Ese "descubrimiento" permite formular siete cargos menores contra un sujeto, que en teoría podrían significar unos 35 años de cárcel, pero tienen la ventaja de evadir legalmente la incumplida obligación del gobierno de W. Bush de extraditar al criminal terrorista a Venezuela, como corresponde, según tratados internacionales suscritos por Washington.

Ahora las autoridades de EE.UU. admiten como ciertas las denuncias formuladas el 11 de abril de 2005 por el presidente Fidel Castro, en el sentido de que Posada ingresó a USA en el buque Santrina con la complicidad de los también terroristas Santiago Álvarez y Osvaldo Mitat, entre otros.

Ya se han olvidado las palabras de Roger Noriega cuando en mayo de 2005, en calidad de subsecretario de Estado para América Latina, declaraba airado frente a las cámaras de televisión: "La acusación del gobierno de Cuba puede ser algo completamente manufacturado". En ese mismo tono se proyectaron otros altos funcionarios yanquis.

El Departamento de Justicia acaba de afirmar en nota de prensa que Posada Carriles mintió en la solicitud de naturalización y luego bajo juramento en las entrevistas que tuvo con oficiales del Departamento de Seguridad de la Patria (DHS), el 25 y 26 de abril del 2006, a quienes intentó engañar con información falsa sobre documentos y la ruta de su arribo a la Florida.

El viejo asalariado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) disfruta de una retención privilegiada en Texas, mientras se dilata su solicitud de naturalización en Estados Unidos, pues hasta ahora solo había sido acusado de entrada ilegal en ese país.

Sin embargo, todo el mundo sabe, en primer lugar las autoridades norteamericanas, que Posada Carriles, junto a su compinche Orlando Bosch Ávila, huésped en Miami desde que Bush padre le perdonó sus crímenes, fue autor intelectual del sabotaje a una nave de Cubana de Aviación en 1976, que costó la vida de 73 seres humanos inocentes.

En realidad el expediente criminal de Posada Carriles, engrosado desde hace décadas, incluye muchos otros hechos delictivos, entre ellos varios cometidos en la propia Unión, dentro de Cuba y en otros países, todo lo cual está debidamente documentado.

Posada fue agente activo de la CIA desde 1963 hasta el 13 de febrero de 1976, según confirman documentos desclasificados de la Comisión Church.

Este personaje, a quienes analistas califican como el terrorista más peligroso del hemisferio occidental, sospechosamente se encontraba en Dallas, Texas, cuando fue asesinado el presidente John F. Kennedy.

Por cuenta de la CIA, actuó como especialista en demolición, sabotaje e informante hasta que sus connotadas relaciones con el narcotráfico en el sur de la Florida llevaron a la Compañía a sugerirle buscar por otro lado su subsistencia.

Venezuela reclama al criminal para juzgarlo por la voladura del avión de cubana, fraguada desde allí, donde además adquirió la ciudadanía por naturalización, y donde se desempeñó como jefe de servicios represivos de la policía política en gobiernos anteriores.

De Venezuela, además, se escapó de la cárcel en 1985 cuando aguardaba la conclusión del proceso penal por el sabotaje de la aeronave cubana frente a Barbados.

Esa fuga fue instrumentada y financiada por Jorge Mas Canosa, máximo dirigente de la organización terrorista Fundación Nacional Cubano Americana, lo que le permitió a Posada reaparecer en la base salvadoreña de Ilopango, donde, junto a Félix Rodríguez, hombre de confianza de Bush padre, organizó el intercambio de armas por drogas a favor de la contra nicaragüense.

Entre sus "méritos" también se incluyen varios intentos de asesinato contra Fidel Castro, y un programa de actos terroristas ejecutados en 1997 en centros turísticos donde perdió la vida el joven turista italiano Fabio Di Celmo.

Tras su fracasado intento de volar el Paraninfo de la Universidad de Panamá, donde asistirían el Presidente Cuba y centenares de estudiantes, en el año 2000, él y varios de sus secuaces fueron condenados a prisión, y fueron "indultados" por la presidenta Mireya Moscoso al término de su mandato.

Ahora, para sorpresa del mundo, Posada Carriles resulta simplemente un mentiroso en el nuevo capítulo de lo que bien podría llamarse el culebrón mediático de la ¿justicia? norteamericana bajo la égida del clan Bush. Como señala la declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores, hay que estar alertas pues esta instrucción de cargos pudiera convertirse "en una cortina de humo para extender la impunidad por el grave delito de terrorismo"

Agencia Cubana de Noticias