por Fabio Parra Beltrán; fabio_parbelt@hotmail.com

Pasaron de visita por Bogotá el presidente de Estados Unidos y su homologo de Alemania. El primero vino el domingo 11 de marzo, llegó a la hora del almuerzo, vestido para la ocasión con un fino traje de saste, lo acompaño su esposa Lady y la Secretaria de Estado Condoleza Rice, se les recibió con calle de honor de las fuerzas militares de Colombia, desde el aeropuerto El Dorado hasta la Casa de Nariño, a donde se desplazó en el Cadillac one, del que descendió para reunirse con el Presidente Uribe y su gabinete durante 5 horas, en las que conoció los avances de la lucha contra el narcotráfico que patrocina a través del Plan Colombia, y compartió con campesinos que le presentaron productos de los proyectos sociales desarrollados en las zonas vulnerables o vulneradas por el conflicto armado, componente social que lidera de forma admirable el Alto Consejero Presidencial Luís Alfonso Hoyos, director de la Agencia para la Acción Social y la Cooperación Internacional – Acción Social. Al caer la tarde, a eso de las 5 p.m. el Presidente Bush, se despidió de la delegación colombiana que lo atendió, trasladándose a la embajada de su país, situada camino al aeropuerto, de donde salió 2 horas más tarde y despego rumbo a Guatemala, para proseguir el periplo por América Latina.

De la agenda política, de la aprobación del TLC, la ley migratoria, incrementar la ayuda para la lucha contra el narcotráfico o recursos de cooperación internacional, no dijo nada nuevo de lo que ya sabemos, lo que a diario están resaltando los medios de comunicación, que todo esta embolatado.

En conclusión, Bush pasó por Colombia de fin de semana, como el millonario que transita frente al restaurante de un amigo de clase media y decide visitarlo antes de seguir su camino, entra, lo saluda, se halagan mutuamente, se toman fotos, comparten el almuerzo, inspeccionan la cocina, y al marchar el visitante, el propietario se siente feliz y presuntuoso ante la visita que le sirve de publicidad para atraer clientes. Para nada más. Su vida de clase media no cambiara con la visita del viejo conocido, que para colmo almorzó sin pagar. En el caso del paseo dominguero del amigo Bush, creo que lo más sobresaliente del hecho de haber estado en Bogotá, así hubiese sido unas pocas horas, es la tranquilidad que le brinda a quienes por miedo no se atreven a considerar el país como destino turístico. Que el hombre más poderoso del mundo haya salido ileso, sin in sucesos durante su estadía, demuestra que la política de seguridad democrática esta cumpliendo con sus objetivos, que el país esta mejorando.

Por su parte el Presidente de Alemania Horst Köhler, llegó el lunes 12 con la expectativa de informarse sobre los avances del gobierno de Uribe en la lucha contra la violencia y el narcotráfico. Fueron 4 días recorriendo Colombia, junto a una comitiva de empresarios y activistas sociales, menos farandulera que la de Bush, con menor cubrimiento de los medios de comunicación, con propósitos más sociales que bélicos, y resultados más palpables para Colombia. Puede que el desinterés de los medios se haya debido a que en Alemania el Presidente es nombrado por las dos cámaras pero quien ejerce la mayoría de funciones que aquí invisten a Álvaro Uribe, es la canciller Ángela Merkel. Sin embargo adelantó importantes reuniones con funcionarios del gobierno nacional y regional, llevándose una buena imagen de los progresos en los temas prioritarios que traía para el viaje y el compromiso de colaborarle como embajador al gobierno nacional ante la Unión Europea, en la gestión de recursos para programas sociales.

Independiente de los resultados de una u otra visita, el país esta demostrándole confianza a importantes personalidades quienes parten con la sensación de un lugar más tranquilo que el presentado en los noticieros y programas de opinión, digno de ser visitado y apoyado en la lucha contra los males que le afligen, que con la constancia de los buenos, que somos mayoría, contrarrestamos con éxito.