La estadística de la muerte suma casi un millar de asesinatos impunes durante los últimos 30 años, sólo en América Latina y el Caribe.

–El 19 de enero, fue asesinado en Haití el fotógrafo independiente Jean-Rémy Badio, murió acribillado en su hogar en Martissant, suburbio sur de Puerto Príncipe.

–El 17 de marzo fue muerto en Perú el periodista radial Miguel Pérez Julca, de 38 años, asesinado en presencia de su esposa e hijos en las afueras de su domicilio, en la urbanización Las Palmeras, Jaén, departamento de Cajamarca.

–El 20 de enero desapareció en México el periodista Rodolfo Rincón Taracena, del diario regional "Tabasco Hoy", de Villahermosa, visto por última vez después de firmar un reportaje acerca del tráfico de droga y otro sobre los atracos de bancos.

–Y el 8 de enero, también en México, fue encontrado el cuerpo del periodista Guevara Guevara Domínguez, de 54 años, editor y colaborador de la versión digital del semanario estadounidense "Siglo XXI", desaparecido el 8 de octubre del 2006.

Los asesinatos fueron ejecutados por sicarios especializados en matar por encargo, generalmente en las provincias o estados del interior de los países, donde los periodistas suelen escarbar las alianzas mafiosas entre el poder político local y el narcotráfico, más la corrupción policíaca, y el enlace de las bandas paramilitares con la clase política que las procreó.

Últimamente aparecieron redes de pedofilia, pederastia y pornografía infantil-juvenil que suelen resultar letales para los periodistas que las denuncian. Las barras bravas también comenzaron a aportar su granito de arena. Cada año aparecen más periodistas mujeres víctimas de agresiones y amenazas.

Otros atentados

El asesinato generalmente está antecedido por amenazas que no provocan mayor interés en las autoridades locales. Y aparte del homicidio, cada día ocurren otros atentados contra los periodistas de la región, agresiones de naturaleza variada, desde amenazas de muerte anónimas, toda clase de amedrentamientos, asaltos, golpizas y robos de videograbadoras y equipos fotográficos.

La vil amenaza de muerte recrudece en países como Colombia, Perú, Bolivia, y Paraguay, pero también existen otras intimidaciones más sofisticadas, de naturaleza jurídica y legislativa, como las nuevas normas legales que restringen aún más la libertad de expresión y/o afectan también la existencia de las radios comunitarias en El Salvador, Honduras, Guatemala y Panamá, entre otros países.

En México se espera la promulgación de una reforma legal que despenalizaría los delitos de opinión y trasladaría la llamada “calumnia” al ámbito civil. En Chile, los periodistas y los medios revirtieron una nueva norma del Poder Judicial, que apenas duró 4 días, en que los ministros de las cortes prohibieron a los periodistas acercárseles y abordarlos sin su autorización, como si fueran príncipes medievales y no servidores públicos.

En países como Bolivia, Perú, e incluso Chile, se percibe cierta agresividad entre los participantes de manifestaciones y protestas sociales masivas contra los periodistas, a quienes ven como sus enemigos.

Este fenómeno se acentúa en países donde la extrema pobreza convive con una concentración ampulosa de la propiedad de la prensa, radio y televisión, medios que ofrecen una sola voz, un solo punto de vista y una sola visión totalitaria y dogmática del modelo neoliberal a sociedades sedientas de justicia y pluralismo. Y a veces ciertos periodistas participan también en el juego de la desinformación, la mentira, la tergiversación, estigmatización e, incluso, satanización de las aspiraciones sociales que promueven los dueños de los grandes medios.

Una buena noticia fue que en México se levantaron los cargos contra Lydia Cacho Ribeiro, perseguida desde hace dos años por sus denuncias contra la pederastia. También en Colombia fue liberado el corresponsal de Telesur, Freddy Muñoz, después de pasar 50 días en prisión acusado de “rebelión y terrorismo”, pero antes de un mes de su liberación ordenaron de nuevo su captura, esta vez por “terrorismo” a secas, sin “rebelión”. Se encuentra en la clandestinidad por temor a los paramilitares.

En Gaza fue liberado el fotógrafo peruano de AFP Jaime Rázuri, secuestrado por cuatro días, en tanto en EEUU se cayó el juicio contra dos periodistas que no quisieron revelar sus fuentes, Lance Wiliams y Mark Fainaru-Wada, del San Francisco Chronicle. Otro periodista y documentalista de California, Josh Wolf, de 24 años, lleva más de 200 días en prisión por no colaborar en la identificación de manifestantes que aparecen en su documental.

Entretanto, decenas de periodistas latinoamericanos se han visto obligados a mudarse de ciudad o, simplemente, a abandonar su país, en particular cuando éste se llama Colombia. En Guatemala abundan las amenazas de muerte contra los periodistas interesados en esclarecer el extraño asesinato de tres diputados de derecha acaecido en El Salvador y la posterior ejecución de sus cuatro presuntos asesinos, por añadidura policías, en una cárcel guatemalteca de máxima seguridad.

Entre tanta desgracia, hay una nota curiosa y hasta divertida: la sentencia de una jueza peruana contra el periodista, escritor y humorista Nicolás Yerovi por haber plagiado... su propia novela, "Más Allá del Aroma", escrita por él mismo.