¿Cuál es tu análisis de la Marcha Nacional contra el Hambre?

 La marcha siempre significa para el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, y para la propia CTA, crecimiento organizativo. El crecimiento en Misiones, Formosa, Chaco, y la consolidación en Rosario, por ejemplo, tiene que ver directamente con esta marcha. Antes fue Santa Fe, José C. Paz, Moreno, Tucumán. Siempre va dejando saldos organizativos de crecimiento, y de crecimiento político de las organizaciones ya establecidas porque el nivel de coherencia, de homogeneidad –por supuesto con sus matices- entre aquella primer marcha que arrancó en La Quiaca y esta, a nivel ideológico, político y pedagógico es notable. Eso también se vive en la fortaleza de los propios pibes, que tuvieron un grado de pertenencia de la marcha mucho más vital y potente que en las anteriores. Todo lo que dijeron los pibes fue muy contundente. Sorprende la capacidad que tienen para desnudar las injusticias y decir sus pretensiones. Siempre saben lo que quieren, lo que pasa es que son muy pretenciosos en relación a lo que les quieren dar. Será por eso que ningún gobernador, ni ningún presidente de ningún partido político se animo a recibirlos: no los pueden mirar a los ojos.

Es un cachetazo muy fuerte para todos estos sectores que dicen que quieren resolver los problemas de la gente. No hay prioridad más elemental que la de los pibes, y yo agregaría, la de los viejos. Son las dos etapas más débiles que como sociedad tenemos que cuidar. Que estos gobernantes no puedan recibir a los pibes es una muestra de debilidad muy grande. Fanfarronean con tener 40 mil millones de dólares. Antes de la marcha eran 38 mil 700 creo. Con esa diferencia se resuelve el hambre.

 ¿Y por qué pensás que no se resuelve?

 Porque está planificado. Por que se prioriza la alianza con los grandes grupos empresarios que necesitan bajar los costos laborales. Al terminar la marcha el diario Clarín publicó un estudio donde dice que como mínimo ha bajado el 20 por ciento el costo laboral en el país. Y para los grupos más rentables, ha bajado hasta el 40 por ciento. Esto desde el 2001 hasta ahora. Quiere decir entonces que uno de los objetivos centrales de este modelo es bajar el costo laboral. Y para eso necesita inventar el hambre, la pobreza y la desocupación. Porque ¿quién trabajaría en estas condiciones indignas si no hubiera hambre, pobreza y desocupación?

Son las necesidades que plantean los grupos económicos nacionalizados, y los grupos argentinos de origen. Necesitan cuatro cosas: bajo costo laboral, recursos naturales para llevarse, un medio ambiente para contaminar, y lo único que le reservan a los gobiernos es la generación de energías, porque son industrias electro-intensivas.

Todos estos grupos son aliados de estos gobernantes que vienen defendiendo este modelo como si fuera el único posible. Para esto es que tienen que preservar un nivel de pobreza que siempre es un escalón más abajo a partir de las crisis cíclicas que tiene este sistema. Por eso esta marcha es un cachetazo a los gobernantes. En Misiones dijo un pibe: “espero que sea la ultima”. Es casi el correlato que al final de la marcha se cantaba: “el hambre es un crimen / lo vamos a parar”. Pero antes era “lo tienen que parar”. Ahí sentí que también era una interpelación a nosotros, a los militantes del campo popular. Hay que cambiar esto. Para eso necesitamos construir la unidad del campo popular y cada día que tardamos en cambiar este sistema se paga en muertes de nuestros pibes.

Ser concientes de eso tiene que secundarizar el sectarismo, no evitar el debate. Hay que aprender de los otros, pero no puede ser que no podamos construir la unidad popular. Los pibes de la marcha marcaron el camino de unidad y los jóvenes de la CTA -que iban protegiendo a los marchantes- también. Había chicos de distintas organizaciones de la CTA: peronistas, marxistas, católicos, judíos, de distintas visiones. En una reunión en Santa Fe, uno de los pibes contaba que pasaron por un busto de Perón y venían discutiendo sobre el tema, pero en un momento se abrió la puerta del micro, bajaron los pibes y la realidad te impone la unidad específica. También entendimos que no alcanza con unirnos, entonces hay que aprender la verdad de cada uno, por que existe cada movimiento, para así poder construir una sociedad diferente. Simplemente unirnos contra el enemigo no alcanza. La realidad lo demuestra: no al ALCA, no a la impunidad, no al hambre, pero tenemos que construir un sí a la vida, esa es la verdadera unidad. Como dijo Queca –Madre de Plaza de Mayo de Santa Fe- “esto es imparable”. Los jóvenes han asumido una historia. Queca dijo “la posta de mis hijos ya esta tomada”. Yo siento eso desde algún tiempo. Estos hijos del 2001, como nosotros del Cordobazo, están asumiendo una perspectiva que está en consonancia con todos los cambios en Latinoamérica.

 ¿El campo popular está en un debate superior?

 Totalmente. Es un debate superior al de los ’90. En la década pasada estábamos en la resistencia. Era agradecer que Cuba siguiera siendo una lucecita de referencia contra el imperio del norte. Se caía todo: en el ‘89 se cayó el campo socialista, en el ‘91 fue la traición del peronismo, el fin de la historia, de las ideologías, el fin de trabajo. Estábamos en esa resistencia. Luego de eso recuperamos otras iniciativas: otro mundo es posible, el Foro de Porto Alegre, tiramos el gobierno de De la Rúa y Cavallo diciendo basta a los que no queremos.

Lo que queremos es una construcción, ahí esta el debate superior. A partir del 2001 se abrió esa instancia y Latinoamérica creció. Una cosa es decir No al ALCA, y otra cosa es decir ALBA, Comunidad Sudamericana de Naciones, Confederación Latinoamericana de Naciones. No queremos este capitalismo ¿pero que sociedad queremos? ¿Como se llama? ¿Como se construye? ¿Se llama ‘socialismo de Siglo XXI’? ¿Nueva sociabilidad humana? Este es el debate superior.

 ¿Como ves a la CTA hoy y al Movimiento Político y Social?

 La CTA esta consolidada. Más allá de que al gobierno no le guste, de que no nos quiera dar la personería gremial, la CTA crece. Que lo jóvenes -la mayoría sin trabajo estable- se pongan la camiseta de una central de trabajadores, es por que hay una construcción política, social y sindical de envergadura, con autonomía, que los contiene. Con limitaciones –que las hay- tenemos que seguir creciendo, tenemos que construir la libertad y democracia sindical, que en la actividad privada no quieren que exista. Si hoy existiera, la lucha salarial seria mucho más profunda. El gobierno defiende sus alianzas, y por eso no da la libertad sindical. La CTA esta en expansión, no solamente por su casa propia, sino por el ultimo Congreso Nacional, el cual ratificó el Movimiento Político y Social que en el anterior congreso vimos que era necesario.

No es un nuevo partido, algunos lo creyeron así. Es construir la unidad del campo popular. Algunos creen que es una candidatura, tampoco es eso, no se resuelve así. O delegar en los movimientos tradicionales que son máquinas en ganar elecciones. Es construir un proyecto consciente con una clase trabajadora consciente, para lo cual hay que consolidar aún más la CTA, y realmente plantear un proyecto de país de futuro. Hay que discutir el futuro.

Con el verso de que “cuidado con la derecha, viene el pasado” no hacen comer este presente de mierda en muchos aspectos. En nuestro país la derecha existe, el poder existe, mandan, y hay muchos gerentes. Nosotros debemos crear un nuevo poder para un nuevo proyecto social. Y para eso hemos comenzado a entender que vale la pena construir desde la distintas localidades y provincias y hemos lanzado el movimiento hacia una Constituyente Social en donde podamos definir lo que queremos y como lo construimos.

Eso los estamos haciendo hoy, en cada construcción cotidiana. Vamos hacia esa Constituyente para mayo del 2008. Mientras algunos crean –y nosotros no somos quien para deshabilitarlos- que hay que ir hacia espacios institucionales, que ojalá estén al servicio del pueblo, nosotros creemos que hay que ir hacia la gente, hacia las organizaciones populares para cambiar esta realidad. Y es la etapa que hoy podemos hacer. Por que hoy esta mucho más consolidada la CTA para lanzarse. No es un proyecto de alguno, es de todos los que estamos caminando hacia la Constituyente, que fue ratificada en el último Congreso. En este debate democrático, con sus matices obviamente, ninguno deja de decir que hay un Movimiento Político de Liberación con una clase trabajadora organizada y consciente de acuerdo a nuestra historia, nuestra cultura para aportar a transformar Latinoamérica y cambiar esta sociedad.

El caminar hacia esa Constituyente significa recorre nuestro territorio. Hay miles de experiencias que todos los días construyen poder popular, y si uno no se conoce, no se ama. Construir ese mapa popular es lo que nos puede hacer creer que se puede ganar. La crisis de la militancia es que muchos no creen que se pueda ganar. Es cierto que cobramos en el ‘76, que hubo un genocidio, que nos pegaron duro, y resistimos y me siento orgulloso de formar parte de un pueblo que le hizo juicio al genocidio, y nos cuesta, nos cuesta un Julio López por ejemplo. Somos un pueblo de sobrevivientes, pero necesitamos vivir. Y para vivir, hay que arriesgar, y para arriesgar hay que creer, y para creer necesitamos sentir que se puede ganar. Tengo la suerte de recorrer el país y es impresionante la cantidad de experiencias que hay. Tenemos que confiar, creer en los otros, para eso necesitamos hacer esa Constituyente que demuestre que puede haber una nueva experiencia política, social y cultural que permita gobernar la Argentina para los argentinos. Hacia eso vamos, esa es la perspectiva.