A pocos días de recordar cuatro años del primer bombardeo estadounidense sobre Bagdad, las cosas no parecen vislumbrar una pronta solución.

El día viernes tres conductores suicidas que manejaban camiones cargados con gas cloro atacaron la oficina de un líder tribal sunnita y otros objetivos en la provincia de Anbar, matando a ocho personas y contaminando a 350 civiles iraquíes y seis soldados estadounidenses con el gas venenoso.

Los asaltos ocurrieron dos días después de que el primer ministro Nouri al-Maliki, chiíta, viajó a Anbar para reunirse con los jefes tribales y minar su apoyo a la insurgencia.

Por otro lado, muy lejos en Washington, la política belicista de la actual administración continua rigiendo. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, instó el día sábado al Congreso de su país a aprobar fondos adicionales para las “guerras” de Irak y Afganistán, y amenazó con vetar el proyecto si la norma impone un calendario para la retirada de tropas.

El Congreso necesita aprobar los fondos de emergencia para nuestras tropas, sin condiciones y sin demora. Si me envían un proyecto de ley que haga lo contrario, lo vetaré", dijo Bush en su tradicional discurso radiofónico de los sábados.

Los planes de Bush y sus halcones de Washington son enviar más tropas a esos países. En Irak el Pentágono pretende enviar alrededor de 30.000 soldados más, pese a la oposición de varios sectores internos.

Pero más allá de la poca predisposición de la administración Bush a buscar soluciones concretas al caos que sus tropas desataron en Irak, y mucho menos a implementar una iniciativa de retirada, dado que el petróleo iraquí es un tesoro codiciado por los grandes empresarios que lo rodean.

No importa que las bajas estadounidenses en Irak aumenten día a día, no importa que las victimas civiles iraquíes se sumen por diez o veinte por día. Lo que aparentan los hechos es que Bush y sus hombres no se van a retirar de Irak, y si van a seguir un rumbo va a ser de manera unilateral.

Por otro lado, en medio del caos iraquí, a pocos días de aquel 20 de marzo donde se dio inicio a la invasión de Irak, miles de estadounidenses marcharon el sábado en Washington para exigir el retiro de las tropas de suelo iraquí y pedir el juicio político del presidente George W. Bush. Manifestaciones similares se repitieron en Madrid, Atenas, Estambul, Roma, Buenos Aires y Santiago de Chile.

En la capital de Estados Unidos, la protesta de unas 50.000 personas comenzó en el Memorial de la Guerra de Vietnam, cerca del monumento a Lincoln y a pocas cuadras de la Casa Blanca, y siguió junto al río Potomac, en dirección al Pentágono. "Los peores tiranos de la historia: Napoleón, Hitler y Bush", "Fuera ya de Irak" o "Juicio político a Bush" fueron algunos de los carteles que se pudieron observar.

El evento atrajo también a partidarios de la guerra, que portaron pancartas como "Lucha contra la Jihad, no contra el ejército". Policías a pie y a caballo separaron a grupos a favor y en contra de la guerra, que se intercambiaron insultos desde lados opuestos de la avenida de la Constitución antes del inicio de la marcha.

Desde el palco de oradores, que incluyó a varios veteranos de la guerra en Irak vestidos con uniforme, Cindy Sheehan, la "madre pacifista" más famosa de Estados Unidos (cuyo hijo murió en este conflicto), criticó una guerra a la que calificó de "ilegal e inmoral" y que suma más de 3200 soldados estadounidenses muertos.

La manifestación coincidió con el 40° aniversario de una masiva marcha contra la Guerra de Vietnam que, como la de ayer, concluyó en el Pentágono.

Las marchas continuaron ayer en Nueva York, San Francisco, Austin, Portland y Salt Lake City y finalizarán pasado mañana en Chicago.

Pero las protestas contra la guerra en Irak no se limitaron a Estados Unidos. Decenas de manifestantes españoles vestidos de anaranjado, al estilo de los prisioneros islamitas de Guantánamo, portaron una pancarta gigante mientras encabezaban el cortejo. Otras personas exhibieron afiches en los que se catalogaba a Bush y a Aznar de "criminales de guerra". En Italia, varios miles de personas se reunieron en la plaza Navona y exigieron la retirada de Afganistán de tropas italianas y reclamaron la liberación del periodista Daniele Mastrogiacomo, del diario La Repubblica, secuestrado por los talibanes.

En la plaza Kadikoy, en Estambul, unas 5000 personas entonaron consignas contra Estados Unidos, y otros 3000 turcos se juntaron en la plaza Dolmabahce con el mismo objetivo. Frente a la embajada de Estados Unidos en Atenas, 6000 griegos desfilaron y cantaron proclamas antiestadounidenses.

Protestas similares se registraron en Santiago, Chile, y San Juan de Puerto Rico, donde un millar de manifestantes le pidió al gobernador Aníbal Acevedo Vilá que le exigiera al Pentágono el regreso de los guardias nacionales.

En Buenos Aires, unos 300 integrantes de organizaciones humanistas realizaron un símbolo de paz viviente frente al Obelisco en rechazo de la guerra y para respaldar el desarme nuclear. Los militantes formaron un gran círculo y alzaron decenas de velas.

# Agencia Periodística del Mercosur (Argentina)