Las fatales consecuencias para la existencia de la especie, como resultado del empleo irracional de los recursos del planeta para satisfacer el consumo galopante de los países desarrollados, con su creciente y descontrolada carga contaminante; el saqueo despiadado de las mayorías pobres por una minoría opulenta y la desigual distribución de las riquezas, están presentes en los textos mencionados.

La serie de Reflexiones ha tenido enorme repercusión mundial y está contribuyendo a la profundización de la conciencia en amplios sectores acerca de la necesidad de movilizarse, para enfrentar problemas que han puesto en peligro a todos los habitantes de la tierra.

En honor a la verdad resulta oportuno señalar que esta prédica del Presidente cubano es de larga data y ha ocupado un lugar preferente en su ideario, expuestas de manera pública a lo largo de varios años en cuanta tribuna internacional se lo ha propiciado.

Vale recordar, por su total vigencia, fragmentos del discurso pronunciado por el máximo líder de la Isla, el 12 de junio de 1992, ¡hace ahora 15 años! en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro.

"Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre".

Con esa dramática sentencia inició Fidel Castro la memorable intervención, que de acuerdo con las regulaciones de la Cumbre no debía superar los siete minutos, no obstante suficientes para advertir peligros, señalar responsables y exponer soluciones globales.

"Es necesario señalar -planteó - que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente ", y a continuación lo demostró con unos datos, cuando afirmó: " Con solo el 20 por ciento de la población mundial ellos consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo".

Con magistral síntesis mostró las trágicas consecuencias: "Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer: Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen", sentenció.

Pero no se limitó a exponer los problemas, y como deviene habitual en sus intervenciones, señaló sin tapujo las causas, los responsables y las soluciones.

"Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y las tecnologías disponibles del planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la tierra.

"No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para el desarrollo sostenido sin contaminación.

"Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos militares, ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecológica del planeta?"

Evidentemente, 15 años después esta pregunta del Comandante en Jefe sigue sin respuesta, razón suficiente para reiterarla con una carga dramática mayor.

Con Fidel Castro se puede repetir la oración final de aquella intervención, cuando dijo: "Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo."

Agencia Cubana de Noticias