Como en otras etapas de la historia, también aquí la violencia del poder arreció contra quienes se atrevieron a enfrentarlo sin eufemismos, enarbolando los conceptos revolucionarios. Cientos de detenidos-desaparecidos, asesinados y encarcelados, exilios externos e internos, persecuciones políticas y sindicales forman parte del saldo negativo que dejó en el gremio de prensa esa sangrienta dictadura que vivió el país durante casi ocho años. Sin embargo, los asesinos no pudieron quebrar la resistencia de muchos, y menos, matar esas ideas que perduran entre quienes no bajaron los brazos y en las nuevas generaciones que se sumaron a la lucha.

“Frente a los correveidiles del sistema, esos jóvenes periodistas convirtieron las redacciones en ágoras de sueños y aspiraciones”, recuerda el periodista e historiador Osvaldo Bayer, en la introducción del libro “Periodistas desaparecidos”, editado por la UTPBA.

Compromiso, militancia, calidez, talento, lucha, convicción, pasión, compañerismo, sueños, utopías, dignidad, sensibilidad, conducta, conciencia, creación, ingenio, pensamiento crítico, honestidad intelectual, entrega, son algunos de los conceptos que se reiteran en cada uno de los testimonios que fueron recreando momentos de la vida de estos trabajadores de prensa.

Y de esos testimonios, también se infiere que ninguno de ellos hubiera querido que se los recordara entre lágrimas. Por el contrario, casi con seguridad, sus aspiraciones eran seguir siendo un compañero más en la ruta de la larga lucha a la que contribuyeron, y que tiene por mandato un final victorioso.

Las ideas siempre tienen vigencia. Y el archivo vivo se encarga de demostrarlo. Así aparecen frases y conceptos dichos ayer, que parecen de hoy y que seguirán siendo mañana.

“Si la gente no sabe por qué pelea, va a pelear mal”, decía Eduardo “Negro” Marín al explicar la necesidad de hacer docencia antes que “bajar línea” y sostener que “a la gente hay que hablarle de lo que ve y sufre, y no de lo que creen que sufre los que no conviven con ellos”.

El concepto de comunicación propia nunca pudo estar mejor definido que por Rodolfo Walsh en su experiencia de Cadena Informativa, “uno de los instrumentos que está creando el pueblo argentino para romper el bloqueo de la información… Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto en libertad. Derrote al terror. Haga circular esta información”.

El compromiso social y político por una real transformación queda ejemplificado en aquel planteo del poeta y periodista Roberto Santoro: “Ante el terror, el fascismo, la escalada represiva, el infundio a combatientes, la mentira, el hambre, la mortalidad infantil, la desocupación y demás pequeñeces a que nos tienen acostumbrados, se hace necesario tomar definitivamente conciencia de que: o todo para cambiar la sociedad, o todo para nada”.

Ayer y hoy. Mirando al mañana. Recordando a los que no están con su presencia permanente y en la acción. Como plantea Juan Carlos Camaño, presidente de la FELAP, en “Periodistas desaparecidos”, con su “vigencia renovamos todos los días el compromiso asumido por aquellos hombres y mujeres que desde la profesión periodística trascendieron los límites corporativos por una sociedad más justa, por un mundo mejor”.