Por Viviana Losada (*).- El 8 de marzo de 1908, 129 obreras de la empresa textil Cotton de Nueva York, se organizan, se declaran en huelga y deciden ocupar la fábrica en reclamo por la jornada de ocho horas, descanso dominical, igual salario por igual trabajo, y el cese de la explotación laboral de los niños y las niñas. La respuesta de la patronal no se hace esperar, provocando el incendio de la fábrica ocupada. Ninguna obrera sobrevivió. Durante las 13 semanas siguientes, las obreras textiles protagonizaron una lucha histórica que incluyó represión, despidos, hambre y detenciones. Pero triunfaron.
En 1910, en el Congreso Nacional de Mujeres Socialistas realizado en Copenhague, Clara Zetkin, revolucionaria alemana, propuso en homenaje a aquellas mujeres, que el 8 de marzo sea proclamado “Jornada de Lucha de las Mujeres Trabajadoras del Mundo”, bandera que nunca abandonamos las mujeres en el mundo.
Está bueno señalar que las quemaron porque llevaban adelante una lucha sindical organizada, no porque eran mujeres, pero está mejor recordar que el capitalismo, como parte de su discurso dominante y con el cuento de la habilidad y la paciencia, mandó a las fábricas textiles a las mujeres, porque el residuo del algodón enfermaba y mataba y necesitaba a los hombres para otras industrias más pesadas y peligrosas.
O sea, una clara desigualdad de género que incluía la valorización a la baja de la vida de la mujer. Porque la dominación patriarcal es anterior al capitalismo, pero éste la ha resignificado y la ha incorporado como una herramienta esencial de su discurso.
A 99 años de aquella gesta, pareciera que... ¿muchas cosas han cambiado?
Hoy seguimos reclamando igual salario por igual trabajo, la erradicación de todo tipo de violencia institucional y doméstica hacia las mujeres, basta de doble y triple jornada para la mujer, basta de trabajo no remunerado, no al trabajo infantil.
Ya no nos queman en la fábrica, pero el 85% del acoso laboral denunciado lo sufren las mujeres. Y dos tercios de los niños que abandonan el sistema educativo son niñas, y el 75% de las personas analfabetas en el mundo son mujeres.
La problemática de género no está subsumida en la lucha de clases. Negar la existencia de la problemática de género, negar la doble opresión hacia las mujeres, es obturar un conflicto que debe desarrollarse.
La batalla cultural por la opresión de género está en pañales, crecerá en la medida en que todas y todos seamos concientes de la desigualdad y aportemos para cambiar, desarticulando el discurso dominante.
(*) Periodista. Integrante del Grupo Gesta.
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