Ha sido necesario el encontrarnos en la actualidad frente a un hecho concreto y es el referente a que no podemos estar seguros de cuando se concretará el TLC con los Estados Unidos. Ello pone a nuestro país en una cruda situación, aunque si bien es cierto el acuerdo del APTDEA se renovaría y tendría un efecto paliativo a nuestras exportaciones a dicho mercado, no conlleva, las mismas condiciones que el TLC supuestamente nos generaría.

Esto sucede cuando las acciones han sido el resultado de una acción no planificada en lo macro. El sábado pasado mencionamos el tema referente a como se obtiene el éxito en una negociación. Nos referíamos a su carácter tridimensional y el énfasis a la etapa de la preparación. Sinceramente consideramos que ha faltado la parte relativa a la preparación para esta negociación. Se partió de una premisa totalmente cuestionable ¡si o si! que no conllevaba ninguna preparación ni diseño, solo se examinó la táctica y probablemente el diseño de la negociación. Faltaba la preparación que es la parte más esencial en cualquier negociación que quiere llegar al éxito.

Lo primero que se debió establecer fue un “mapa” de nuestras capacidades, potencialidades y competitividad, para saber a ciencia cierta que es lo que buscamos, no en plazos cortos y medianistas, sino, por el contrario en mediano y largo plazo. Saber con exactitud que es lo que los mercados se encuentran buscando; quienes de ellos tienen necesidades imperiosas de poder cubrir sus requerimientos, con quienes competimos y en que condiciones; cuán importantes somos en el abastecimiento de esas necesidades, etc.

Es decir no cuestionamos que se busque el TLC con los americanos si el mismo va a cumplir con nuestras expectativas, lo que planteamos es que no debe ser el único sustento para incrementar nuestro desarrollo comercial y de inversiones. Evidentemente es uno de los mercados más importantes pues es donde nuestros empresarios están acostumbrados a participar, pero no es el único.

En el buen sentido de la globalización y la aplicación de una “Realpolitik” debíamos haber establecido una política sustentada, en un “mapa” de nuestra potencialidad real y a futuro, identificando en el mismo hacia a donde debíamos dirigir nuestros esfuerzos en función de quienes realmente necesitan de nosotros y lo que nuestro desarrollo requiere. Ello implicaba que no hubiera un solo TLC “vital” para nuestra economía, sino por el contrario varios TLCs, caso de China, Japón, y Sudeste Asiático sin olvidar al Brasil. Aparte del TLC con la Unión Europea, pero éste se encuentra limitado a la negociación de la Comunidad Andina y así, en este momento, no tendríamos “todos los huevos en una sola canasta”.