desmantelando precisamente por las políticas macroeconómicas, neoliberales.

“Aunque esa es la tendencia, todavía no calificaría al país de república bananera; es innegable que vamos a la desindustrialización”, sostiene el economista.

Migración por desempleo

Pickard brinda un análisis económico del país que recibe Felipe Calderón. “Va a heredar un país que no está creando empleo, estancado económicamente a pesar del supuesto crecimiento del 4 por ciento de este año. Recibe un país cuyo crecimiento no llega a la inmensa mayoría de los mexicanos, ni repercute para abatir los niveles de pobreza”.

Además, Calderón recibe un país totalmente controlado en lo económico por las elites del país en contubernio directo con las elites de los Estados Unidos. El nuevo presidente no hará nada para cambiar el rumbo del país en lo económico y por tanto, prevemos mayores dificultades para el pueblo en términos de empleo. La riqueza, sostiene Pickard, seguirá concentrándose hacia el uno por ciento más rico del país y sobrevendrán problemas graves al incrementarse la pobreza.

Si hubiera potenciado el sector agrícola, podría haber creado empleo en el campo y no habría tanto emigrante, pero tampoco se hizo.

Desgraciadamente está desatendido el campo, y con la creciente desindustrialización del país se crean las condiciones para la expulsión de los mexicanos.

“Según cifras del propio gobierno mexicano, en el sexenio de Fox se habrán ido 3 millones 200 mil personas a los Estados Unidos. ¿Qué mayor condena puede haber hacia las políticas económicas que siguió este presidente y quienes lo antecedieron?”, pregunta el investigador, quien agrega que “no puede haber una condena más fuerte; tenemos que cambiar las políticas económicas de este país, es una tarea difícil pero tenemos que ir contra la corriente de políticas económicas que vienen de los Estados Unidos, porque no estamos creando empleo en este país. Es una aberración”.

Otro legado negativo de Fox a Calderón es la falta de negociaciones sobre el Capítulo Agrícola, en el 2008, en el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), que perjudicará la producción nacional de maíz y frijol. En este sentido, el académico refiere que a pesar de que el gobierno mexicano en sus negociaciones con el movimiento prometió sus demandas al gobierno de Bush, no lo hizo.

Por esa razón, Calderón enfrentará la presión de las grandes agro-exportadoras estadounidenses, para impedir que su gobierno revise ese capítulo del TLCAN, al tiempo en que los campesinos exijan su supervivencia.

En el mismo sentido, el analista observa con alarma las primeras señales del equipo de transición del sucesor de Fox y sus pláticas con empresas petroleras en Canadá y Estados Unidos, además de su viaje a Centroamérica para potenciar de nuevo el Plan Puebla Panamá (PPP).

“Estratégicamente sería obviamente un enorme error privatizar Pemex, Compañía de Luz y Fuerza del Centro o la Comisión Federal de Electricidad, todas empresas de sectores estratégicos, y no hay sector más estratégico que el energético y por lo tanto su privatización no necesariamente es la mejor manera de hacer eficientes a estas empresas.

Calderón Hinojosa también hereda el fracaso del Plan Puebla Panamá, de Fox, aunque hay un impulso regional, en especial a partir de la afiliación de Colombia, añade Pickard, quien observa el fortalecimiento del PPP con firmas energéticas estadounidenses. Este legado pondrá al flamante presidente, en manos de las trasnacionales que operarán los beneficios de la región.

Publicado: Diciembre 1a quincena de 2006

Las cifras de la herencia

El país que Felipe Calderón gobernará de diciembre del 2006 a diciembre de 2012 se traduce en estadísticas muy dramáticas. En septiembre del 2005, un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reveló que tres de cada cuatro pobres de América Latina residen en cinco países: México, Brasil, Perú, Colombia y Argentina, cuyas provincias tienen indicadores de desarrollo iguales a los de naciones africanas. En México hay 39.7 millones de pobres (39.4 por ciento de la población), de los cuales 12.7 millones son indigentes (12.6 por ciento).

México también encabeza la lista de secuestros denunciados a nivel mundial, superando a Colombia y a Brasil, indicó José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. En agosto del 2005, la policía nacional reportó 194 secuestros de enero a junio, comparados con 172 plagios registrados el mismo período por la Secretaría de Defensa colombiana y 169 denunciados en Brasil.

Paradójicamente, la radiografía más real del México actual está en el CIA Factbook (el índice por países de la Agencia Central de Inteligencia). El documento afirma que México tiene una economía de libre mercado que recientemente entró en la categoría de los tres millones de dólares. “Tiene una mezcla de industria moderna y obsoleta así como una agricultura crecientemente dominada por el sector privado. Recientes gobiernos expandieron su competencia en puertos marinos, vías ferroviarias, telecomunicaciones, generación de electricidad, distribución de gas natural y aeropuertos.

“El ingreso per cápita es un cuarto del de EU y la distribución del ingreso es muy desigual. El comercio con Estados Unidos y Canadá se triplicó desde la implementación del NAFTA en 1994, México tiene 12 acuerdos de libre comercio con otros 40 países, por lo que más del 90 por ciento de su comercio se hace con acuerdos de libre comercio.

“Se advierte la necesidad de que la Administración Fox incremente la infraestructura, modernice el sistema fiscal y las leyes laborales así como permitir la inversión extranjera en el sector energético, pero ha sido incapaz de ganar el apoyo de la oposición que lidera el Congreso”.

Anticipa la CIA que “el próximo gobierno que llegue al cargo, en diciembre del 2006, confrontará los mismos retos de crecimiento económico, así como de mejorar la competitividad internacional de México y reducir la pobreza”.