En ocasión de mis 70 y tantos años (lo de tantos queda en suspenso) mis hijos y nietos hicieron una "vaquita" para regalarme un televisor con el servicio de cable incluido (sin duda una vaca de raza Hereford).

La idea era dejar liberados los horarios a mi compañera esposa; para que, con su televisor pudiera disfrutar de sus telenovelas. Léase El Clon, gitanos etcétera. Recopilar como "20 lugares de viaje submarino" o "Las aguas bajas turbias". Adosados a estos aconteceres los almuerzos de Mirtha Legrand y los sorteos de la "diva" Susana Gimenez.

Como Mary tiene instalada su tele en nuestro dormitorio (para no perderse los films de trasnoche) coloqué el mío en el comedor.

Lo primero que acerté ver; fueron las secuencias del primer plano de un asesinato en Villa Luzuriaga. Como la sangre salpicó hasta los rincones del comedor, cambié de canal rápidamente.

Ahí fue que vi la figura de un tal Lucho Avilés, que comentaba que fulana de tal se había hecho sacar no se cuantos centímetros de sus senos y que por lo contrario, sultana se los había agregado. Remató el insípido comentario con la sugerencia de que se debía constituir una forma de trueque en casos similares.

Me acordé de la técnica de mi nieto y comencé a hacer zapping. Recalé en una analista de economía que casi me convenció de que pronto el F.M.I. vendría a pedir perdón y resarcirnos con no se que cuántos millones de euros -dólares no, dijo por que están devaluados.

Desconecté el televisor, giré la pantalla hacia la pared y coloqué en su parte superior una maceta con una hermosa planta de begonias.

Recién me di cuenta que al televisor de marras le había regalado tres horas y doce minutos de mi tiempo!

Volví a mi vieja SPIKA que me permite leer, escribir y hacer otros menesteres impostergables, mientras ella sí me regala su música.

# Nota publicada por la agencia Informativa Social Alterativa (ISA) (http://www.agenciaisa.com.ar/cultura/articulo.php?idArt=35)