Lejos de cualquier improvisación, y críticos de la manipulación mediática ejercida desde los grandes grupos mediáticos, estos jóvenes están desarrollando proyectos colectivos de comunicación con mucha seriedad, predisposición para capacitarse y aprovechando todos los recursos tecnológicos que tienen a su alcance.

“Yo pensaba que los medios reflejan la realidad, pero nos cansamos de la forma en que nos reflejan y ahora trabajamos en nuestro mensaje”, remarcó Aníbal Obregón, integrante de una de las tantas experiencias que se están haciendo.

Aníbal es un joven de 18 años, que estudia cine y le sobran proyectos. Junto con otros compañeros de ruta, todos noveles realizadores, representa a la Argentina en la IV Cumbre Mundial de los Medios para Niños y Adolescentes que se realiza en Sudáfrica.

Todos son de origen humilde. Algunos, como Aníbal, nacieron y viven en Villa Fiorito. Otros pertenecen al barrio matancero de Los Pinos. Saben lo que es la pobreza porque forman parte de la extensa geografía pobre del conurbano de Buenos Aires. Esa que también está expandida por amplias zona de la Argentina.

Aníbal y sus compañeros eligieron el camino de aportar talento y creatividad para que las imágenes de los cortos y los documentales encierren un mensaje, que es el de su gente. Eligieron mostrar una realidad, la verdadera. No la que los medios masivos manipulan, recortan y deforman.

“No aceptamos la imagen de delincuentes que los medios pintan de los chicos pobres y salimos a contar nuestras propias historias”, dijo al auditorio en el Congreso que se desarrolla en Johannesburgo, según contó el periodista Patricio Downes en una nota publicada en el diario porteño Clarín.

Y está muy bien que no acepten esa imagen. Y mucho mejor que salgan a contar sus historias. Sus verdades. Tal cual son y no como a algunos le convienen que sean.

Ellos forman parte de los jóvenes que no se callan. Que no aceptan imposiciones. Que se capacitaron para construir sus mensajes a través de la imagen. Que se expresan en cada una de los cortos y documentales realizados en el Centro de Día “La Paloma” o en la Fundación “Che Pibe”.

Son parte de una generación que el futuro ya se transformó en presente. Que entendió que la comunicación es imprescindible. Pero que también sabe que es utilizada por el poder para manipular la realidad, ganar conciencias y profundizar el dominio.

Aníbal y sus compañeros, como otros tantos jóvenes, entendieron la necesidad de construir una comunicación propia que exprese sus ideas, sus miradas y sus visiones de la realidad a través de proyectos colectivos.

Son proyectos que cada día se multiplican a través de periódicos barriales, agencias, portales, revistas, programas en radios y canales comunitarios, grupos de cine, centros culturales y otras formas alternativas de comunicación y expresión. Y está muy bien.