La intención de esta nota es construir espacios para pensar “el fenómeno de la comunicación”, en el marco de las actuales relaciones de dominación, la cuestión del poder, la desigualdad de las fuerzas sociales y, por consiguiente, la inequitativa distribución de la riqueza.

Esto requiere de aportes y enfoques para concebir la cultura como capital de dominación simbólica. No se trata solo de analizar, sino más bien de hacer visible aquello sobre lo cual no pensamos por lo que desconocemos.

No todos recuerdan que el Gran Hermano (GH), que hoy reina en la tele, desciende de otro Big Brother escrito por George Orwell. “1984”, título de la novela de Orwell representa un mundo de pesadilla, en la cual cobra existencia una sociedad totalitaria que se adueña de la psique de sus integrantes. El omnipresente GH (cuya existencia es innegable y al mismo tiempo incomprobable), la policía de la gente, la neolengua (creación – imposición de un lenguaje fuera del cual nada puede ser pensado), el temido crimen mental (o crimental).

En el actual programa televisivo “Gran Hermano”, quienes participan y parte de los televidentes ignoran, seguramente, las raíces que el título tienen en aquella novela. En todo caso están dispuesto a obedecer y a hacer méritos ante GH. El papel del público es determinante para el resultado de lo que es en realidad una competencia. GH es un show, un reality show. Es decir, un show de la vida real. Aquí comienza las semejanzas con la novela y podemos hallar paralelos inquietantes con la vida real.

Los participantes están dispuestos a satisfacer los pedidos de GH y hacer todo lo que sea necesario, recurriendo a las peores artes para sacarse de encima a los otros, conseguir adhesiones, construir alianzas pasajeras, conspirar, etc.

Lo primero que se aprecia es que el programa muestra tendencias actuantes en la sociedad, modos de ser de los sujetos y del lazo del vínculo entre ellos, los valores, los códigos y las miras predominantes. Quienes participan en el programa no manifiestan ninguna preocupación intelectual, cultural o política. Están dedicados a triunfar sobre el otro a cualquier precio, sometiéndose incluso a situaciones humillantes y lindantes con la tortura. El confesionario remeda la habitación 101 de la novela de Orwell, donde se somete a los sujetos a aquello que le causa más terror, con el objetivo de destruir de su psique aquello que obstaculiza su amor por GH.

Un canal de cable transmite las 24 horas el programa. Muchos televidentes dicen que no están de acuerdo con el programa, que no les parece bueno, que le produce rechazo el comportamiento de los participantes, ¡“pero que no se puede dejar de mirarlo”! Les genera adicción.

Acá creo que tenemos que comenzar a pensar, inteligenciar e intentar intelectualizar el tema. ¿Es GH además de Panem et Circenses, constructor de subjetividad?

Cada sociedad se vale de “Significaciones Imaginarias”, que ofrecen un sentido para los sujetos y que proveen de modelos identificatorios y de objetos creados para su sublimación con el fin de crear un universo simbólico (conocido como otro), que es incorporado por los sujetos en su proceso de sociabilización: el objetivo es generar una subjetividad al servicio del orden social instituido. La novela de Orwell, como el “juego” de GH llevan al mecanismo de sociabilización de la psique al pretender que sea absoluto, sin resto, es decir, anulando el inconsciente de los sujetos y el accionar de su imaginación.

Los actuales medios masivos de comunicación, y sobre todo los televisivos y las múltiples pantallas que nos rodean, forman parte de los objetos que nuestra sociedad ha creado para la sublimación del mundo pulsional y también son transmisores de modelos identificatorios. Los S.I.S que dictan lo que la sociedad es, han hallado un modo sumamente eficaz de propagación mediante las imágenes visuales. Su intento es homogeneizar el sentido socialmente instituido, apropiándose de una parte del mismo y pretendiendo imponerse a los sujetos. Intenta dominar el presente así podrá hacerlo con el pasado, con el futuro.

El otro que la sociedad actual ha construido ¿quién es?, ¿cómo es el otro en estos días? Es imposible describirlo en su gran complejidad, pero que expresa el “siempre más” del capitalismo, produciendo una pasión por la acumulación y el consumo. Esto tiene que ver con la brutal presencia de artefactos electrónicos. Se trata de otro que acentúa la falta. La creación del sentimiento de estar en falta es una de las piedras angulares de este otro y del modo de dominio que se ha instituido en las últimas décadas. Es otro que genera además un modelo de sujeto deseable, amable por el otro, siempre joven, en “línea”, adquiriendo objetos, siempre en actividad.

Este modelo produce un modo de agrupamiento que ya se caracteriza por su fragmentación, ya que exalta el consumo, la velocidad, la inmediatez. Esto de estar en falta, produce un estado “de insatisfacción” que se asocia al vacío y depresión, la velocidad, el aislamiento, la fragmentación social, llevan a crisis identificatorias.

El “otro” actual del que hemos venido hablando es también una suerte de pequeño GH. Pequeño en el sentido que no agota al otro, coexiste todavía con otras significaciones, y con restos de lo instituido en otros períodos históricos.

¿Podrá este “pequeño” crecer hasta ocupar la escena social?

Dijo Pierre Bourdieu: “El conocimiento del mundo social y mas precisamente de las categorías que lo posibilitan es lo que está verdaderamente en juego en la lucha política, una lucha inseparablemente teórico y práctico por el poder de conservar o de transformar el mundo social conservando o transformando las categorías de percepción de este mundo...”.

# Agencia Buenos Aires Sos (Argentina)