En Cuba la tradición comenzó en 1891 en la capital con un acto en el teatro Irijoa, -luego Martí- y desde entonces fue incorporada a las formas de lucha de los trabajadores para exponer demandas y defender conquistas.

A lo largo del siglo XX su celebración internacionalmente y en la mayor de las Antillas, ganó en amplitud y significado, mientras en Estados Unidos, donde tuvo origen, fue abandonada dado su fuerte contenido ideológico y trasladada injustificadamente y con otro carácter para el primer lunes de septiembre, conocida como Labor Day.

En Cuba, este Primero de Mayo los revolucionarios tienen sobradas razones de peso para tomar por asalto las plazas de las principales ciudades y exponer, como dueños de su destino histórico, las más importantes demandas del país y la Revolución.

El mundo debe saber que los cubanos no pueden asumir en silencio la desvergonzada liberación por el gobierno norteamericano del terrorista Luis Posada Carriles, autor probado de numerosos crímenes contra el pueblo, y exigirán su retorno a prisión y su extradición a Venezuela, donde sea juzgado por el horrendo crimen de Barbados.

Con igual fuerza los patriotas de la Isla levantarán sus voces para reclamar la libertad inmediata de los Cinco compatriotas, injusta, arbitraria e ilegalmente condenados por Washington, precisamente por alertar sobre los planes terroristas fraguados en EE.UU. contra Cuba.

El injerencista plan Bush estará igualmente en la mirilla popular, para desnudar su propósito subversivo y demagógico tras el cual se esconde un claro objetivo esclavista.

Los trabajadores y estudiantes cubanos reafirmarán su decisión de continuar fortaleciendo la capacidad defensiva del país mediante el cumplimiento de las exigencias de la iniciativa promovida por el movimiento obrero denominada Mi Guardia por la Patria.

Las Resoluciones 187 y 188 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social estarán también en el centro de la atención de las masas, persuadidas de la necesidad de rescatar la disciplina laboral, debilitada como consecuencia de los rigores por más de 15 años del período especial.

Al movimiento sindical le corresponde velar por la aplicación de esta legislación con objetividad y contribuir a eliminar incomprensiones, evitar excesos e injusticias y enfrentar conductas paternalistas o tolerantes.

Los trabajadores tienen confianza en su gobierno y saben que se esfuerza por superar todo aquello que entorpezca el incremento de la eficiencia productiva, como requisito indispensable para garantizar la base económica que sustente y consolide las conquistas sociales de estos años y abrir el camino del desarrollo.

Esta vez, como siempre, el Día Internacional de los Trabajadores será una jornada combativa, en la que el pueblo, identificado con la dirección histórica de la Revolución, enviará al mundo un claro mensaje de unidad, firmeza y optimismo.

Agencia Cubana de Noticias