El acceso a la educación superior, técnica y tecnológica constituye una de las estrategias fundamentales para la implementación de las metas del milenio en las poblaciones afrocolombianas. La pobreza absoluta que afrontan a lo largo y ancho del territorio nacional, exige, tanto del Estado como de la sociedad civil en general, y de las propias organizaciones afros, un gran plan de acción para la eliminación de las desigualdades laborales y educativas que afrontan las personas negras dentro del mercado laboral y en todas las esferas de la sociedad nacional. Sin una acciones especiales, de choque, es utópico pensar en la superación de la esclavitud mental sigue viva en la conciencia de los afrocolombianos.

Para el Movimiento Nacional Afrocolombiano Cimarrón, es urgente retomar a favor de las juventudes afrocolombianas lo que hace ya más de una década recomendó la misión científica que produjo el documento Colombia al filo de la oportunidad: "Por democratizar se entiende garantizar las posibilidades reales de acceso y permanencia en la educación de alta calidad para todos los colombianos, se incluye la equidad para que esas oportunidades educativas cualificadas sean efectivas y no sólo formales, por lo cual se hace necesario diseñar estrategias de compensación a favor de quienes experimenten mayores obstáculos para hacer efectivo ese derecho".[1]

Cimarron ha planteado al gobierno nacional tres estrategias básicas para propiciar el desarrollo y fortalecimiento educativo afrocolombiano desde los propósitos de las metas del milenio.

La primera, fortalecer el Fondo Especial de Créditos Educativos Condonables de Comunidades Afros, acudiendo a la cooperación internacional y posibilitando una convocatoria semestral que le permita a los jóvenes pagar el costo de la matriculó y el sostenimiento en las mejores universidades nacionales y extranjeras. Y la segunda, establecer un plan nacional de implementación de la etnoeducación y los estudios afrocolombianos, que posibilite a todos los colombianos el conocimiento, comprensión y enaltecimiento de los valores integrales de la identidad étnica afro o afrocolombianidad. Y por último, impulsar desde el SENA un gran programa de formación técnica y tecnológica que construya competencias laborales en las comunidades afrocolombianas.

Todo esto debe ir complementado con un plan de igualdad de oportunidades y acciones afirmativas contra el racismo y la exclusión racial. Entre todos debemos comprender la historia de injusticia y abandono social y político en que ha transcurrido la vida de las poblaciones afrocolombianas, lo cual exige de todos un sentido nuevo de responsabilidad social que incluya la responsabilidad de asumir la equidad racial y las buenas prácticas de inclusión como principios cotidianos de la convivencia nacional.


[1] Informe conjunto Misión, Ciencia, Educación y Desarrollo. Presidencia de la República, Consejería para la Modernización del Estado. Colciencias. Santafé de Bogotá, 1994