El socialismo andino es otro socialismo ....

¿Qué es el socialismo andino? II
por José Mendívil*; phistoricoandino@yahoo.es

Es necesario abrir las posibilidades a la existencia de mejores y auténticos países y sociedades andinas, y para ello es inevitable volver la mirada a las fuentes de nuestras propias ventajas culturales y agroecológicas, sin descuidar los aportes de una industria moderna adaptada a un nuevo modelo que sirva para superar las inequidades y trabas del capitalismo periférico, como de la minería contaminante y distorsionante de nuestras economías, aprovechando las ventajas que nos dan nuestros propios intereses que están en lo siguiente:

1. El profundo conocimiento de las posibilidades de nuestros ecosistemas y de su biota, que nos lleven a priorizar la investigación científica y tecnológica para permitir un uso adecuado de recursos a la tarea del desarrollo agroecológico y pos-industrial de nuestros países.

2. La pluralidad de los procesos de generación de riqueza, mejorando la diversidad biológica, la adaptación de plantas a condiciones adversas, el control de los fenómenos naturales, domesticación de especies, repoblación de territorios aparentemente inhóspitos, etc. Esto requiere políticas poblacionales que nos lleven a una adecuación de nuestro crecimiento demográfico a los fines de una nueva economía.

3. Las potencialidades de los procesos autónomos de generación de tecnologías, tanto de las andinas antiguas, como de las que exige el conocimiento moderno y el desarrollo tecnológico.

4. La utilidad del conocimiento de las comunidades para la reparación ambiental de los hábitats y ecosistemas destruidos por la minería y la industria dependiente.

5. El desarrollo de la industria andina en función de nuestras necesidades sociales, culturales, científicas, y tecnológicas, y de la sostenibilidad de su competitividad en el exterior.

6 La reducción progresiva de la explotación minera al nivel de satisfacción de nuestra demanda interna, y la generación de divisas por la explotación de metales preciosos y su exportación.

7. La aplicación de tecnología biológica avanzada para producir y exportar productos de alto valor agregado, que permita captar un stock de divisas indispensables para el buen manejo de nuestro sector externo.

8. La organización de una sociedad de pleno empleo y estable en la medida en que se respeten los derechos y aspiraciones étnicas y económicas legítimas de nuestros pueblos.

9. La singularidad de una gobernabilidad democrática y responsable con el bien común y la edificación de una sociedad plural e intercultural.

Superando el proceso de industrialización dependiente, y orientada la economía hacia un modelo post-industrial, la generación de riqueza se basaría en una agricultura de alta calidad científica y tecnológica, y en industrias limpias y de servicios, economía que debe ser característica de sociedades andinas que mejoran cualitativamente sus relaciones con el mundo desarrollando aplicando un modelo de desarrollo superior al capitalismo. Se trata de crear una sociedad pos-industrial que corrija el proceso de deterioro ambiental y humano producido por la industria y la competencia capitalista en los andes. Podríamos decir entonces que las condiciones de vida de estas nuevas sociedades contemporáneas son las propias de su cultura y su historia. Entonces, ¿qué es lo que pueden ofrecer estas sociedades? Hasta ahora sus posibilidades se han fijado en adaptar el capitalismo y la modernidad a sus países, y más cercanamente en el reconocimiento y la tolerancia a los derechos de etnias originarias. La fijación étnica tiene sus fuentes en la antropología y se queda en la distinción folclórica de las formas de vida de las comunidades indígenas. El enfoque folclórico ha sido sustituido por el culturalista que es más reciente y que ha sido influido por la corriente multiculturalista norteamericana, y por la llamada filosofía intercultural, y que se caracteriza por proponer el reconocimiento de etnias indígenas y el respeto de sus derechos culturales. Desde las comunidades, el Banco Mundial y agencias de cooperación, promueven un enfoque que puede ser denominado del etno-desarrollo, que postula que el indígena por ser indígena tiene una visión muy restringida o arcaizada de su existencia, y marginal de su economía en la artesanía, el turismo, tejidos, alfarería, cultivos ecológicos, etc., visión falsa de su economía que tienen interés en promover por cuanto no altera las condiciones de dependencia del capitalismo en nuestros países, y asegura la continua transferencia de riqueza hacia el exterior.

Una ruptura con estos enfoques fue iniciada a partir de los 90 por un grupo de intelectuales andinos, entre ellos Gerardo Ramos, Antonio Peña Cabrera, Zenón de Paz, Javier Lajo, y Fernando Silva Santisteban. Para esta corriente de pensamiento la cultura andina, que no es strictu-sensu exclusivamente indígena, con el rebrote de su vitalidad trae consigo el despegue de sociedades hasta ahora colonizadas por el capitalismo. Sostienen que las diferencias culturales entre occidente y el mundo andino son tan marcadas que lo andino, a pesar de todos los embates recibidos del capitalismo durante siglos, ha mostrado no solo aptitud para conservar características culturales propias, sino para desplegar la voluntad de sociedades afirmadas en su libertad para llevar a cabo la invención creativa del socialismo andino, un socialismo en el que participen con igualdad de derechos y oportunidades todos sus pobladores, y en el que no hayan preferencias o privilegios para una etnia u otra; libertad para romper con la falsa idea de que las soluciones están en persistir aplicando modelos que funcionan en otras sociedades, una libertad que sirva para armonizar las diversas tendencias existenciales de los pueblos que conforman las sociedades andinas contemporáneas.

Esta corriente intelectual propone pensar de manera diferente a las usuales y a las que nos hemos referido, la incorporación de toda la sociedad a la producción, abriendo paso a su creatividad y al desarrollo de la ciencia y tecnologías adecuadas a los ecosistemas andinos, a la geografía de nuestros países, que nos eviten las consecuencias devastadoras de la industrialización capitalista, particularmente de la metalurgia y la industria química; investigar la variedad genética de la flora y fauna de los andes sudamericanos para desarrollar economías post-industriales orientadas al bienestar humano y la conservación de los recursos con que la naturaleza beneficia a las naciones andinas, y poder ofertar al mundo tecnología y servicios para la producción de alimento sano por una agricultura más variada, como debe ser la de los andes por sus climas y la existencia de extraordinarios agricultores entre su población que son de origen andino muy antiguo. Sugieren que nuevas formas políticas de gobierno y administración deben sustituir a las actuales para evitar las consecuencias del racismo y de sociedades dualizadas que fueron impuestas desde la conquista europea; superar formas de poder que continúan deteriorando la política y la gobernabilidad en nuestros países. Contrariamente a lo que podría suponerse consideran que relaciones sanas y estimulantes para occidente y los andes deben promoverse en condiciones paritarias y mutuamente beneficiosas en la balanza de pagos, en los tipos de cambio, el comercio, la cultura, ciencia y tecnología. "Podemos aceptarnos como poseedores históricos de los valores de occidente que no hayamos recusado....Los valores incorporados a título de positivos son nuestros, como si no nos hubieran sido impuestos...sino como si los hubiéramos elegido libremente, con la misma libertad con que...recusamos...los desvalores...de occidente" (Ramos, Gerardo. Una visión alternativa del Perú, 2001. Mensaje de 1991, P 27).

En el 2005, Javier Lajo en su libro Qhapaq Ñan: La Ruta Inka de Sabiduría, aporta a la teoría de este grupo denominado Proyecto Histórico, una teoría nueva sobre el pensamiento andino, su lógica o sistema de representaciones, su sentido e intereses. Esta teoría nos aproxima a lo que distingue al universo cultural andino, y explora la eventualidad de una economía distinta para los andes, a la que Ramos denomina post-industrial. Es decir, el universo cultural andino no sería solamente la combinación de factores étnicos, cosmogónicos, religiosos, técnicos, productivos y sociales, sino un conjunto de intereses muy plurales reunidos en una nueva utopía para los andes, que supere ese falso no-lugar del estancamiento y la dependencia del capitalismo atrasado, y el atavismo del milenarismo inventado por historiadores, antropólogos y etnógrafos hispanistas o eurocéntricos, que hicieron creer a muchos que los movimientos indígenas o indianistas pretendieron con sus revueltas y revoluciones entre los siglos XVI y XX restablecer el sistema social que hubiera hasta inicios de la colonización europea del siglo XIV, sistema que algunos historiadores han llamado la utopía andina, reduciendo su pasado a lo que fuera su comunitarismo, y a sus reminiscencias que todavía se observan en sus comunidades; sin comprender que este pasado tiene importancia porque su presente es sobre todo la continuidad de la historia con una forma original de pensar el mundo y la vida, y que en su forma más popular se ha llamado racionalidad andina al destacar su capacidad adaptativa a la geografía y clima de los andes, por cierto con interesado descuido de su utilidad para el desarrollo de sociedades que tienen todo el derecho del mundo para distinguirse de occidente. En realidad la eventualidad de esa falsa utopía andina quedaba reducida a una identidad esquizofrenica con lo andino y el pasado precolombino, como si el trauma del primer encuentro obligara a sus pueblos indígenas contemporáneos a ansiar el retorno del Tahuantinsuyo; y a los no-andinos a buscar desesperadamente y sin reparo la senda embustera de su completa occidentalización. En realidad las sociedades andinas fueron suplantadas por el colonialismo que desprestigiaba a lo andino en la miseria y la pobreza que se le impusiera para evitar que el universo cultural andino recuperara la fuerza de su continuidad, de su civilización que fue comparada con la griega, romana y egipcia, y por lo tanto, de su aptitud para romper y cambiar las condiciones que su cultura enfrento después de su derrota, es decir, su capacidad para inventarlo todo casi de nuevo, como estaban acostumbrados a hacerlo.

La utopía andina fue arcaizada, como fueron sus comunidades y sus pueblos, como ya hemos señalado. La lógica propia o "forma" diferente del pensamiento andino, que constituye el principal aporte de esta corriente intelectual, permite comprender que la importancia de la economía andina no está solamente en lo comunal, sino en las formas en que el hombre andino configura y construye un sistema social en el que todo debe complementarse y proporcionarse hasta conseguir un equilibrio, cualesquiera sean sus diferencias sociales, culturales, intereses y fines, sistema en el que los cambios preparan rupturas, en las que lo que se manifiesta en la vida y la sociedad no sea lo mismo, las mismas diferencias, sino nuevas, radicalmente nuevas; una percepción de los cambios y la sociedad que tiene su forma ‘arcaica’ en lo que se denominara el pachakuti, que en la cosmogonía andina guarda relación con los cambios naturales a que se ve sometido cíclicamente su hábitat por la Corriente del Niño, pero, que desde su sistema de pensamiento expresa el sentido de los cambios que el hombre andino consideraba y perseguía, y que persigue aún. Para la lógica del pensamiento andino no es natural la escisión entre lo individual y lo comunitario, escisión sobre la que se funda el capitalismo y la modernidad; tampoco formas de gobierno que favorecen una forma de vida y de conducta humana respecto de otras, ya que asume como un supuesto existencial que las partes están apareadas en el todo, en el que lo equitativo y recíproco no se debe a la relación unívoca del individuo con la naturaleza y la sociedad, sino a relaciones complementarias y muy plurales en las que tienen el mismo valor los sujetos individuales, la familia, la sociedad; como la naturaleza, la producción, la reproducción y la distribución.

El bienestar (o Allin Kausay en runa simi), por lo tanto, no se traslada a la distribución, o se reduce al simple "desarrollo", el bienestar es lo que son o deben ser las distintas formas de paridad en la complementariedad y proporcionalidad que el hombre establece con sus semejantes, consigo mismo, en la comunidad humana y de esta con el medio natural, y con sus creaciones, sean éstas la economía, la distribución, las instituciones de control y represión, las creencias, las actividades reproductivas y lúdicas, todas las que deben proporcionarse a efecto de que la existencia del hombre sea menos incierta y angustiante en la satisfacción de necesidades, deseos y expectativas. En realidad esta corriente intelectual desarcaíza a la cultura andina y la libera de la falsa conciencia de sus detractores como de sus defensores indigenistas, y nos permite tener otra mirada de su universo cultural, comprensión que debe revolucionar a la teoría social en nuestras sociedades, y permitir que la historia antigua, colonial y republicana se rehaga para aportar a una comprensión nueva de sus sociedades y su evolución como sociedades andinas contemporáneas con el justo derecho para construir sus ideales dándole forma al socialismo andino; pueblos que hablen todas sus lenguas desarrollando la lingüística y la semiótica de sus idiomas nativos, lenguas que como sabemos han terminado andinizando el castellano que se habla en nuestros países.

*José Mendívil es investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Universidad Ricardo Palma, de Lima-Perú, dirige el programa de investigación Proyecto Histórico para el Perú, como resultado de sus estudios ha publicado ¿En que nación queremos vivir los peruanos del siglo XXI?, y La Otra Libertad. Estos artículos han sido extraídos de su libro El Socialismo Andino, actualmente en imprenta.