Eso es Lima en la actualidad, una ciudad caótica donde la inseguridad no es sólo un tema referente a la violencia física, el asalto y el robo. Lo es también en todo lo que se refiere a la circulación. La ley, es la del más fuerte o al que no le importa un bledo si choca u atropella. No existe el menor respeto. Esto evidentemente refleja una actitud de la población en general pero que tiene sus más altos representativos en el transporte público. Hemos llegado ya a niveles impensables para lo que supuestamente es una sociedad organizada. Los transportistas, llamados combis y micro buses hacen lo que les viene en gana y no existe autoridad en este país que les ponga fin a sus tropelías. Diera que pensar que la población se ha rendido frente a esta circunstancia y no le queda más remedio que aceptar estos abusos. Es cuestión de detenerse un momento en cualquier avenida principal y nos daremos cuenta de lo que sucede. Estos, así llamados “transportistas” no solo se paran en donde les venga la real gana sin tomar en cuenta que sucede con el que viene atrás o a su costado, sino que lo hacen, ahora ya como algo normal, en dos y hasta tres filas ocupando toda la avenida para supuestamente recoger un pasajero, pues cuando se trata de dejarlo lo “avientan” literalmente en cualquier parte. ¿Donde esta la policía de tránsito? ¡bien gracias! Si te he visto ni me acuerdo. Da pena ver a esas mujeres policías, supuestamente de tránsito, con sus guantes rojos, moviendo sus manitas como muñeco de feria y nadie les hace caso y que probablemente están en ese puesto porque los hombres no quieren hacer ese trabajo. No tienen ninguna capacidad para imponer el orden por lo que lo único que les queda es llenarse los pulmones de monóxido de carbón de esos vehículos que sólo en Lima están permitidos de circular. ¿Hasta cuando la sociedad organizada y civilizada vamos a permitir que esto continué?. El problema está en manos de dos autoridades, una del ejecutivo y la otra municipal, hay que ejercer la presión necesaria para que actúen. Esta de por medio nuestra tranquilidad y seguridad, no es broma lo que sucede aquí. Se debería ya una vez por todas terminar con las mafias que tienen el control de esta situación. Crear para la ciudad una o varias empresas de transporte masivo que otorguen estas condiciones. Que los llamados “transportistas” se asocien y formen empresas sólidas y brinden un servicio decente. ¡Respetemos al ciudadano!