Acaba de manifestar el presidente de Gringolandia, Mr. George Bush, que los TLC con Perú, Colombia y Ecuador son más que convenios comerciales, son vinculaciones estratégicas. En efecto, en Ecuador está Mantas, base militar que desean los norteamericanos transferir a territorio peruano y en Colombia hay más de 5 mil millones de dólares en el plan antinarcóticos que lleva el mismo nombre de la nación norteña. ¿Alguien duda, a estas alturas, luego de la confesión bushista, seguida por la de Negroponte, que es importante para Estados Unidos contar con megaaeropuertos, manantiales abundantes de agua y depósitos de gas y territorios del cual extraer la materia prima para el etanol masivo, en que se van a convertir estos tres paisitos Perú, Ecuador y Colombia?

Conviene recordar a los estusiásticos miembros del partido de gobierno y que cacarean desaforados por el TLC con Gringolandia, tema que también fue cuasi a implorar en Washington el presidente García, el siguiente texto: “Planteamiento valedero de este libro es el que condiciona “la emigración de capitales” –característica del imperialismo- como un fenómeno económico que ecuaciona la inevitable necesidad de exportarlos hacia los países a donde van a invertirse con la que éstos tienen de recibirlos. Planteamiento del cual se deduce la importancia de establecer un nuevo sistema de relaciones verdaderamente equitativas basado en aquellas necesidades recíprocas. Más, si se traslada esta imagen a la más resaltante de las interrelaciones contemporáneas, que impone el enfrentamiento del mundo desarrollado y rico con el que aún vive en el rezago y la carencia de sus primarias etapas de crecimiento, cabe presentarla a la luz de un nuevo postulado: la emancipación económico-social de los países subdesarrollados es tanto una perentoria exigencia de éstos, como lo será para los que viven en la abundancia de su cabal desarrollo, si hemos de llegar a una subsistente y libre coexistencia internacional socio-económica de paz y justicia auténticas.”

Más aún: “No sólo porque si una ni otra serán hacederas en una humanidad antagonizada y descompuesta en pueblos ricos y pobres, violentamente desnivelados en sus avances culturales, -fuertes los unos y débiles los otros- sino, también porque los que tan lejos han adelantado en las conquistas y logros de la civilización y el bienestar, forman una minoría. Y como tal tendrían que sobrellevar, tarde o temprano, la aumentante obligación de subvenir la escasez y penuria de una parte mayoritaria de la población mundial en constante y veloz elevación demográfica. Cuya miseria y estagnación llevan implícitas una dramática disyuntiva que los ha de obligar a una decisión histórica: o ayudar organizadamente a su liberación desarrollista a los pueblos que cada vez en mayor número la necesitan, o someterlos a la sujeción de un neo-colonialismo.” ¿Sabrán aquellos del gobierno de quién son estas palabras? Pues nada menos que de Víctor Raúl Haya de la Torre en su Nota a la III edición de El Antimperialismo y el Apra que figura en las páginas 62-63 de las obras completas.

¿Qué, Mr. Bush y Mr. Negroponte son buena gente y nos tienen simpatía o, como alguna vez, orillando el ridículo, expresara Alejandro Toledo aludiendo a su “amigo George Bush? ¡Pamplinas! El diseño geopolítico imperial pasa por tener a estos países bananeros como simples republiquetas con agua, gas, compradores para sus mercaderías abaratadas por la subvención a la agricultura, cierto que arruinando a los productores locales. El propósito estratégico neocolonialista norteamericano cuenta con gonfaleros criollos vendidos al dólar. ¡Ni una posición latina o subregional! ¡Sólo asentimientos de mujerzuela que sabe qué quiere y cuánto cobra! ¡Qué vergüenza!

El capital y la tecnología son imprescindibles, quien diga lo contrario y se refugie en ridículas caricaturas ideológicas hoy anacrónicas y de museo, está fuera de lugar. Pero, no obstante la veracidad de aquello que circula por la lógica del mundo contemporáneo con el que hay que tratar así no nos guste, ello no descarta las actitudes dignas, altivas y custodiadoras de nuestros productores y sus productos.

La estrategia de tenazas se completa con el sur. Teniendo a una especie de embajador armado hasta los dientes, Chile, la presión hacia el norte se verifica a través de miles de millones de dólares que conforman un escenario simpático y mediático que instruye un clima de compras y consumo, tarjetas de crédito vía bancos e instituciones financieras que captan clientela nativa que no distingue cómo le roban con intereses leoninos pero que atribuye, merced a una prensa mercenaria con cipayos que trabajan contra su país, una bondad a corto plazo. Pero ¡qué van a decir! jamás describe cómo será el largo plazo cuando terminen rematándoles hasta la ropa que llevan puesta.

A confesión de parte, relevo de pruebas, los TLC no son más que estrategias en las cuales nuestros países apenas son carne de cañón y modestísmos siervos de la guerra entre poderes imperiales. ¡Un neocolonialismo brutal y sin anestesia!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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