Sostiene Javier Barreda Jara, portero y guardián oficial de la ortodoxia aprista que “Hoy es otro momento y urge de alianzas para gobernar. Pero si esto es así, ¿por qué la alianza es con el bloque liberal, independiente o que otros llaman “conservador” y no con la (autodenominada) izquierda? Simplemente porque la izquierda en el Perú no existe como gran actor político y los rezagos de lo que fue no son garantía de gobernabilidad (salvo excepciones) y progreso”. (Correo 26-12-2006, Sobre alianzas y consensos).

Pregunta directa: ¿es este el nuevo predicamento del Apra, vía su “portero y guardián” de la ortodoxia?

Con estilo criollísimo Javier Jara no llama a las cosas por su nombre: ese “bloque liberal, independiente o que otros llaman “conservador”, son los integrantes del reaccionarismo anticholo, profundamente sectario y utilitarista al servicio cipayo de las transnacionales que han puesto sus garras en las almohadas que les ha obsequiado amablemente el actual partido de gobierno. Hay una santa alianza, de intragable digestión –por decencia y dignidad- la que hoy se empieza a institucionalizar. La derecha se llama a sí misma liberal o independiente. No le gusta que el pueblo llano les tilde de lo que son, elementos infiltrados en el cuerpo nacional y que fungen de esquiroles cancerosos al servicio de intereses foráneos.

¿Será esta una clarísima “razón” para que la administración del señor García Pérez haya regalado ministerios claves a elementos no sólo conservadores sino partícipes del diseño globalizador que embrutece multitudes y enriquece a minorías “ilustradas”? ¿Cuáles los intereses peruanos y peruanistas de los sectores Economía, Transportes, Comercio Exterior, Defensa, Relaciones Exteriores?

Como no hay “izquierda”, entonces, sostiene Javier Barreda, se han producido estos aguinaldos pre-navideños y anti-históricos porque son parte del “marco de consensos”, huachafería neologista encubridora de trapisondas al por mayor y estupidez gestada entre mediocres. Según algunos pensadores genuinos, el choque de los contrarios produce la elevación ideológica. En cambio, el consenso es muestra patética de falta de imaginación porque es más fácil convenir y complotar en complicidad que en polémica rica, dura pero revolucionaria. ¿Y qué hay de la izquierda democrática? No pocos cuadros marxistas hablan de la izquierda democrática porque aspiran a robarle al aprismo su denominación o marca de origen. Diríamos que su patente distintiva y característica que hoy los supuestos guardianes abandonan por los “consensos”.

Es tal el zafarrancho confusionista que ayer el presidente García parafraseó con leve diferencia al dictador del ochenio, Manuel A. Odría: “la democracia no se come”, sólo que cambió democracia por demagogia, pero el sentido –si hay tal en esta humillante paráfrasis- es idéntico.

Entonces, la lógica –la de “consensos” y abdicaciones traidoras- esgrimida por los espadachines funcionales del régimen, hace “entender” cómo la asquerosa presea y dádiva minera de apenas S/ 2500 millones para el lustro, es un aporte extraordinario. ¡Cómo la pillería de los ladrones de Telefónica que sólo adelantan lo previsto, se la llama renegociación! ¡Pamplinas!

Más de uno debería recordar los siguiente párrafos que, de repente, jamás leyó:

“No sé cuál mi suerte, ni me interesa pensar en ella. Cuido sí de ratificar en estos interesantes momentos de mi vida, la afirmación de mi credo revolucionario, ajeno y muy lejos de la pobredumbre política nacional.

Represento un principio, un credo, una bandera de juventud. Agito y agitaré las conciencias hacia la justicia. Lucho por producir la precursora revolución de los espíritus y maldigo con todo calor de mi convencimiento a los explotadores del pueblo que hacen del gobierno y la política, vil negociado culpable.

Si he de marchar al destierro, algún día he de volver. Retornaré a mi tiempo, cuando sea llegada la hora de la gran transformación. Ya lo he dicho y lo repito: sólo la muerte será más fuerte que mi decisión de ser incansable en la cruzada libertadora, que América espera de sus juventudes en nombre de la Justicia Social.

Prisión de San Lorenzo, 3 de octubre de 1923

Víctor Raúl Haya de la Torre”

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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