La Cancillería, así lo ha afirmado su titular, Manuel Rodríguez Cuadros, anunció que “se viene una nueva propuesta al Congreso de la Convención del Mar para salir del entrampamiento. Proponemos compatibilizarla con nuestra Constitución, planteamos un continuo denominado dominio marítimo”. ¿En qué consistiría esta especie novísima? El integérrimo embajador, patriota indoblegable y fiero polemista, Alfonso Benavides Correa dijo: “La tramposa iniciativa consiste en que el Perú se adhiera a la Convemar y paralelamente el Congreso declare la soberanía y jurisdicción sobre las 200 millas, pero ¿cómo adherirnos sin agraviar el artículo 54 de la Carta Magna? Debe entenderse que este acuerdo internacional es absolutamente incompatible con la Constitución y, de ser aprobado, inmediatamente nuestra soberanía marítima sería reducida a 12 millas”.

Rodríguez contra Rodríguez

Meses atrás, el propio e ilustre canciller Manuel Rodríguez me dijo: “no me voy a romper los cachos por la Convención del Mar”. ¿Qué le hizo cambiar de posición tan diametralmente? Es más, él había recibido notificación demostrativa personal que sí había colusión del Artículo 3 de la Convemar que dice a la letra: “Todo Estado tiene derecho a establecer la anchura de su mar territorial hasta un límite que no exceda de las 12 millas marinas....”, con el artículo 54 de la Constitución del Perú que dice: “El territorio del Estado es inalienable e inviolable. Comprende el suelo, el subsuelo, el dominio marítimo y el espacio aéreo que los cubre. El dominio marítimo del Estado comprende el mar adyacente a sus costas, así como su lecho y subsuelo hasta la distancia de doscientas millas marinas medidas desde las líneas de base que establece la ley. En su dominio marítimo, el Estado ejerce soberanía y jurisdicción, sin perjuicio de las libertades de comunicación internacional, de acuerdo con la ley y con los tratados ratificados por el Estado. El Estado ejerce soberanía y jurisdicción sobre el espacio aéreo que cubre el territorio y el mar adyacente hasta el límite de las doscientas millas, sin perjuicio de las libertades de comunicación internacional, de conformidad con la ley y con los tratados ratificados por el Estado.”

Criollada deleznable

De acuerdo a la denuncia planteada por Alfonso Benavides Correa el gobierno estaría violando la Constitución porque procuraría “tras la aprobación de esa iniciativa (adhesión del Perú a la Convemar), se adicione al artículo 54 un último párrafo en el que se establecería que en caso de existir un conflicto entre una norma constitucional y un tratado internacional, prevalecería el tratado”. ¡O sea que en este país vamos a tener una Constitución llave en mano para satisfacer los apetitos interesados de ciertos sectores que no saben cómo desprenderse de ciertas sospechas que les sindican como traidores a la patria por su claudicación en la defensa de los límites nacionales! ¿Quién o quiénes le han hecho meter la pata de este modo tan clamoroso al canciller Manuel Rodríguez Cuadros?

Cuentos chinos

Rescatando lo que dice una asesora del canciller Manuel Rodríguez Cuadros, Marisol Agüero Colunga, (Consideraciones para la delimitación marítima del Perú, p. 212) escribí meses atrás: “Ni el Perú necesita adherirse a la Convención del Mar para delimitar su frontera marítima con Chile ni es menos cierto que el país del sur “ha rechazado expresamente el sometimiento de cualquier controversia relativa a la delimitación de las zonas marítimas entre Estados con costas adyacentes o situadas frente a frente a los procedimientos obligatorios conducentes a soluciones obligatorias previstos por la Convención”.

Es decir: Chile no va a negociar NUNCA en términos de la Convención del Mar a la que ellos han adherido con esta negativa específica y de la que el Perú no requiere para tratar con este país.” Jamás fue refutada esta afirmación porque Chile lo ha expresado de modo categórico. Por tanto, la Convemar no sirve para el tema ríspido y pendiente de la delimitación marítima con Chile.

Serios cargos

El embajador Alfonso Benavides ha dicho que “lo que ocurre es que lamentablemente el canciller Manuel Rodríguez Cuadros cree que los peruanos somos unos idiotas. Los planteamientos del gobierno son absolutamente incoherentes y sólo buscan confundir al Congreso y a la ciudadanía”. ¿Será cierta tan delicada precisión? ¿Lo creerá así el titular de RREE porque suele rodearse de malos consejeros que le calientan la oreja, le infunden temores y chismes y le hacen equivocar con características monumentales como en este caso? Le dije personalmente a mi amigo el canciller, que este era un tema que merecía un esclarecimiento nacional y popular. Que no podía ser coto de caza de unos cuantos vivos que viven de las donaciones internacionales y que aquí representan a las transnacionales. Por eso respondió que “no se iba a romper los cachos por la Convemar”.

Tapadera y nada más

Mi impresión es que cualquier adefesio como el propuesto y llamado pomposamente “continuo dominio marítimo” requiere de una reforma constitucional. ¿Puede un Congreso que no representa a nadie y que es repudiado todos los días y a toda hora, atreverse a manejar un tema de límites para el cual se requiere de la indispensable consulta popular? ¿Con qué derecho y bajo qué pretextos puede un Congreso que hace de la elección del Defensor del Pueblo, una etiqueta con nombre propio y dedicatoria amorosa, discurrir por un cambio constitucional que mutila el Mar de Grau de 200 a 12 millas?

¿No se oye padre?

Ha poco denuncié cómo en las conversaciones entre Perú y Chile, para el cumplimiento del Acta de Ejecución del Artículo 5to del Tratado del 3 de junio de 1929, y que fueron llevadas a cabo en noviembre de 1999, el “equipo negociador” se olvidó adrede del mapa que contenía el plan de remozamiento portuario de Arica que negoció el presidente Leguía con los chilenos en abril de 1929. Y que el embajador Jorge Valdez, secretario general de la Cancillería entonces, obliteró esa herramienta porque “esta habría perjudicado los tratos con Chile”. ¿Qué tratos se hicieron? Evidentemente contra el Perú y a favor del país del sur y bajo los designios extranjeros.

Baste citar que uno de los “negociadores” escribió un libro: Las conversaciones entre Perú y Chile para la Ejecución del Tratado de 1929, Fabián Novak Talavera, PUCP, 2000 y en la solapa de ese texto coloca como uno de sus lauros: “…..condecorado por el Gobierno Chileno con la Orden Bernardo O’Higgins, en el Grado de Gran Cruz, como reconocimiento a su participación como Negociador peruano en el proceso de Conversaciones entre el Perú y Chile, que concluyó con la suscripción del Acta de Ejecución del 13 de noviembre de 1999”. Sobran las palabras y también se solivianta el espíritu frente a tanto entreguismo.

Más aún

Un diario local preguntó en su edición del domingo último por la certidumbre de notas reversales entre Perú y Chile que habrían sido firmadas por Javier Pérez de Cuéllar cuando secretario general de Cancillería en 1969 y que virtualmente acordarían una delimitación marítima con el país sureño. ¿Qué hace una persona que no aclara un tema puntual y gravísimo, en la Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores? ¿No fue acaso la Convemar un convenio internacional que se realizó cuando este señor era el máximo oficial de Naciones Unidas? Se entiende así que Pérez de Cuéllar sea un gonfalonero más de este convenio internacional que no le sirve al Perú para el tema limítrofe con Chile.

¿Todos al unísono?

No extraña para nada que Javier Pérez de Cuéllar, Eduardo Ferrero, Allan Wagner (notable por superar los 2 mts. de estatura), Niño Diego García Sayán, sean fanáticos de la adhesión del Perú a la Convención del Mar. Recuérdese que Wagner en 1985 condujo conversaciones que derivaron en un fracaso estrepitoso con Chile. Y que Niño Diego García Sayán, cuando pulverizaban en mayo-junio del 2002 a Aerocontinente en Chile, condecoró a la canciller chilena Soledad Alvear en Lima. Antes, esta última había espetado a Pérez de Cuéllar en torno a las notas reversales de 1969 entre Perú y Chile sobre límites marítimos, por eso que Chile afirma en cuanto foro puede que NO HAY NINGUN DIFERENDO LIMITROFE CON PERU. Pero, ¿quiere Rodríguez Cuadros ser parte de esta lamentable y aún por escrutar gavilla de antipatriotas? ¿Tiene el Perú que soportar tanta ignominia cuando el patriotismo es deber congénito de todos los que nacen bien en estas tierras de glorioso pasado?

Fronteras mínimas

Una pregunta debo hacerle, hoy por el medio periodístico, a mi amigo Manuel Rodríguez Cuadros, porque antes se la hice personalmente y me reservo su respuesta de entonces: ¿quiere ser recordado como el canciller que embudinó al Perú en la Convemar y mutiló el Mar de Grau? Se lo van a decir por calles y plazas cuando quiera ingresar a la política y desplegar todos sus sueños de justicia social de que hemos hablado muchas veces. Pero, el silencio, la mudez, la torpeza, frente a los hombres íntegros y el oído a la estulticia, a la mediocridad, y a la antipatria, sólo tienen un posible destino ineluctable: ¡el fracaso y el panteón cívico! Que otros callen por pusilánimes, es problema de aquellos. Que la prensa nacional haga lo mismo, es una vergüenza. Yo tengo que acusar, yo acuso. Amén.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

Lea www.redvoltaire.net

*Escrito el 5-7-2005