Los ungidos señores de la muerte exasperados por su propia incapacidad para erradicar la miseria, optaron por erradicar a los pobres. Mientras una literatura servil proclamó el fin de los tiempos, y muchos políticos mudaron de barca según la rosa de los vientos y gozaron de beneficios de una democracia que nunca desearon y menos merecieron.

Un país que construyeron sobre la derrota de nuestros sueños. Roberto Arlt supo escribir que a nosotros nos ha tocado la horrible misión de asistir al crepúsculo de la piedad y que no queda otro remedio que escribir desechos de pena.

El periódico La Voz del Interior -en el primer día del año- ponía un título fuerte a las travesuras: “Atacó la banda de los niños” y agregaba que 5 pibes de 8, 9, 11, 14 y 15 años fueron detenidos cerca de las 21 horas en el barrio Quebrada de las Rosas. Los chicos -infieren- intentaban ingresar a un comercio de la zona. Según fuentes policiales, se secuestró una bolsa de golosinas, que presuntamente habría sido arrojada por los niños. La preparación de los pequeños infiernos es relativamente sencilla, pero no mitiga el espanto admirable de su invención.

Debemos cancelar el supuesto correr del tiempo como una repetición de las penas en esas “callejeras noches finales”, donde las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética.

El poema debe ir siempre oscuro de hombre, gloriosamente, y que toda literatura debe estar subordinada al arte humano, al arte de vivir. Crónicas Desangeladas “con que te apunto el pecho”: Lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos, diría Celaya.

# Agencia Pelota de Trapo (Argentina)