Primero adquirimos una nueva percepción de lo que éramos capaces de hacer, que nosotros mismos ni siquiera lo sabíamos. En aquel pequeño laboratorio de 1989 Fidel preguntó cuál era la empresa líder mundial en anticuerpos monoclonales y cuanto producía. Le dijimos.

Y entonces la segunda pregunta fue: ¿y ustedes no piensan competir con esa gente? Tremenda pregunta para un pequeño grupo de científicos en un país subdesarrollado, bloqueado y a punto de perder su mayor aliado.

Después fue que comprendimos que era una pregunta parecida a la del Asalto al Cuartel Moncada y la epopeya del Yate Granma, y aprendimos que el hombre puede mucho más de lo que piensa que puede, y que las metas colosales son las únicas que movilizan el corazón humano.

Luego aprendimos que todo eso era posible por la enorme obra de formación de capital humano, conducida con sistematicidad y coherencia desde los primeros años de la Revolución.

Aquí hay otro concepto de Fidel que es necesario destacar, y es la idea de nunca limitar el desarrollo del conocimiento por las restricciones de la estructura del empleo en un momento dado.

La educación (así como la salud) no se pueden ver como consecuencias distales del desarrollo socioeconómico. Es al revés, son prerrequisitos del desarrollo. Son derechos humanos y su ejercicio va por delante y sin condiciones.

El propio líder cubano retomaba el tema en un discurso de 1991 donde decía: "no podemos renunciar al objetivo humano fundamental del Socialismo, no podríamos resignarnos al principio de: siembra escuelas y te quedarás sin obreros agrícolas. Más bien dirás: siembra escuelas y tendrás decenas de miles de científicos, siembra escuelas y tendrás decenas de miles de buenos cuadros". También nos hizo tomar conciencia de la trascendencia de nuestra misión. El mundo transita hacia una economía basada en el conocimiento.

El conocimiento está siendo, y será cada vez más, el recurso económico fundamental. Y dos de las tendencias más peligrosas (entre tantas) del mundo actual son: primero, la de una bifurcación de la humanidad según la capacidad de crear y utilizar conocimientos en unos países y un vacío de conocimiento en otros y segundo, la de la apropiación privada del conocimiento por los dueños del capital.

Pueden hacer con el conocimiento (que es un producto social que debería pertenecer a todos) lo mismo que hicieron con la tierra en el siglo 17, apropiarlo y convertirlo en fuente de acumulación originaria.

Vuelvo a citar a Fidel, cuando decía en 1990: "La independencia no es una bandera, o un himno, o un escudo; la independencia no es una cuestión de símbolo, la independencia depende del desarrollo, depende de la tecnología, depende de la ciencia en el mundo de hoy".

La injusticia en el acceso al conocimiento (que no se limita a la capacidad de adquirirlo, sino que incluye también la capacidad humana de crearconocimiento) es una de las grandes injusticias de nuestro tiempo, y de las más peligrosas además.

Así, nuestro esfuerzo por el desarrollo científico lo asumimos también como parte de la lucha por "conquistar toda la justicia", que es precisamente el título de nuestro coloquio.

Tomamos conciencia de nuestra tarea, y esa conciencia convirtió nuestra labor como científicos en parte integrante de la obra de todos, y le dio un nuevo sentido a nuestro esfuerzo. Eso es mucho más motivante que lo que cualquier incentivo de curiosidad científica pueda ser.

Pero luego aprendimos que ahí está precisamente la fuente de esa confianza de Fidel en el hombre, que le hacía confiar en que podíamos hacer cosas muy superiores a las que nosotros mismos pensábamos.

Y es que el ser humano que adquiere conciencia social, sentido del momento histórico, como dice el propio Fidel, es otro ser humano diferente, distinto a aquel que es objeto pasivo de fuerzas históricas que no comprende, y cuando adquiere esa conciencia es capaz de las mayores hazañas.

La confianza del Comandante en Jefe en el hombre no es mística, ni mucho menos se basa en alguna ilusión de superioridad de los cubanos. Se basa en una clara comprensión, no solamente de lo que el ser humano es, sino de lo que el ser humano puede ser.

Y dejo para el final la enseñanza que para mí es la más importante, lo que podría llamarse un "sentido de inmediatiez del futuro".

Hay una frase de Fidel sobre si mismo, que tengo fotocopiada sobre mi mesa de trabajo: "milito en el bando de los impacientes, milito en el bando de los apurados, de los que siempre presionan para que las cosas se hagan y de los que muchas veces tratan de hacer más de lo que se puede".

Es que para él, y eso lo aprendimos muy claramente en la construcción del Polo Científico, el "futuro" es algo para las próximas 24 horas, quizás los próximos 24 días.

El futuro es algo inmediato. Y no quisiera caer en la superficialidad de ver en esto una anécdota simpática. Aquí hay algo muy profundo.

Esta inmediatez del futuro la vemos una y otra vez en la prédica del líder de la Revolución, en la idea de eliminar el analfabetismo en un solo año, en las modificaciones de último minuto a la Ley de Reforma Agraria para hacerla más avanzada, en los mecanismos creativos para eliminar ahora (no mañana, sino ahora) el desempleo...

Del mismo modo en la universalización de la enseñanza universitaria, en el objetivo de los 80 años de esperanza de vida, en el acceso masivo a la cultura, en la introducción de fórmulas Comunistas de distribución dentro de la construcción del Socialismo y en tantos otros ejemplos.

Y en esto hay una ética del intelectual, que exige que una vez que concebimos una idea de cómo las cosas deben ser, con ella viene, de inmediato, el compromiso de luchar porque sean así, lo antes posible.

El conocimiento científico de la historia y de la sociedad nos guía, y nos hace comprender lo que es posible, como hoy decimos que "un mundo mejor es posible".

Pero ese conocimiento por si mismo no basta, si nos hace sentarnos a esperar por las llamadas condiciones objetivas, si no viene acompañado del imperativo ético de luchar con prisa por aquello que se ha comprendido como necesario.

Todo eso aprendimos de Fidel, nosotros en el proceso de creación del Polo Científico, y otros compañeros seguramente han aprendido lo mismo en otras tareas, y alimenta nuestra confianza en el futuro la esperanza de que esos valores hayan quedado firmemente sembrados en el alma colectiva del cubano.

Fuente: Prensa Latina, Cuba, 03/ 02/ 2007.