Provocar incendios para arrasar plantaciones cañeras, industrias, instalaciones agropecuarias y viviendas, fue el método más utilizado por quienes se cobijaron bajo la sombrilla de Washington para efectuar sus fechorías en los primeros años de la Revolución cubana.

El primero de marzo de 1960 fueron calcinados cañaverales de los centrales azucareros Delicias (Antonio Guiteras) y Chaparra (Jesús Menéndez), ambos de Las Tunas, y Washington (George Washington), en el municipio Santo Domingo, en Las Villas, cuando desde un avión procedente de Estados Unidos fueron arrojados materiales incendiarios.

Entre los delitos debidamente documentados se incluye el incendio de la tienda Sears, en la localidad capitalina de Marianao, y la quema de medio millón de arrobas de caña en Aguada de Pasajeros, Cienfuegos, el cuatro de marzo de 1960.

En igual fecha se registró el crimen del vapor francés La Coubre, hecho estallar en el puerto de La Habana, mientras descargaba municiones transportadas desde Bélgica, lo que provocó la muerte de 101 personas, más de 200 heridos y un número indeterminado de desaparecidos, a un costo material de 17 millones y medio de dólares.

Año tras año, miembros de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana y organizaciones creadas y financiadas por ella han ido dejando una estela de horror y muerte en marzo.

Aguas marítimas internacionales y de la plataforma insular han sido testigos de innumerables fechorías, como la efectuada el día 10 del año 1964, cuando los terroristas secuestraron y se llevaron a Estados Unidos la embarcación El Diablo, de la cooperativa pesquera de Cojímar, en La Habana.

El día 12 de ese mes en el año 1966 fueron hundidos en alta mar los barcos Lambda 17 y Lambda dos, de la Flota cubana del Golfo, por el barco estadounidense Santa Marina, al norte de Cabo Catoche, en las costas de Yucatán, lo que provocó pérdidas por un cuarto de millón de dólares.

El dìa Un 11 de marzo del año 1994 criminales procedentes de Miami dispararon contra el Hotel Guitart-Cayo Coco, en intento de atemorizar a los turistas que visitaban el país antillano.

Los siniestros propósitos de la política norteamericana y sus aliados asentados en Miami de sembrar terror entre la población cubana, en realidad han logrado cohesionar más a los isleños en torno a la obra revolucionaria que construyen.

Cada acto infame hallò respuesta en la decisión de prepararse mejor y luchar para defender la soberanía nacional, como lo evidencia la historia de resistencia frente a las agresiones durante más de 48 años de poder revolucionario.

Agencia Cubana de Noticias